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sábado, 31 de marzo de 2012

Los 80: la década dorada del baloncesto europeo

El decenio que elevó el baloncesto a un espectáculo sin precedentes, se iniciaba con la séptima Copa de Europa del Real Madrid, que por primera vez peleaba el título ante el Maccabi. Sólo el Bosna Sarajevo había podido hacer sombra a ambos equipos durante la ronda de clasificación.

La segunda Copa 'maccabea'
Los ‘maccabeos’ jugaban casi de memoria, con un quinteto clásico que duró casi un lustro, los Aroesti, Berkovich, Perry, Silver y Williams tenían clase, conjunción y entendimiento pero les faltaba el premio mayor que llegó un año más tarde, en el curso 80-81. El rival, la Virtus de Bolonia. Un partido marcado por la polémica, que sirvió para colocar la segunda Copa en la vitrina israelita.


Cantú emulando a Varese
Imitando la gesta del Varese, otra pequeña población italiana llegaba a lo más alto. El Cantú había cosechado grandes éxitos en la Recopa y Copa Korac, pero faltaba la guinda que se tradujo en un histórico doblete de la Copa de Europa de campeones de Liga (1982 y 1983).

El equipo se apoyaba en jugadores italianos como los incombustibles Marzorati (22 temporadas), Antonello Riva (16) y Bosa (15), ayudados por norteamericanos como Brewer o Flowers. El segundo entorchado europeo consecutivo, bajo el nombre comercial de Ford Cantú, fue ante el Olimpia Milano, en un ajustado final.

Cantú, Milano, Copa de Europa

No hay juego: la Banca gana 
Al año siguiente (1983-84), era otro club italiano quien tomaba los laureles, el Banco di Roma, bajo la pletórica batuta del base Larry Wright. En aquella final de Ginebra, los 31 puntos de Epi fueron insuficientes y el Barça iniciaba su maldición con la Copa de Europa, como un amor platónico que parecía imposible de conquistar.

La plata angelina
España tuvo su ración de gloria con la plata de los JJ.OO de Los Ángeles en 1984. Nuestra selección y clubes eran una de las potencias del viejo continente, con referencias como Epi o Fernando Martín. Y aquel metal supo a oro porque los norteamericanos con Patrick Ewing, Abdul-Jabbar y Michael Jordan parecían jugar a otro deporte, más divino, menos humano, e inalcanzable para el resto de los jugadores.

La Cibona de Petrovic
En la antigua Yugoslavia, la Cibona de Zagreb se iba a convertir consecutivamente en doble campeona de Europa (1985 y 1986). El nuevo sistema de puntuación, con una línea de triples a 6’25m del aro, y la genialidad de un jugador único, diferente, irrespetuoso, desequilibrante y genial como Drazen Petrovic, escoltado por su hermano, Alexander, quien solventaba los ataques croatas cuando éstos se atascaban y apoyado por jugadores como Cutura o Cvjeticanin, que eran el complemento perfecto a una maquinaria de jugar al basket.
Drazen Petrovic, Cibona Zagreb
El 'genio de Sibenik' con la camiseta de la Cibona.
Petrovic contra Sabonis.
La final entre la Cibona Zagreb y el Zalgiris Kaunas en 1986, llegaba envuelta en un clima hostil entre ambas plantillas. En el equipo soviético, actualmente lituano, se encontraban tres jugadores fundamentales Kurtinaitis, Homicius y un colosal Sabonis. La estrategia de los balcánicos era clara: intentar sacar del partido al 'Zar', y lo consiguieron cuando reprendió una agresión a un compañero con un puñetazo, que le condujo a abandonar el partido y facilitar el segundo título para la Cibona.

Sabonis, Cibona-Zalgiris
Expulsión de Sabonis en la final europea de 1986.
La Cibona se convirtió durante esta etapa en la pesadilla de los clubes españoles, en especial para el Real Madrid quien decidió en 1988, a golpe de talonario, convertir al villano Petrovic en héroe.

La guerra fría traslada a las canchas
En el campeonato del Mundo de baloncesto de 1986, celebrado en España, tuvo un capítulo final fiel reflejo de la situación política: las dos super potencias del planeta se medían en Madrid. Estados Unidos contra la URSS. El campeonato cayó del lado norteamericano, por un apretado resultado, ante una selección soviética en la que contaba con figuras como Valters, Volkov, Tkachenko, Kurtinaitis, Chomičius, Tikhonenko y ese gigante capaz de moverse con soltura en la pintura: Sabonis.


Los dioses griegos del basket
Ningún representante heleno se lograba colar en las finales de clubes de la máxima competición, pero la selección griega, apoyada en un bullicioso público del Palacio de la Paz y la Amistad de Atenas, llevó al combinado nacional al Olimpo, coronándose como reyes de Europa en 1987. Con nombres ilustres como Nikos Galis, Panagiotis Yiannakis, Panagiotis Fassoulas o Fanis Christodoulou.

Nikos Galis, Hellas, Grecia, 1987
Nikos Galis, durante el exitoso europeo de la selección helena en 1987.
La memorable 'final four' de 1988
El doblete de la Cibona fue continuado por el Tracer de Milán, que se apuntó a la moda de coleccionar campeonatos de manera compulsiva (1987 y 88), ambos frente al Maccabi, el primero a único partido y el segundo en una espectacular final four, que volvía a implantarse como sistema de competición, fórmula heredada del baloncesto universitario norteamericano

Aquel campeonato de 1988 mostraba lo mejor del continente: con el Partizán de Belgrado, comenzando a exhibir sus aptitudes (Divac, Paspalj y Djordjevic), la anarquía del Aris de Salónica (de Gallis y Yannakis), la veteranía del Tracer-Philips Milano (Mike D'Antoni, Mike Brown, Dino Meneghin, Ricardo Pittis y Bob McAdoo) y el siempre combativo Maccabi Tel-Aviv (Doron Jamchy, Berkovich, Kevin Magee, Motti Aroesti y Kenny Barlow). La nota anecdótica la pusieron los aficionados del Aris, animando de espaldas durante gran parte del partido final entre la Philips y el Maccabi.

Popularizando Split 
La tendencia de conquistar dos Copas de Europa caló en una hornada de jugadores que había ido aprendiendo de los errores de su juventud y de las derrotas, hasta que el cascarón se rompió para mostrar con orgullo el nombre de su población: Split.

La Jugoplastika o Pop84, nombre con el que se conocía al equipo yugoslavo (actualmente Croacia) se llevó los títulos de 1989, 1990 y 1991 con grandes nombres como el versátil Toni Kukoc a quien acompañaban los Perasovic, Tabak, Radja, Savic y Dusko Ivanovic. Dirigidos por un extraordinario técnico como Boza Maljkovic que se convertía en habitual verdugo de un gran Barça, donde Epi, Audie Norris, Solozábal, Montero y Sibilio tocaban las puertas del cielo sin poder entrar.

Toni Kukoc, la elegancia del baloncesto de Split.
Cita de bombarderos en Atenas
Esta gloriosa década tuvo un capítulo, a modo de epílogo, casi irrepetible con la final de la Recopa de 1989 entre el Real Madrid y el Snaidero de Caserta, aquella noche se citaron dos bombarderos: Petrovic por el lado madridista y el brasileño Óscar Schmidt Becerra por el cuadro italiano. El choque fue un homenaje al baloncesto ofensivo, que acabó con el croata Drazen anotando 62 puntos, Óscar con 44, el joven Nando Gentile superando la treintena y Biriukov la veintena.

La generación de oro de los Balcanes
Antes de que Yugoslavia se desquebrajara como un enorme espejo en diferentes repúblicas, la generación más exitosa del basket balcánico se colgó una plata en los JJ.OO de Seúl 1988 y dos oros: uno en el europeo de 1989, ante Grecia, y otro en el Mundial de 1990, ante la URSS después de haberse deshecho de los EE.UU, la victoria ante los soviéticos tuvo sabor a venganza, por la derrota en la final de los Juegos Olímpicos.

Aquel grupo de deportistas convivían bajo un clima de multicultural, de camaradería y hermandad, ajenos al sentimiento prebélico que se vivía en el país y que con el paso del tiempo inevitablemente fue contagiando a los integrantes de la selección, creando una sensación de ruptura que hizo que jugadores que defendían una misma bandera y colores tomaran más tarde caminos distintos, caminos marcados por la guerra, el odio, el rencor y las rivalidades. Esquirlas que se clavan en el corazón. Hermanos irreconciliables que portaban distintos símbolos.


En ambas citas, europeo del 89 y Mundial del 90, faltó otro genio: Djordjevic, al que supuestamente los desencuentros personales con Petrovic supusieron un veto para su incursión en la selección 'plavi', un bloque que quedaba definitivamente huérfano tras el conflicto bélico de los Balcanes de 1991.

Epílogo de los ochenta
El deporte de la canasta vivió sus mejores momentos en esta década, repleta de grandes partidos, de jugadores únicos, ídolos irrepetibles repartidos por todo el continente que concebían el juego sin tanto encorsetamiento táctico. Baloncesto puro que emanaba romanticismo y que se almacenó en cintas VHS y en la memoria de los que hemos amado este deporte. Los aros os añoran. El baloncesto y los aficionados, también.

viernes, 23 de marzo de 2012

Los inicios de la Copa de Europa de baloncesto

En la temporada 1957-58, la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) adoptaba el sistema que ya había implantado el fútbol dos años antes, 1955-56, creando la Copa de Europa de clubes.

El inicio de la competición: Los años 50
Los desconocidos reyes del continente 
Los primeros denominadores del basket continental fueron equipos del otro lado del telón de acero, instituciones, hoy en día, casi desconocidas para el gran público. El primer campeón del torneo fue el conjunto soviético, actualmente letón, del A.S.K. Riga, quienes conquistaron el título durante las 3 primeras ediciones, apoyado en su coloso pívot de 2’20 m, Jānis Krūmiņš.

Las finales se disputaban a doble partido, en estadios abiertos, sin techo. Los dos primeros duelos por el cetro continental tuvieron a los mismos protagonistas: el citado ASK Riga como campeón y los búlgaros del Akademik de Sofía como aspirantes.

ASK Riga-Akademik

La década de los 60
El poder del ejército rojo 
El reinado del cuadro de Riga terminó en la que iba a ser su cuarta Copa de Europa consecutiva, en aquella ocasión el vencedor fue otro equipo soviético, indiscutible protagonista posteriormente de la competición: el CSKA de Moscú.

Por aquel entonces, sólo los vencedores de las ligas nacionales podían jugar en el torneo y el poder de la U.R.S.S. en el deporte de la canasta era insultante. Al CSKA de Moscú le sucedió el Dinamo Tbilisi, y de nuevo el testigo pasó el siguiente curso al CSKA. Ambas finales fueron ante el Real Madrid, club que se alzaría con el título en las siguientes temporadas, rompiendo la hegemonía soviética.

El inestable formato en los años 60 
Las cuatro primeras ediciones de la competición se resolvieron a eliminatoria de ida y vuelta, pero esta tendencia se rompió con la final de 1962, celebrada en Ginebra, a un único partido.

La década de los 60 avanzaba y el formato del torneo era desconcertante, pasando a utilizar todo tipo de fórmulas como: una serie a tres encuentros (1963) o adoptar el sistema de la 'final four' en 1966 y 1967. A partir de esa fecha se recupera, y a la vez se emula al fútbol, con una sede neutral y un único encuentro.

Durante este decenio tanto el Real Madrid como el CSKA dominaron el palmarés. Con el paréntesis del Olimpia Milano en 1966. El conjunto blanco tenía como mejores jugadores a Carlos Sevillano, Moncho Monsalve, Lolo Sainz, Emiliano, Clifford Luyk y Miles Aiken.

La década de los 70 
La pequeña Varese reina en Europa
Una ciudad italiana, situada en Lombardía, de menos de 100.000 habitantes fue el equipo más laureado y temido del continente durante los 70. Entre 1970 y 1976 se alzó con 5 entorchados europeos, bajo el nombre comercial del Ignis y con jugadores como el eterno Meneghin, el mexicano Raga y Ricky Jones.
Ignis Varese
Plantilla del Ignis Varese (1973). Foto subida a wikipedia por Attilios.
La pequeña Varese estaba dando un golpe de autoridad que amenazaba con desbancar al gigante Real Madrid en el trono continental. Club con el que había tenido gran rivalidad, acrecentada desde la campaña 1961-62, cuando una auto-canasta del Real Madrid en Varese, estando el encuentro con empate, salvó a los blancos de una prórroga donde hubieran sido vapuleados al estar el equipo madridista con varios jugadores eliminados. Aquella argucia permitió al Madrid librarse de un mal resultado y solventar la eliminatoria en la capital de España.

En este mano a mano entre italianos y españoles se colaban dos nuevos protagonistas como campeones europeos: el Maccabi de Tel-Aviv (1977) y el KK Bosna Sarajevo (1979). 

La guerra fría entra en acción: Maccabi contra CSKA
El cuadro hebreo se nutría de jugadores norteamericanos como Jim Boatwright o estadounidenses nacionalizados, como Tal Brody y Lou Silver, que junto a los israelitas Aroesti y Berkovich, convertían a los maccabeos en un grande de la canasta. 

Su incursión en el panorama europeo despertó muchas polémicas, en especial con la U.R.S.S., país con el que tenía rotas las relaciones diplomáticas. Todo esto motivó que los choques de liguilla entre Maccabi y clubes de países pertenecientes al Pacto de Varsovia fueran algo más que simples partidos, trascendiendo al ámbito político.
El primero fue ante el equipo checo del Spartak Brno  pero el más famoso fue el segundo, ante el CSKA. Ambos equipos rechazaron viajar a Tel-Aviv y se dieron por perdidos sus encuentros. Por lo que la doble confrontación se redujo en ambos casos a partidos que se celebraron en terreno neutral, Bélgica en sendas ocasiones.

Las victorias 'maccabeas' ante los rivales del eje comunista, con los jugadores enfundados en una anti estéticas camisetas con mangas, fueron consideradas como un punto de partida hacia el éxito, una reivindicación de Israel en el mapa. Como lo reflejó Tal Brody en sus declaraciones post partido ante el equipo del ejército rojo: el CSKA.
Tal Brody- Maccabi 

El campeón yugoslavo y la caída del Varese
Por su parte, los balcánicos se apoyaron dos años después en las genialidades de Dalipagic y Delibasic para conquistar el continente ante un histórico que se apagaba, el Varese. Fue la última final a la accedió la institución italiana y el Bosna Sarajevo pasaba a ser el primer club yugoslavo en conseguir el triunfo europeo. La pequeña Varese vivía sus últimas noches de gloria en la máxima competición continental de un pequeño pabellón que vio doblegar y caer a dos de los grandes del parqué: el CSKA y el Real Madrid de Luyk, Brabender Szczerbiak, Rullán y Corbalán.

sábado, 17 de marzo de 2012

El final de película del Liverpool-Arsenal de 1989

Cualquier seguidor de fútbol tiene una historia detrás, un motivo por el que empezó a querer unos colores. Todo ello suele estar marcado por el primer día que acudes al estadio, cuando vives unas sensaciones indescriptibles, e irrepetibles, en las que las gradas del estadio parecen el paraíso y el tupido césped una especie de cielo verde.

En el momento que tu voz se funde con la del griterío, estás atrapado. La fiebre del fútbol es algo que se apodera de ti y termina contagiando a muchas personas de tu alrededor, compartiendo tu misma enfermedad.

El escritor y guionista Nick Hornby
Nació en Inglaterra en 1957, tiene la capacidad de emocionar y hacer reír a partes iguales en sus textos. Posee un don para dotar a sus personajes de un halo de nostalgia y tristeza, que poseen un discurso directo y claro, creando empatía con el lector o espectador.

Sus dos primeros libros se han convertido en objetos de culto y en sendos clásicos modernos de la literatura inglesa. Enfocados a dos de sus pasiones: el fútbol, con “Fiebre en las gradas” y la música, a través de “Alta Fidelidad”. El éxito de ambas obras hizo que traspasaran las hojas de papel al telón de cine, donde también ha colaborado como guionista. Su pasión por el Arsenal, club que surgió del equipo formado por los empleados de una fábrica de armamento, queda plasmada en la película y en el libro en el que se basó.

Nick Hornby, Alta Fidelidad, Fiebre en las gradas

La película 'Fever’s Pitch' (Fuera de Juego) (1997) 
Basada en el libro 'Fiebre en las gradas' de Nick Hornby. En España la película fue traducida como "Fuera de juego", lo que puede llevar a equívocos ya que existe una cinta española y otra iraní con el mismo título.

Sinopsis: Un padre de familia, recientemente divorciado, decide cambiar los aburridos y tediosos fines de semana con sus hijos en algo diferente. Pronto encontrará con Paul una pasión común que hará cambiar la vida del chico: ir al fútbol.

Los años pasan y Paul, interpretado por Colin Firth, trabaja como profesor en una escuela. Su vida tanto profesional como personal giran alrededor de un balón y de la trayectoria de su querido Arsenal, al cual no le ve ganar una liga desde 1971.

Fuera de Juego, Fiebre en las gradas
Escena de la película "fuera de juego", con dos de los protagonistas jugando al Subbuteo.
El 'hooliganismo' entra en escena
La otra cara del fútbol, la menos amable, es la de adultos que el día del encuentro actúan de manera poco madura. El exceso de alcohol y las frustraciones personales hicieron surgir los primeros conatos de violencia: el casualismo y el movimiento 'hooligan' pasaban a formar parte de la subcultura urbana y de la idiosincrasia de los clubes, atrapando a una parte de sus aficionados, que poblaban las vetustas gradas revestidas de madera a las que se accedía, y accede (en algunos casos) por estrechos recovecos, convirtiendo algunos estadios en trampas de hormigón.

Las avalanchas y los hooligans eran los elementos que faltaban para hacer del fútbol una bomba de relojería a punto de estallar. El fútbol enfermaba en Inglaterra, empujado por la grave crisis económica que dejaba en pésimas condiciones a las infraestructuras y acondicionamientos de los campos, y por otro lado a parte de la multitud, cuya penuria social, traducida en desempleo, necesitaba apagar su desesperanza en algo más que alcohol o incendiarlo, para transformar la desesperación acumulada en violencia.

Las actitudes de los hooligans están perfectamente retratadas en el tema de Iron Maiden'A Weekend Warrior', adquiriendo mucha relevancia su crítica al ser un grupo musical muy ligado al fútbol -al West Ham concretamente-.

El desastre de Hillsborough
La catástrofe de Hillsborough (Sheffield), de 1989, fue uno de los cuatro grandes desastres futbolísticos ocurridos en Gran Bretaña, tras el siniestro de Burden Park, de Bolton (1946), el trágico‘Old Firm’ de Ibrox Park, en 1971 y el incendio de Valley Parade en Bradford en 1985.

Hillsborough, Sheffield
Foto del estadio de Hillsborough, tomada por el usuario Mick Knapton.

El encuentro de Hillsborough, Sheffield, del 15 de abril de 1989, correspondía a las semifinales de la F.A. Cup entre el Liverpool de Kenny Daglish y el Nottingham Forest del mítico Brian Clough. Una avalancha de aficionados fue el detonante del infierno que se vivió, donde murieron 96 seguidores de los ‘reds’. Sheffield, cuna del primer partido de fútbol, pasaba a engrosar la fatídica lista de siniestros relacionados con el balompié.

El Liverpool volvía a llorar por sus hinchas. Un club que todavía estaba en duelo por la tragedia de la final europea celebrada en Bruselas, en el estadio Heysel (1985), donde la violencia de los 'hooligans' y 'ultras' juventinos provocaron el terror, traducido en avalanchas y asfixias por aplastamientos de la masa que quería salir de unas vallas que hacían de ratoneras. Esto supuso una sanción de 5 años para todos los equipos ingleses en competición europea y diez para el Liverpool, una pena rebajada posteriormente a seis años.

Los 'reds', apenas cuatro años después, volvían a recibir la misma herida en su corazón. Fue tal el impacto de este acontecimiento, que en el centenario del club del Merseyside, (1892-1992) se incluyeron un par de llamas, a ambos lados del escudo para simbolizar el eterno recuerdo de la institución a las personas perdidas en Hillsborough.

escudo del Liverpool

El fútbol en las Islas estaba en coma, la primera medida tomada surgió del informe Taylor, que recomendaba cambiar la estructura de los estadios, obligando a estar el público sentado. Lo que permitía más control para el club y para los cuerpos de seguridad, además de la influencia positiva psicológica que podía tener sobre cada uno de los espectadores el hecho de ocupar un sitio, y no estar de pie de manera incontrolada. En la temporada 1994-95, la norma se hizo efectiva en Inglaterra y Escocia.

La temporada del Arsenal en 1989
El año 1989 fue el primero en casi dos décadas en el que el Arsenal, fundado en 1886, aparecía por la cabeza de la tabla después de las navidades. Su distancia frente a sus adversarios parecía suficiente, pero los de Highbury comenzaron a ver cómo la renta con sus seguidores se acortaba. A falta de tres partidos, el Arsenal sacaba cinco puntos al Liverpool, la victoria en Inglaterra ya se contabilizaba por tres puntos (a diferencia de España donde seguíamos con el antiguo sistema de puntuación). Los ‘gunners’ tenían dos partidos en casa (Derby y Wimbledon) y un tercero fuera, en el feudo de los ‘reds’.

escudo del Arsenal
El fatalismo del Arsenal es comparable a los personajes de Hornby, marchando por la vida con un cartel de perdedores que termina por impedir progresar en sus objetivos. La última Liga, de 1971, quedaba lejos y la presión de volver a ser campeones hizo del cuadro londinense un manojo de nervios.

En un empeño por dar emoción al campeonato y de tirar por la borda las esperanzas de la afición, cedieron un empate ante el, hoy desparecido, Wimbledon y una derrota ante del Derby County, lo que hizo malversar la renta de ventaja. Tanto, que antes del fraticida enfrentamiento de la última jornada, el Liverpool aventajaba por 3 puntos a los ‘cañoneros’.


Un final de película
El 26 de mayo de 1989, el Liverpool jugaba contra el Arsenal, era la última jornada del campeonato. El partido estaba programado para haber sido disputado el 23 de abril, pero los acontecimientos de Hillsborough y el calendario copero del Liverpool, que terminó logrando la F.A. Cup, pospuso un encuentro que terminó convirtiéndose en una ‘final’ por el campeonato liguero.

Los ‘gunners’ tenían que vencer por más de dos tantos, para así igualar el gol-average y vencer por mayor número de goleas anotados . El duelo enfrentaba al primero contra el segundo de la clasificación. 76 puntos para los ‘reds’ y 73 para los ‘gunners’.

El choque empezó con un hermoso gesto, los jugadores del Arsenal saltaron al césped con ramos de flores que entregaron en cada uno de los puntos del estadio, como señal de respeto hacia los fallecidos de Hillsborough.

La suerte estaba echada, las estadísticas y los pronósticos estaban en contra del Arsenal, recordando la maldición que suponía no haber ganado en Anfield las últimas 13 temporadas.


Tras un primer tiempo anodino y sin goles, llegó la reanudación donde Adams marcó para los londinenses. El tiempo se detuvo en Anfield, para que el árbitró consultara con el linier y tras unos instantes de deliberaciones dieron el gol por legal, el Arsenal vencía pero la renta era insuficiente, los minutos pasaban y todo parecía indicar que los ‘reds’ se iban a alzar con su 19º título.

En el minuto 90, Richardson robaba un balón a Barnes. Desde el arco de los ‘gunners’, Lukic lanzó un pase a Dixon, éste lo puso en largo para Alan Smith que metió un balón al hueco de los centrales, Michael Thomas terminó por controlar, con algo de fortuna, el esférico para tocar con el exterior de su pie y guiar al cuero a las mallas y a una parte de Londres al éxtasis.

Los cañoneros de Highbury volvían a disparar. Los ‘gunners’ eran los campeones. El Arsenal era el triunfador agónico de un final de película que inspiró a Nick Hornby para comenzar a escribir el guión de su primer libro.

Arsenal campeón 1989

domingo, 11 de marzo de 2012

Laumen, el perforador de porterías del Borussia

El Borussia Mönchengladbach o Gladbach, forma con la que se denominó a la ciudad inicialmente, dominó durante un lapso de tiempo el fútbol germano. Es el club representativo de Mönchengladbach, población perteneciente a Renania del Norte y que dista a poca distancia tanto del cauce del río Rin como de la frontera con los Países Bajos.

Mönchengladbach, mapa

Breve historia de Prusia
Prusia fue un antiguo estado situado en centroeuropa, en sus orígenes, siglo XIII, habitado por un pueblo báltico, que nunca llegó a ser cristianizado, que recibió el nombre de borusios. En su etapa de mayor expansión, siglo XVIII, el territorio de Prusia llegó a extenderse por Polonia y territorios de Rusia y Alemania. Se le considera precursor y germen de la actual Alemania, de hecho tuvo como capital a Berlín.

La historia de Prusia se entremezcla con la de Alemania, durante el siglo XX, hasta su disolución, tras la II Guerra Mundial (1945). Los territorios prusianos fueron repartidos entre: Polonia, la U.R.S.S. y los diferentes landers de las, por entonces, recientemente creadas R.D.A. y R.F.A.

Borusianos por Alemania 
El nombre de Borussia, prusianos en latín, ha sido una denominación muy popular para bautizar a los clubes deportivos en Alemania. Los más aclamados son el de Mönchengladbach y el de Dortmund.

Con menor repercusión, homenajean al extinto estado Prusiano y a sus primeros habitantes, equipos situados en Wuppertal (Wuppertaler SV Borussia), Fulda (Sportclub Borussia 1904 Fulda), Neunkirchen (Borussia Neunkirchen), Friedenstal (Herforder Sportverein Borussia Friedenstal) y Colonia (Sport-Club Borussia Lindenthal-Hohenlind).

escudo del Borussia Mönchengladbach

Los primeros pasos del Gladbach
Aunque los orígenes se remontan al club Turnverein Germania 1889, oficialmente se considera el año 1900 como el momento en el que el Borussia aparece en escena. A pesar de ser una institución histórica y de estar arropado por un público muy fiel, los resultados no acompañaban en los primeros años.

Es en los 60 cuando el club despierta del letargo, con un celebrado título de Copa. Posteriormente, en 1965, el Gladbach se estrenaba oficialmente en la recién creada Bundesliga.

Los años 70 fueron la década dorada del cuadro teutón, es cuando el equipo se consolida en la élite, aupado por las estrellas emergentes que hacían que los títulos se fueran sumando.

El nombre de Borussia también conquistaba el continente, como Prusia había dominado Europa siglos atrás, alzándose con la Copa de la UEFA en dos ocasiones -siendo el primer club germano en proclamarse vencedor de la competición- que pudieron ser más, perdiendo por el balón doble de los goles en un duelo fratricida contra el Eintracht, en la primera final europea entre dos equipos alemanes.

Entremedias se escapaba la oportunidad de coronarse con la 'orejona', pero el Liverpool frenó el ímpetu de los borusianos. La negativa de los ‘reds’ a jugar la Intercontinental, otorgó la oportunidad al Gladbagh de conseguir un inesperado trofeo, pero otro histórico del fútbol mundial, Boca Juniors, impedía el triunfo (1978).

La plantilla, en la época dorada, estaba repleta de estrellas como: Vogts, Jensen, Heynckes, Wimmer, Netzer y Laumen, a los que se añadieron posteriormente jugadores como Allan Simonsen y Uli Stielike. El poder del equipo llegó a ser por momentos insultante: como el 7-1 del año 1971 al Inter de Milán -que por culpa de una lata de coca-cola lanzada desde la grada y que impactó a un jugador interista se anuló el resultado- o el sonrojante 12-0 al otro Borussia, el de Dortmund, en 1978.

Borussia campeón de la Bundesliga
La plantilla del Borussia con la ensaladera de campeón de la Bundesliga.

Los días de vino y rosas quedaron atrás, como un bonito recuerdo. El título copero de 1995 fue un brindis a aquellos momentos de gloria que poco a poco se iban perdiendo. Por perder, hasta abandonaban por primera vez la máxima categoría, eran años complicados en los que los ascensos eran los nuevos momentos históricos del equipo de Renania, una ciudad de apenas 200.000 habitantes que sigue teniendo el segundo mejor registro de la Bundesliga, por detrás de su gran rival: el Bayern de Munich.

Palmarés:
Bundesliga 5: 1969-70, 1970-71, 1974-75, 1975-76, 1976-77
Copa 3: 1959-60, 1972-73, 1994-95
Copas de la UEFA 2: 1974-75, 1978-79 

En la actualidad parece que el club ha olvidado sus últimos sinsabores, mitigado con la actual generación de futbolistas, como el venezolano Arango, el alemán Hanke, y en especial dos jóvenes valores: Marco Reus y Patrick Hermann, surgido de la prolífica cantera del Gladbagh, donde también han aparecido legendarios jugadores como Lothar Matthäus, Günter Netzer, Jupp Heynckes, Marko Marin, Sebastián Deisler y Herbert Laumen o que ha servido como primer club para estrellas del fútbol alemán como Uwe Rahn, Berti Vogts, Stefan Effenberg y Uwe Kamps.

Gran ambiente en las gradas 
Como en la gran mayoría de estadios de la Bundesliga, la atmósfera del Borussia Park es extraordinaria. En 2004, el moderno feudo del Borussia abría sus puertas, sustituyendo al mítico Bökelberg. La nueva sede del Gladbach se levantaba sobre una antigua zona militar usada por los británicos, con un aforo para 54.000 espectadores. El equipo es conocido como ‘los potros’, por aquella capacidad en los años 70, de la mano del técnico Weisweiler, para sacar nuevos jóvenes valores al césped.

La institución cuenta con el respaldo de más de 40.000 socios, siendo la cuarta masa social más grande del país. El ambiente se puede comprobar en instantes como el momento en el que los hinchas entonan el emotivo tema.: 'Die Seele Brennt'.

estadio del Borussia, Borussia Park

Equipación 
El uniforme del Borussia es blanco, acompañado por los otros dos colores corporativos del club: el negro y el verde. A lo largo de los años la combinación de los tres tonos ha dado lugar a diferentes indumentarias, propio de la idiosincrasia de los clubes germanos.

Borussia Park

Herbert Laumen 
Nacido en el propio Moenchengladbach, la misma población que ha servido de cuna para personajes tan dispares como Goebbels, ministro nazi de propaganda o el creador del método Pilates.

Laumen junto a Netzer, Vogts y su paisano Heynckes, también natural de la ciudad, escribieron las páginas más exitosas del club. Laumen era un delantero rompedor, de disparo seco, que junto a Heyckness se convirtieron en la pesadilla de las defensas de la Bundesliga, de hecho todavía comandan la lista de máximos artilleros del club (195 goles para Jupp y 97 para Herbert).

Laumen defendió la camiseta de 'los potros' desde 1962 a 1971. En su última temporada para los de Renania, vivió uno de los momentos más anecdóticos de la competición alemana.

máximos goleadores del Borussia. Criens, Heynckes y Laumen
Máximos artilleros de la historia del Gladbach: Criens, Heynckes y Laumen.
De tal palo, tal aluminio 
El 3 de abril de 1971, el Borussia jugaba en casa, en el viejo Bökelberg, contra el Werder Bremen. Aquel día vestían de rojo, el Gladbach se estaba jugando la liga y Laumen había salido como suplente, llevando el 12 a su espalda. El marcador reflejaba el 1-1, cuando en el minuto 88 un balón sobrevoló la portería del Werder, Laumen saltó y al caer quedó enganchado en las mallas, como un atún atrapado por las redes, la fuerza con la que se adentró en la portería hizo que ésta se desencajara como un castillo de naipes movido por el viento.


El partido fue suspendido y posteriormente se decretó al Bremen como ganador del encuentro, al ser responsabilidad del equipo local el no haber podido proporcionar una segunda portería de repuesto, por lo que fue multado con 1.500 marcos alemanes.

Laumen y el palo roto en Bökelberg
Laumen, enrededado en las mallas de la portería caída.

El segundo título del Borussia no corrió peligro, dado que los resultados de la jornada acompañaron los intereses del Gladbach, pero este insólito e histórico momento del fútbol sirvió para que la Bundesliga obligara a todos los clubes a cambiar sus travesaños y palos de madera por los de aluminio, además de tener una meta de sustitución.

Una gran parte de los restos de aquel poste de madera se exhiben, actualmente, en una urna en el nuevo estadio del Borussia, como una de las joyas del museo que fueron testigo de uno de los capítulos más curiosos del club y de la historia del fútbol teutón.

sábado, 3 de marzo de 2012

Escudos y colores de la Liga: Real Betis Balompié

Fundación: 1907 (como Sevilla Balompié)
Número de socios: 35.000
Estadio: Benito Villamarín
Terreno de Juego: 107 x 64 metros
Capacidad: 56.500 espectadores
Número de peñas: 387
Marca: RBb (propia)

Palmarés: 
Nacional 
Liga: 1  (1934-35)
Copa: 2  (1977 y 2005)

Origen del club. Los inicios del Betis
En la ciudad del Guadalquivir convivían, por un lado el Sevilla Football Club, surgido en 1905, -actualmente equipo de la primera división- y el Sevilla Balompié, que veía la luz en 1907, el cual tenía característica novedosa: utilizar la hermosa palabra castellana que define al fútbol: el balompié.

En 1909, el Sevilla Football Club sufría una ruptura, de esa escisión aparecía otro tercer protagonista a escena, que era bautizado como Betis Football Club.
 En 1914, el Sevilla Balompié decide fusionarse, o más bien absorber, al casi disuelto, Real Betis Football Club, que había recibido ese año tal distinción por parte del monarca Alfonso XIII. La nueva institución surgida, Real Betis Balompié, emprende se nueva andadura con títulos locales, y se le conoce popularmente como al “balompié”.

Los colores verdiblancos
Camiseta con rayas verticales verdiblancas, pantalón blanco y medias verdes.
Como hemos dicho, el Betis actual es fruto de la unión del Sevilla Balompié y del Betis Football Club.

El Sevilla Balompié se estrenó de blanco en 1907, y el Betis Football Club lo hizo de rojo en 1909. Ambas instituciones incluyeron el verde en algún momento. El Sevilla Balompié desde 1912, a raíz de la compra de unas camisetas en Escocia, de Glasgow, y el Betis Football Club a rayas verdinegras, un año más tarde.
camiseta del Celtic de Glasgow
Camiseta del Celtic, colores que inspiraron la equipación del Real Betis.

Desde la fusión hubo disparidad de indumentarias, como el estreno vestidos de avispa (1914), o el primer derbi hispalense, que se realizó con una equipación verde botella (1915). A partir de aquí vuelve el tono azul que había llevado el Sevilla Balompié.

En 1918 de produjo un hecho histórico para la región, la Asamblea de Ronda aprobaba la distribución de la bandera andaluza, verde y blanca, que tenía su origen tanto en el califato omeya como en los almohades, respectivamente.

bandera de Andalucía
Esta decisión influyó, posiblemente, en que el Real Betis Balompié se identificara con la bandera de Andalucía, usando el verde y blanco, colores que ya habían llevado sendas asociaciones anteriormente, tanto Sevilla Balompié como Betis Football.

Equipaciones del Sevilla Balompié, Betis Football y Real Betis.

Escudo 
Por un lado recoge el símbolo ideado por el Betis Football Club, entrelazando las dos iniciales dentro de un círculo coronado, al que se le añade un triángulo formado por 13 barras, o palos, verdiblancos.

Durante la etapa de la Segunda República Española (1931-36), la divisa perdió la distinción monárquica. apareciendo sin corona.
El diseño, realizado en 1932, ha variado durante las décadas posteriores, pero ha mantenido una esencia similar al primer boceto.

Estadios
Entre 1906 y 1910, hay un baile de terrenos de juego, hasta que se logra una aparente estabilidad con el Campo del Patronato, que dura desde 1918 a 1936, dichas instalaciones estaban enclavadas en una zona muy humilde.

Justo antes de la Guerra Civil, dos días antes, el Betis consigue el arrendamiento por parte del ayuntamiento del Estadio de la Exposición, dentro del barrio de Heliópolis. Precisamente ése fue el nombre con el que se bautizó al feudo bético (1939-61). Tras la compra al consistorio, para adquirir la propiedad, el presidente Benito Villamarín fue quién puso nombre a la casa bética, con el paréntesis de la denominación como Manuel Ruíz de Lopera que tuvo la primera década del siglo XXI. Desde 2010, el estadio vuelve a ser conocido como Benito Villamarín.

Benito Villamarín, Supporters Sur
Sevilla, la ‘casa’ de la Selección 
El combinado nacional, a diferencia de otros países, nunca ha tenido una sede oficial donde jugar sus partidos. Durante unas décadas, Sevilla, tanto el Pizjuán como el Villamarín, fue la ciudad elegida para los partidos de clasificación para europeos y mundiales.

De todos los encuentros disputados en la capital hispalense, el más recordado es el que se celebró en un frío 21 de diciembre de 1983. España apuraba sus últimas posibilidades de acudir al Europeo de Francia’ 84, para ello tenía que llevar a cabo una hazaña: ganar por 11 goles de diferencia a Malta. El Villamarín registraba una discreta entrada que fue aumentando a medida que la selección engordaba el marcador.

Con 3-1 terminó el primer tiempo para dar paso a una segunda parte donde España se reencontró con la fe, la épica y los goles. Señor, en el minuto 84’ obró el milagro materializando el duodécimo tanto de la selección, en una histórica noche del fútbol nacional. España volvía a ser la furia.

Hitos del club
Fue el primer club andaluz que ascendió a Primera (1932), y el primer equipo de la región en conquistar la Copa y la Liga. Único equipo español que ha logrado alzarse con el título de Liga de Primera, Segunda y Tercera, en la década de los 50 no existía la categoría de Segunda B, competición que nunca ha jugado el equipo verdiblanco.

Como curiosidad, su campeonato de liga vino la última temporada antes de la Guerra Civil Española.

El título de Liga, conseguido en 1935, tuvo como uno de sus artífices al entrenador irlandés Patrick O’ Connell, un antiguo jugador del Manchester United que forjó su leyenda en los campos ingleses y en los banquillos españoles.

Para terminar con el anecdotario político, el estreno del palmarés copero vino en el primer torneo disputado bajo el nombre de Copa del Rey Juan Carlos I (1977), al que acompañaría un segundo título en el 2005, ambos triunfos se vivieron en el Vicente Calderón.

Final de Copa, Betis - Osasuna
Entrada de la final de Copa de 2005, con victoria bética por 2-1.
Motes y seudónimos del Betis
Balompedistas, durante las primeras décadas, posteriormente es sustituido por el calificativo de béticos (en especial a partir de los años 30). También se suele utilizar el término verdolagas, planta que tiene un color verde muy vivo, similar al de la equipación bética..

El calvario que supuso pisar la tercera división, 1947-54, imprimió un carácter a los aficionados y un cariño generalizado por toda España al equipo verdiblanco. De esa etapa, vino, a raíz de un dibujo, el término “¡Viva er Beti manque pierda!”, que se convirtió en un lema popular definitorio de la pasión que despertó, a pesar de las adversidades, el club.

Tanto el nombre de la institución, como el de su apodo, Betis o béticos, tiene su origen en la antigüedad. El río Guadalquivir, que atraviesa la ciudad de Sevilla, era conocida por los romanos como Baetis. Incluso, Roma dividió a la Península en tres provincias: Lusitania, Tarraconenses y a la situada en el sur la denominó como Hispania Ulterior o Baetica, dando el gentilicio de béticos para los habitantes de la región.

Mitos: Rafael Gordillo, Luis Del Sol, Julio Cardeñosa, Francisco Bizcocho, Hipólito Rincón, José Ramón Esnaola y Antonio Benítez 

Aficionados y seguidores verdiblancos
Se considera al Real Betis como una de las aficiones más numerosas de España, por detrás del Real Madrid, Barça, Athletic, Atlético y Valencia. Debido al movimiento migratorio desde Andalucía a Cataluña, tras la Guerra Civil, es en esta comunidad autónoma donde el Betis encuentra numeroso apoyo, siendo el tercer equipo de la región, con más de 20 peñas.

Gol del Betis
Rivalidades
Especialmente con el otro equipo de la ciudad, el Sevilla Fútbol Club. El derbi hispalense o sevillano es, posiblemente, junto al Sporting-R. Oviedo, el enfrentamiento más intenso del fútbol español, que ofrece un espectáculo de gran colorido y extraordinario ambiente en las gradas.

Además, está agudizado por el hecho de que las dos peñas más radicales de ambos equipos: Supporters Gol Sur (Betis) y Biris Norte (Sevilla) tengan ideologías políticas totalmente opuestas. Siendo los béticos los que enarbolan banderas españolas y símbolos de extrema derecha y por parte sevillista, exhiben material de contenido republicano y comunista. Aunque casualmente, al Betis le fue mejor con la República y al Sevilla con el franquismo, de hecho inauguró el listado de campeones de la Copa del Generalísimo (1939).

Supporters Sur y Biris Norte, bufandas

Todo esto hace que colectivos ultras de ideología afín como el Frente Atlético (Atlético de Madrid) o Ultra Boys (Sporting) tengan lazos con los Supporters Sur, y los grupos de izquierdas, como los Riazor Blues (Deportivo de la Coruña), Bukaneros (Rayo Vallecano) o Kolectivo Sur (Xerez), guarden excelentes relaciones con los Biris.