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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Liverpool no deja de avivar las 96 llamas de Hillsborough

La historia del Liverpool F.C. quedó irremediablemente marcada en la década de los 80 a través tanto de los triunfos como por dos desgraciados accidentes que afectaron al club rojo de la ciudad de los Beatles.

De Heysel a Hillsborough
La esperada final de la vieja Copa de Europa de 1985 enfrentó en Bruselas al Liverpool contra la Juventus. Los dos equipos más fuertes del continente, por aquel entonces, se citaban en Heysel con el cetro europeo en juego. Los 'reds' acudían como vigentes campeones de la 'orejona' y los 'bianconeros' como triunfadores de la Recopa, en un pulso que significaba también medir el poder entre el fútbol italiano ante el inglés, claros dominadores de la época.

39 personas fallecieron en aquella final europea. Las escasas medidas de seguridad propuestas por la policía belga, la antigüedad de las instalaciones, el lanzamiento de objetos de los 'hooligans' y el estado de embriaguez de muchos aficionados provocaron una serie de avalanchas fatales en el sector juventino con terribles consecuencias.

La violencia en las gradas había pasado a ser en los años 80 un problema grave tanto para la policía como para el gobierno británico de Margaret Thatcher. Heysel dio la razón a todos aquellos que habían pedido mano dura y un control más severo a los seguidores más radicales del fútbol. En especial a los del Liverpool, estigmatizados y señalados desde los incidentes de Bruselas.

El Liverpool, como único responsable apuntado por la UEFA de aquel fatídico 29 de mayo de 1985, fue sancionado por diez años, castigo que fue posteriormente reducido a seis. El club estaba herido por la imagen ofrecida y el perjuicio causado al fútbol del país, el cual se vio afectado por la sanción. Un daño que de nuevo azotaba a los 'reds' apenas cuatro años después, con la tragedia de Hillsborough.

escudo del Liverpool

El fútbol inglés se resiente del castigo
El atractivo de los torneos domésticos -Liga, Copa y Copa de la Liga- había crecido a la fuerza en Inglaterra debido a la prohibición, a partir de la campaña 1985-86, a los clubes ingleses de participar en cualquier torneo europeo.

Esta situación implicó un éxodo de las estrellas de los principales clubes británicos hacia otros equipos que disputaran la Copa de Europa, así como una importante disminución de ingresos publicitarios por la caída del interés en las competiciones nacionales. Dicho castigo se mantuvo hasta la temporada 1991-92, momento en el que el Arsenal participó en la Copa de Europa.

La F.A. Cup de 1989
El 15 de abril de 1989 la Copa inglesa -también conocida como F.A. Cup- se encontraba en su fase de semifinales, disputándose sendos encuentros a partido único. El Everton se deshizo por 1-0 del Norwich City en el Villa Park de Birmingham, mientras que Liverpool de Kenny Daglish y el Nottingham Forest del legendario Brian Clough se disponían a jugar su encuentro en el Hillsborough Stadium de Sheffield. Un partido que desgraciadamente pasó a la historia del deporte, del mismo modo que lo habían hecho anteriormente otras tragedias. Otra más para el Liverpool.


La tragedia de Hillsborough
Se llevaban 6 minutos de juego en aquel Liverpool - Forest de 1989, programado para las 15 horas, cuando el árbitro detuvo el encuentro debido a la gran cantidad de público que había pasado desde sus localidades, situadas en uno de los fondos, al césped o al anillo superior. Los seguidores, mayoritariamente del Liverpool, presos del pánico y de la imposibilidad de permanecer en unas atestadas gradas, trataban de localizar un hueco entre la multitud.

El nulo control de las ventas de entradas, algo muy habitual en un duelo en campo neutral, y los viejos accesos de Hillsborough, plagado de recovecos y de muros de contención, contribuyeron a incrementar el desastre. Además, los atascos en la carretera entre Liverpool y Sheffield provocaron que muchos aficionados llegaran con retraso y nerviosos, ávidos de entrar en cuanto pudieran.


Para terminar, la mala reputación de los fans del Liverpool, acrecentada desde los incidentes de Heysel, y la elección de situarles en la zona del estadio con menos aforo, aún siendo más numerosos, desembocaron finalmente en la catástrofe.

El triste desenlace
La tensión se podía palpar entre la hinchada 'red'. A pesar de estar ambas aficiones separadas, los nervios surgieron no por agresiones entre hooligans de sendos equipos sino por la incapacidad de avanzar entre el gentío, mientras el tiempo se echaba encima.  

El miedo de las fuerzas de seguridad era que la masa que esperaba en el exterior pasara de la impaciencia a provocar un tumulto por lo que pensaron que abrir las puertas de par en par era la mejor opción para tranquilizarles. Un grave error ya que las antiguas instalaciones y el descontrol transformaron Hillsborough en una trampa de ladrillo y hormigón.


La desorganización motivó que la gran mayoría del público se encaminara hacía las gradas por una vía de acceso que no era la única pero que así lo parecía. La estrechez del túnel y las avalanchas generaron un efecto dominó en todos los sentidos, quedando los seguidores encajonados entre las vallas fijas o las paredes del vetusto Hillsborough.

La policía creyó que era otro acto de hooliganismo de los temidos seguidores del Liverpool y no accedió a la evacuación y el desalojo hacia el rectángulo de juego o a las gradas superiores. Un miedo que también motivó que no se permitiera el acceso de las primeras ambulancias que habían llegado alarmadas por las imágenes televisadas.

Hillsborough, Sheffield
Foto del estadio de Hillsborough, tomada por el usuario Mick Knapton.

La respuesta del público fue inmediata: convertir la publicidad estática en improvisadas camillas con las que ayudar a los heridos, cuyas cantidad crecía, al igual que la cifra de fallecidos, elevadas finalmente a 96 personas.

La llama de Hillsborough sigue viva
Los habitantes de Liverpool de uno o de otro modo estuvieron directamente relacionados con la tragedia de Hillsborough. Otro de los clubes de la ciudad, el Everton, se ha volcado siempre, junto a sus vecinos, en la lucha por esclarecer los culpables del accidente, olvidando las posibles rivalidades deportivas de sendos clubes.

escudo del Liverpool

Los homenajes se han producido desde entonces con el objeto de mantener vivo el recuerdo de aquellos 96 aficionados. La catedral de la ciudad tiene una inscripción en recuerdo a las víctimas, y el Liverpool introdujo posteriormente en el escudo, en 1992 -coincidiendo con el centenario-, dos llamas flanqueando al liver bird. En los alrededores de Anfield, y junto a las famosas verjas donde se lee el lema del 'You'll Never Walk Alone', denominadas como puertas de Shanlky, se encuentra un monumento con el listado de fallecidos. El más joven de todos, un niño de 10 años llamado Jon-Paúl Gilhooley, era primo del actual capitán Steven Gerrard.

El derbi de Merseyside en la final de la F.A.
Caprichos del destino, la final de aquella edición de la Copa de Inglaterra fue otra edición del derbi de Merseyside. Liverpool y Everton se citaron en la campaña 1988-89, en la llamada final de las lágrimas, con todas las emociones a flor de piel por los recientes fallecimientos en Hillsborough.

Bajo las banderas a media asta, se vivió un vibrante partido entre dos grandes plantillas. Los 'reds' se impusieron en una trepidante prórroga con Ian Rush y McCall relevándose en el apartado de goleadores durante el tiempo extra. El Liverpool, dirigido por Kenny Dalglish -y capitaneados por el propio Rush, Aldrige, Houghton, Beardsley o Barnes- subieron los 39 escalones del mítico Wembley dentro de una amarga victoria.

El 'Informe Taylor'
Paralelamente a estos sucesos, se redactaba el llamado 'informe Taylor', de 1990. Una serie de medidas gubernamentales surgidas por este nuevo desgraciado accidente y que terminaron por cambiar el panorama de los estadios de fútbol, obligando a sentar al público en localidades numeradas, reducir el número de vallas y la recomendación de retirar el alcohol de los estadios, así como de colocar videovigilancia para acabar con los hooligans.

Con el paso del tiempo se ha sabido que el gobierno de Thatcher manipuló las pruebas para culpabilizar al público del Liverpool y liberar de cualquier cargo a las fuerzas de orden, cuya negligencia para ser más que probada actualmente. Prueba de lo cual han sido las disculpas lanzadas desde la Cámara de los Comunes al club, con David Cameron rompiendo un largo silencio institucional.

Mosaico en las gradas de Anfield pidiendo justicia ("Justice") para los 96 fallecidos de Hillsborough.

La Premier no olvida Hillsborough
Recientemente, con motivo del 25º aniversario de la catástrofe de Hillsborough, se vivió en 2014 un emotivo gesto al retrasar toda la jornada seis minutos -el tiempo que se llegó a disputar el día de la catástrofe- más otro en señal de luto. Un imborrable recuerdo que sigue presente entre los aficionados del Liverpool y de su ciudad, los cuales siguen esperando justicia para las 96 personas que perdieron su vida aquella tarde.

viernes, 12 de diciembre de 2014

La alocada tripulación de Turbonegro arrasa Madrid

No hay duda de que el inglés es el idioma oficial del rock y del pop. La lengua de Shakespeare ha servido de vehículo para que Inglaterra y Estados Unidos exportaran a sus grupos musicales a todos los confines del globo, ayudados primero por la radio y después por la TV.

La aparición de sellos internacionales musicales potenciaron el nacimiento de movimientos culturales en otros lugares, abriendo el mercado a países que habían tenido hasta entonces un papel secundario. ABBA fue uno de los responsables de liberar las fronteras del norte. El cuarteto sueco tuvo que esperar un lustro para que otros compatriotas, Europe, volvieran a poner los ojos sobre sus frías tierras. Una mirada que ya no desapareció en los 80 y 90 con la irrupción de Roxette, A-ha o Ace of Base.

Las posteriores oleadas que comenzaban a venir de los dominios de Odín crecieron en número y potencia. Transformando a Suecia, Noruega y Finlandia como la mejor cantera del sonido gótico y extremo, del metal más demoledor y oscuro.



De Suecia: Candlemass, Entombed, Bathory, Yngwie Malmsteen, Opeth, At The Gates, In Flames, Hellacopters, Hardcore Superstar, Tiamat, Ghost, Hammerfall, Katatonia, Backyard Babies, Arch Enemy, Therion...

De Finlandia:  HIM, Nightwish, The Rasmus, Apocalyptica, Children of Bodom, Sonata Arctica, Poisonblack, Charon, Stratovarius, The 69 Eyes, Lordi, Impaled Nazarene, To/Die/For...

De Noruega surgían parte de los 'mayores demonios' del rock contemporáneo a ritmo de death metal y black metal -con referentes como Mayhem, Burzum, Emperor, Darkthrone, Immortal o Enslaved-.  A la par que ellos, Gluciefer y Turbonegro se abrían paso con toques más garajeros, coqueteando con el punk, un estilo similar al que practicaban Backyard Babies o The Hellacopters en Suecia.

Turbonegro
Cuando uno analiza a Turbonegro, no encuentra nada novedoso en su oferta. El combo noruego ha mezclado varios conceptos tanto musicalmente como estéticamente desde que nacieran a finales de los 80. Se trata de un hard-rock que a veces se acerca al punk clásico de Nueva York, mamado directamente de los Dictators, para otras pasar por un estilo glam, tendencia que se vislumbra en sus maquillajes y el aspecto tanto andrógino como teatral, que bien podría haber firmado un Bowie o Alice Cooper.


Entonces, ¿a qué se debe el éxito? El éxito de Turbonegro se compone de un puñado de muy buenas canciones, temas con atractivas melodías que invitan al movimiento, a una grandiosa puesta en directo -casi circense; siempre cómica-, y a la personalidad de sus líderes sobre el escenario. Una figura encarnada anteriormente por el inconfundible Hank Von Helvete y ahora retomada por un fan del grupo que ha cumplido su sueño de liderar a la banda que tanto adoraba.

Todo ello sumado al repóquer de discos claves en la historia de la banda, y del punk-rock escandinavo. Un quinteto formado por 'Never Is Forever', 'Ass Cobra', 'Apocalypse Dudes', 'Scandinavian Leather' y 'Party Animals'. 

Turbonegro en la Sala Penélope. Madrid, 11 de diciembre de 2014

El ambiente gélido en la sala Penélope fue pronto resuelto por el calor humano del público al hacerse hueco en los estrechos recovecos que dejaba la pista.

Los encargados de calentar el ambiente fueron los baracaldeses Porco Bravo con un show magistral donde además de sonar compactos, ofrecieron ese punto de implicación con el público que se está perdiendo, así como la capacidad de Manu, cantante, de provocar con la mirada, de incitar en cada gesto y escandalizar tanto con sus poses como actos, como cuando se quemó el periódico en el pecho o se grapó la cara, actitudes rebeldes que parecían haberse apagado en nuestros escenarios. Una herencia perdida desde el punk de los 70 y 80 que esta noche se recuperó.

Manu no dudó en subirse a una tabla de surf para buscar la ola buena en la Penélope

La espera se hizo interminable antes de que Turbonegro tomara el relevo de la formación de Barakaldo. Los noruegos se han dejado en el camino a su anterior frontman y desde 2011 el barco está capitaneado por un antiguo seguidor acérrimo que ahora asiste a los conciertos desde el otro lado del escenario.

Con bastante retraso, la robusta figura del británico Tony Silvester hizo acto de escena junto al resto de la formación, cuya imagen es un cruce entre unos marineros despistados que buscan sexo desesperadamente en cualquier puerto -como si fueran asiduos al legendario bar la Ostra Azul- o un grupo de personas trasnochadoras que pretenden homenajear a los Village People por un puñado de monedas. Y es que Turbonegro además de buena música, es una imagen con su copyright.

La falta de puntualidad pronto fue perdonada por el impaciente público madrileño. Los noruegos han sido inteligentes a la hora de preparar el material que sonaría en esta gira. Se han olvidado de la escasa repercusión de los últimos dos trabajos para dar la relevancia que se merece a las joyas que guardan su discografía.

Euroboy eligió un 'discreto atuendo' para saltar a la sala Penélope

Aunque el protagonismo, y las miradas, se dirigían al nuevo cantante, evaluándole, el peso de la actuación recayó sobre el aparente impasible Knut Schreiner, conocido como Euroboy, el cual marcó el compás a través de esos extraordinarios acordes que tiene Turbonegro y que este portento de las seis cuerdas sabe dosificar.

Los grandes éxitos caían uno tras otro, con una atronadora fuerza a la que le faltó un mejor sonido desde el micrófono. All My Friends Are Dead, Blow Me (Like The Wind), Are You Ready (For Some Darkness), Rock Against Ass, Sell Your Body (To The Night) desfilaron por la cubierta de proa en la primera parte del set.

En medio de cada tema se colaba de vez en cuando el número particular de Happy Tom. El bajista, bajo su estética de grumete despistado, hizo de improvisado traductor de un charlatán Silvester. Dos circunstancias que o bien pudieron hacer carcajear o cortar el ritmo de aquel que buscara sólo música.

Las capas de maquillaje del quinteto iban despareciendo en la noche para dar paso a dos de la más deseadas de su repertorio. Fuck The World y Get It On aceleraron otra vez a la multitud antes de ofrecer el primer parón de su descarga.


El regreso del grupo sobre las tablas sirvió para dejar patente la calidad como músicos al interpretar primero The Age Of Pamparius y luego encadenar con riffs varios éxitos de la historia de música de los 80 y 90. Entre notas de Nirvana y Metallica asomó una versión de Dire Straits que condujo al inevitable final, al himno de los nórdicos que no es otro que el I Got Erection.

Un tema corto, sencillo, pero popular en muchos rincones del planeta -no en vano, el equipo alemán del St. Pauli lo usa como banda sonora-. Madrid, que no es menos, también quiso degustarlo, y con su animoso coro y más animado mensaje dejó al público madrileño con la libido subida y una sonrisa de oreja a oreja. Porque la duda es: ¿hay alguien en el mundo al que no le estimule Turbonegro? Lo dudo. Y si hay alguien... ¡que le jodan al mundo!


sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Cuándo el FC Barcelona ha jugado de color blanco?

Los colores de los clubes de fútbol son tan importantes como los escudos o el himno. Son el modo cómo los aficionados reconocen a sus equipos de los rivales. Aunque en los últimos años el merchandising está variando esta costumbre -ya no es extraño que se salte al césped con la segunda o tercera equipación en su propio estadio-, no deja de ser uno de tantos simbolismos que tiene el fútbol para estrechar lazos con el hincha.

El Fútbol Club Barcelona se ha vinculado desde su fundación en 1899 con dos tonos: el grana y el azul. En un principio representado por dos mitades iguales que con el tiempo se transformó en un rayado vertical para recuperar el formato original en ciertos momentos, como en la celebración del centenario.

El blanco, común en casi todos los equipos de fútbol por su sencillez a la hora de confeccionarlo, tampoco fue ajeno a los culés, quienes hasta 1913 lo tuvieron en el pantalón, en una época donde lucirlo no tenía ningún significado negativo para sus seguidores.

camiseta Barcelona de Kappa, 1992

La ventaja de vestir de azulgrana
La ventaja que tenía el Barça con respecto a otras instituciones es que era más complicado encontrarse con un contrincante que le obligara a cambiar de indumentaria por coincidencia de colores. Cuando tal circunstancia ocurría, se recurrió incluso al blanco. Una decisión que actualmente resultaría increíble e inaceptable por la masa social blaugrana. De hecho, la marca Kappa introdujo una franja blanca en las mangas durante su estreno en 1992 como patrocinador, provocando reprimendas por parte de los sectores más tradicionales.

símbolo de Kappa, logo Kappa


Antes de que la rivalidad con el Real Madrid se hiciera más intensa, el Barcelona portó una camiseta blanca durante algunos partidos. En los que coincidía con su rival con una tonalidad similar. Situación que no era muy habitual en la Liga y que se producía cuando el Barça viajaba a Pontevedra o en los duelos contra el Levante. Incluso jugando en su antiguo estadio, en Les Corts, en un partido en la temporada 1946-47 donde posaron de esta manera contra el cuadro levantinista.


Europa también fue testigo de contemplar a un Barcelona que pasó del azulgrana al blanco. En especial en la desaparecida Copa de Ferias, como ya lo habían hecho en la extinta Copa Latina en 1952.

Los primeros títulos llegan de la mano de la Copa de Ferias
La Copa de Ferias fue una curiosa competición que se celebró en el viejo continente a partir de 1955, dos semanas después de que naciera la Copa de Europa, entre ciudades que albergaran una Feria de rango internacional (Basilea, Barcelona, Birmingham, Copenhague, Estocolmo, Fráncfort, Milán, Lausana, Leipzig, Londres, Viena y Zagreb). Los partidos tenían que coincidir con fechas en las que se celebraran dichas ferias, de ahí que muchos encuentros nunca se jugaran y que las primeras ediciones se eternizaran.

No era necesario que los equipos participantes hubieran sido vencedores de sus respectivas Ligas. El Barcelona, que quedó campeón en las dos primeras ediciones (1958 y 1960), fue el único representante de España, dado que el RCD Español rehusó alinearse junto a los culés para formar una selección representante de la Ciudad Condal.

A pesar de la distancia de dos años entre una cita y otra, 1958 y 1960, se trataron de eventos consecutivos que presa del caprichoso calendario hicieron que la disputa de la Copa se alargara, restando una importancia que ya carecía en algunos países como Francia, más pendiente de que el reciente formato de Copa de Europa lanzado por L'Equipe y el Real Madrid tuviera éxito.

La primera Copa de Ferias celebrada derivó en un maratoniano torneo que abarcó tres años de duración por problemas para localizar fechas libres. Los equipos eran integrados por un club -casos del Barcelona, Lausana, Inter o Birmingham City- o de combinados de equipos que representaban a la ciudad, primero se enfrentaban en una liguilla previa que después daba paso a los cruces de semifinales.

De hecho, el rival del Barcelona en la final fue la selección de Londres -formada por jugadores de los distintos equipos que salpican la capital inglesa: Arsenal, Brentford, Charlton Athletic, Chelsea, Crystal Palace, Fulham, Leyton Orient, Millwall, Queens Park Rangers, Tottenham Hotspur y West Ham United-.

Sólo Ramallets y el utilero portaban el escudo del Barcelona. Foto pertenenciente a la web: Europa en juego

El Barça se adjudicó el título tras un contundente 6-0 en el Camp Nou. Era el primer hito europeo de los culés en su nuevo estadio y la despedida de un icono como Estanislao Basora. Aunque conseguirlo con el escudo de la ciudad cosido en el pecho, sin los colores habituales -se utilizaron el blanco y pantalón azul (frente al Copenhague el día de Navidad de 1955 o en semifinales ante el Birmingham City en 1957) o el azul y el pantalón blanco, colores de la Federación de Cataluña-, han restado importancia a este galardón, e incluso hay estadistas e historiadores que no lo incluyen en el palmarés del Barcelona, aunque los once futbolistas que saltaron al campo pertenecían a la entidad azulgrana.



La UEFA no se aclara con la Copa de Ferias
La propia UEFA arroja más sombras que luces sobre la relevancia de la Copa de Ferias. El organismo internacional considera que el torneo que nació en 1955 y que acabó en 1971 es la precursora de la Copa de la UEFA (1971-2009) y por lo tanto el germen de la actual Europa League (2009-actualidad).

Por otro lado, no contabilizan los resultados de la Copa de Ferias a nivel estadístico ni dentro del palmarés global. Haciendo de menos a este segundo torneo continental, argumentando que no fueron organizadas por el estamento de la UEFA, aunque recibieran su apadrinamiento e incluso uno de sus vicepresidentes, Ernst B. Thommen, estuviera en el comité del trofeo.

El Barça, dominador de la Copa de Ferias
El prestigio del galardón fue creciendo con el paso de las temporadas. Ya no se trataba de un torneo entre ciudades que acogieran una Feria de muestras sino de un campeonato continental que caminaba a la par de la prestigiosa Copa de Europa, donde también el Barça disputó otro partido de blanco, en 1959 contra el Milan en el estreno culé en el trofeo de la 'orejona' con un Luis Suárez estelar y un Ramallets colosal.

El Barcelona se presentó otra vez en la final de la Copa de Ferias en 1960. El rival volvió a ser el Birmingham City en una eliminatoria a doble partido resuelta en el Camp Nou por un contundente 4-1, tras el empate registrado en St Andrew's. Después de estos dos entorchados encadenados, llegó el tercero en 1966 ante el Real Zaragoza. Una temporada donde el blanco asomó de nuevo, contra el Hannover -octavos de final-.

En 1971, a la finalización de la historia de la competición, el Leeds de Don Revie y Barcelona eran los clubes con más Copas de Feria, aunque también se encontraba el Valencia con otro par de Copas. En el caso de los catalanes exhibían tres -aunque una de ellas bajo el emblema de la ciudad- y los ingleses tenían dos, siendo el Barcelona el primero en alzarse con ella y el Leeds el último, motivo por el que se organizó un encuentro entre ambos.

La final de las finales se jugó en el Camp Nou el 22 de septiembre de 1971 con triunfo de los azulgranas por 2-1, quienes lucieron sus colores habituales y el escudo barcelonista. Esta victoria hizo que el trofeo pasara a las vitrinas del club de manera perpetua, en propiedad, dado que la UEFA tomaba la riendas del torneo renombrándolo como Copa de la UEFA.

Barcelona, Copa de Ferias

El Barcelona no abandona el blanco en la década de los 70
El Barcelona usó el blanco durante la eliminatoria contra el Inter en 1970 de Copa de Ferias. Un partido donde la densa niebla en Milán impidió disputarse el resto del encuentro. Motivo por el que la cita entre ambos se trasladó una semana, con triunfo final de los interistas ante un Barça blanquecino.

Dos temporadas después fue el Steaua, el cual lleva el azulgrana tanto en su escudo como elástica, los que se cruzaron en el camino de los culés en la desaparecida Recopa de 1971-72. Otra vez de blanco y de nuevo cayendo en octavos en Europa.

Crónica del partido publica por Mundo Deportivo el 4 de noviembre de 1971

Otro equipo azulgrana de la Europa del Este fue el siguiente club que forzó a sacar el blanco del armario en el curso 1975-76. El C.F. Barcelona, como se le conocía por aquel entonces, perdió de nuevo con el color blanco, aunque en esta ocasión logró salvar la eliminatoria, que volvían a ser unos octavos de final, de Copa de la UEFA ante el Vasas de Budapest.
 
Los últimos encuentros de blanco en el siglo XX
Inglaterra fue el escenario donde el Barcelona disputase sus dos últimos partidos de blanco. Un detalle, que como he explicado, no tuvo la trascendencia que tendría ahora si el equipo saltara con dicho color en uno de sus compromisos europeos

El primero, contra el Aston Villa en 1978, en cuartos de final de la Copa de la UEFA. Un partido recordado por la ovación cerrada del público británico a la salida de un lesionado Johan Cruyff, con el dorsal 9 a la espalda, que apuraba sus días como azulgranas. Dicha camiseta fue subastada recientemente por una importante cantidad de dinero.


El Barça utilizó el blanco por última vez con motivo del duelo de cuartos de final de la Recopa de Europa contra el Ipswich Town. Un encuentro donde fueron doblegados por 2-1 en Portman Road. Un 7 de marzo de 1979 que ha pasado a la historia por ser la última ocasión en la que los azulganas cambiaron sus colores por el blanco.


El incremento de la rivalidad entre Real Madrid y Barcelona, junto con la confección de camisetas en cualquier tono, propiciaron que los culés abandonaran definitivamente el blanco, a pesar de las ventajas que tienen los tonos claros a la hora de jugar al fútbol.

Por esa razón, y desde el desembarco de Cruyff como entrenador, el Barcelona buscó un tono claro como el amarillo, naranja o verde en la segunda equipación, todo para ser visto en el campo y a la vez para no asemejarse al eterno rival, porque ¿alguien podría imaginar actualmente una camiseta del Barcelona en blanco?

Pues sí, contra todo pronóstico el Barcelona hizo público que para la temporada 2022-23 iba a tener una camiseta alternativa color claro. Un gris casi blanquecino que será completamente blanco para la campaña 2023-24.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Paulistão de 1973, el sorprendente último título de Pelé

Un partido de fútbol puede pasar a la historia por muchos motivos. Entre las razones de incluirlo para la posteridad estarían: la calidad del juego y de los goles, la importancia de la competición que se disputó, los futbolistas que tomaron parte o la relevancia que tuvo aquel acontecimiento.

La final del Campeonato Paulista (Brasil) celebrado en 1973 entre Santos y la Portuguesa es uno de esos encuentros que cumplen con todos los ingredientes mencionados. Un duelo legendario en todos los sentidos.

Sao Paulo

El Campeonato Paulista
El Campeonato Paulista o Paulistao es el torneo de fútbol que se juega en Brasil dentro del estado de Sao Paulo, el cual tiene una población de unos 40 millones de personas y un buen número de los clubes más importantes del país.

La competición se estrenó en 1902. Desde entonces hasta 16 conjuntos han escrito su nombre como vencedores. Un listado de campeones comandado por su póker de conjuntos más importantes:
  • Corinthians
  • Palmeiras
  • Sao Paulo 
  • Santos 
Los cuatro equipos citados cuentan con más de 20 títulos Paulistas en sus vitrinas, marcando una distancia considerable sobre el resto de clubes en la clasificación histórica estatal, como Club Athletico Paulistano, SPAC y La Portuguesa, indiscutible protagonista, junto a Santos, de la edición disputada en 1973.

El Paulistao de 1973
Santos y Portuguesa accedieron a la final debido a que cada uno se había adjudicado con una ronda del campeonato estatal. La cita se produjo el 26 de agosto en un abarrotado Morumbi que registró 116.000 espectadores.

Santos vs Portuguesa, escudos

Dos grandes referentes del fútbol nacional como Carlos Alberto y Pelé, junto a otros más desconocidos pero igualmente destacables -como Edú y Lima-, ejercían de referentes de un Santos que estaba tocando a su fin de una de sus épocas más gloriosas.
      El partido fue tremendamente igualado durante los 90 minutos iniciales. Las únicas ocasiones llegaron de lanzamientos de falta. Durante la posterior prórroga, Portuguesa estuvo más cerca de inclinar la balanza hacia su lado con una oportunidad en el último suspiro que hubiera deshecho el empate del marcador.


      Un partido doblemente histórico
      Este encuentro nunca hubiera trascendido si no fuera por que a la postre significó el último campeonato conseguido por Pelé en Brasil. Más tarde, en 1977, llegó el título de North Amercan Soccer League (NASL) a lomos del exótico New York Cosmos, con el que puso fin a su carrera deportiva profesional. Otra razón por la que este partido ha pasado a la historia es por la insólita tanda de penaltis que se celebró para esclarecer el campeón y donde el colegiado Armando Marques se convirtió en el indiscutible protagonista.

      El 'Peixe', como se conoce a Santos, se adelantó por dos penas máximas a su rival. En el tercer lanzamiento de Portuguesa, el esférico impactó con violencia en el travesaño tras el golpeo de Wilsinho.

      El árbitro Marques decretó el final haciendo que el guardameta Cejas saltara de alegría y se dirigiera a abrazar al resto de compañeros. Nadie se percató que existía la posibilidad del empate, en caso de que Santos hubiera fallado los penaltis restantes que disponían y que Portuguesa hubiera acertado con las suyas.

      Pelé, Santos
      Pelé con la camiseta del Santos (Foto extraída de Wikipedia, libre de derechos)

      Si la presencia de Pelé garantizaba un hueco a este encuentro en los almanaques deportivos. Su resolución hizo de este duelo entre Santos-Portuguesa un capítulo aparte dentro de los anales del balompié paulista y brasileño.

      Otto Glória, entrenador carioca del conjunto luso, mandó a todos sus jugadores al vestuario, consciente del error arbitral y de las mayores posibilidades que existían para sus intereses si no permanecían sobre el césped. Para ese momento en el terreno de juego se había producido la habitual invasión de periodistas y de algunos aficionados, nubes de personas que revoloteaban alrededor de Pelé y otros integrantes del cuadro albinegro.

      En ese instante, un cuarto de hora después, se advirtió al colegiado de su error y trató de subsanarlo llamando a los futbolistas de Portuguesa, quienes de manera muy hábil, y aconsejados por su experimentado técnico, ya habían abandonado las instalaciones de Morumbi en autobús.

      En las sucesivas horas, de manera salomónica, la Federación Paulista no tuvo más remedio que considerar campeones a sendos conjuntos. Siendo el trofeo Paulista de 1973 compartido entre Portuguesa y Santos. Una Copa, que como hemos visto, ha pasado a la historia por muchas razones.

      miércoles, 22 de octubre de 2014

      Cuatro años, 200 entradas publicadas y una canción triste

      El título que he dado a este 'post' parece sacado del estribillo de una canción de Joaquín Sabina o  de un libro de Pablo Neruda. La razón no es otra que el blog ha cumplido esta semana su cuarto año de vida. Para ser más exactos, el pasado 20 de octubre.

      Además de este aniversario, ayer me fijé que la última entrada que escribí sobre la película de Oliver Stone era la número 200. Un doble centenario que se convierte en una doble celebración para este espacio.

      cintas VHS

      Los cuatro años de este blog han dado para mucho: han dado para conocer a nuevas personas -la mayor parte de ellos 'aparecen' aquí a la derecha, con los enlaces a sus bitácoras-, han servido para volver a palpar el cariño de muchos viejos amigos y también para ejercitar el precioso arte de contar historias y de escribir.

      A todos ellos, y a los visitantes anónimos que han terminado siendo habituales de este sitio, quiero dar las gracias por vuestra fidelidad a estas 'Memorias de una cinta VHS'.


      Aunque no puedo escribir con la misma constancia que antes debido al trabajo, que más que trabajo es un hobbie remunerado -podéis leerme también en la web de Goal.com :-) -, siempre intento sacar hueco para, al menos, meter un nuevo tema de vez en cuando. 

      La idea es seguir con este proyecto durante mucho tiempo. Empezar parece lo más difícil, pero lo más complicado es finalmente mantenerse y ser constante. Para ello necesitaré mucha dosis de paciencia y dedicación, porque la suerte y la fortuna están aparentemente de mi lado, proporcionado por el regalo de musamolona, ¡gracias! Un gato que saluda a un mañana mejor. Esperemos que sea así.


      No me olvido de la fecha
      Como muchos sabéis, estos días son siempre muy complicados para mí. El 20 de octubre de 2011 falleció una de las mejores personas que he conocido. Si ya es jodido desprenderse de alguien así, más lo es cuando te queda mucho por disfrutar y cuando la vida se va de forma tan brusca.

      Este blog lo empecé hablando del grupo W.A.S.P., por mi devoción a uno de sus discos y a su cantante Blackie Lawless, quien también perdió a una persona cercana en un accidente y a quien le dedicó un tema. Una canción que hoy, y por muchos años, sonará también para José Luis.

      W.A.S.P. - Forever Free



      The wind cries her name in the breeze
      But I can't hold her anymore
      Some fallen angel had come to me
      And fell to heavy on my soul
      And stole from me the love that I heard
      Lords of time say never die
      And said- don't cry for me, cause I'll be
      Riding the wind forever free
      High in the wind forever free
      I'll ride the wind forever free
      High in the wind forever free
      Forever free.

      jueves, 16 de octubre de 2014

      'Un domingo cualquiera' para Oliver Stone

      El género deportivo nunca ha contado con grandes referentes en la historia del cine. A excepción del boxeo, capaz por sí solo de proporcionar la base argumental para películas de gran trascendencia en la historia del séptimo arte, como: 'Rocky', 'Toro Salvaje', 'Campeón', 'Million Dollar Baby'...

      Los deportes más populares en el planeta -fútbol, baloncesto y fútbol americano- han sido víctimas, en líneas generales, de ser llevados a la gran pantalla bajo guiones simples, basados en hechos reales, con la superación y previsibilidad como bandera, recreando las hazañas de equipos pequeños que se hacían grandes y superaban la adversidad.

      A todo ello se añadía que capitaneando el proyecto se encontraba o un director novel o alguien sin la trayectoria para dar seriedad a la cinta. Por todo ello, sorprendió que un director como Oliver Stone se embarcara en la tarea de rodar una película con el fútbol americano como eje argumental.

      Oliver Stone, el director de las barras y estrellas
      La temática usada por Oliver Stone es tan variada como la propia población de los Estados Unidos. Si bien, todas sus películas guardan algo en común cuando se las observa en conjunto: compilar un pedazo de la historia moderna de su país, entendiéndolo en un sentido amplio.

      La trilogía basada en la Guerra de Vietnam -'Nacido el 4 de julio', 'Platoon' y 'El cielo y la tierra'- representan los miedos de un conflicto perdido que debilitó a toda una generación estadounidense. De igual modo que todos ellos quedaron marcados por dos presidentes -Kennedy y Nixon- a quienes Stone los dedica otro par de obras.


      Nueva York no podía faltar en su filmografía de este 'hijo de la Gran Manzana' para quien 'Wall Street' es la mirada crítica al capitalismo más despiadado, al sistema social y económico que transformó a la nación en el motor del planeta.

      Otras tres piezas del puzzle que usa el cineasta para dar forma a Norteamérica son el rock -reflejados a través de los acordes de los 'Doors'-, el uso de las armas o la violencia -'Natural Born Killers' y 'Giro Al Infierno'- y el deporte, donde encaja este 'Domingo Cualquiera' preparado por Oliver Stone en el calendario de 1999.

      Mucho más que fútbol americano
      No hay que caer en la trampa, 'Un domingo cualquiera' no es una película simple sobre un deporte que en Europa no tiene casi repercusión. 'Un domingo cualquiera' es mucho más. Se trata de un compendio de problemas que afectan actualmente al profesionalismo de todos los deportes. Situaciones tan comunes y universales como:
      • La dureza y exigencia del deporte al máximo nivel
      • La lucha de egos dentro del vestuario
      • Los retos a nivel de grupo y a nivel personal, los cuales hacen de los futbolistas cada vez más egoístas
      • La pérdida de pasión tras dar el salto desde la Universidad a la Ligas mayores
      • La motivación para afrontar un partido
      • El racismo y el machismo, personalizados en la presencia de un quaterback negro y una joven presidenta
      • Las relaciones entre el entrenador y la cúpula directiva
      • Las relaciones entre un entrenador y su plantilla
      • El poder que ejercen las franquicias sobre las ciudades de los EE.UU.
      • El final de la carrera deportiva de un mito. Las repercusiones en su entorno familiar
      • El peso de la fama y la crítica a crear iconos
      • El lado oculto: las juergas, prostitución, drogas, alcohol, la ética médica y el dopaje
      • La presión de los medios de comunicación
      • La desmedida importancia de la publicidad y el merchandising en cualquier deporte
      • Las decisiones a la hora de renovar, fichar y despedir en una plantel

      Un equipo ficticio con problemas reales
      Para tejer toda esta historia, Stone crea una franquicia ficticia denominada 'Sharks' (tiburones), presidida por Cameron Diaz, donde el quaterback principal de la institución -interpretado por Dennis Quaid- se lesiona, teniendo el entrenador -Al Pacino- que ceder la batuta a un joven debutante -papel estelar que asume el actor Jamie Foxx-.

      Oliver Stone ofrece sucesivos guiños al espectador acostumbrado al mundo de la NFL, la cual se quiso mantener al margen del film y no cedió los derechos para usar los logotipos. Los Sharks están afincados en Miami, sede habitual de los Dolphins (delfines), cuya estrella histórica, Dan Marino, llevaba el dorsal 13, mismo número usado por el rookie de los Miami Sharks. No es la única aportación del legendario Marino, dado que su casa hizo de decorado y de mansión para el personaje interpretado por Quaid.

      Camiseta y símbolo de los Miami Dolphins

      Un aficionado tras las cámaras
      Oliver Stone demuestra su pasión como aficionado al fútbol americano y su maestría en la dirección. Stone, quien hace un cameo en la película como analista en la radio, se recrea en los planos cortos, en meter la cámara en el interior del juego. Un estilo heredado de los videoclips y de las retransmisiones por TV.

      También hay lugar para las pruebas, como ciertas tomas aéreas o ángulos inesperados de cámara, deleitándose con un sello personal que ya estaba practicando anteriormente de intercalar fragmentos a distintas velocidades de reproducción, mezclando el blanco y negro o el sepia en las escenas. Todo ello salpicado con una banda sonora que pone ritmo a las vertiginosas acciones sobre el césped donde el punto violento, marca de la casa, vive su cenit con la secuencia del globo ocular.

      Oliver Stone delata sus colores cuando en el guión se habla de Joe Montana o cuando los Sharks se juegan la final de los 'play-offs' contra la franquicia de San Francisco, la verdadera devoción del cineasta en el fútbol americano. Pero si por algo es recordada esta cinta es por el extraordinario discurso de Al Pacino, motivador como pocos.


      El motivador discurso de Al Pacino
      "No sé qué decir en realidad. Tres minutos para la mayor batalla de nuestras vidas profesionales. Todo se reduce a hoy. O, nos curamos como equipo, o nos desmoronamos. Jugada a jugada, pulgada a pulgada, hasta el final. Ahora estamos en el infierno, caballeros. Creedme. Y, o nos quedamos aquí dejándonos machacar o, luchamos por volver a la luz. 

      Podemos salir del infierno, pulgada a pulgada. Yo no puedo hacerlo por vosotros. Soy muy viejo. Miro alrededor y veo esas jóvenes caras y pienso… He cometido todos los errores que un hombre de mediana edad puede cometer. He despilfarrado todo mi dinero, podéis creerlo. He echado de mi vida a todo el que me ha amado. Y últimamente ni siquiera soporto la cara que veo en el espejo.

      Mirad, cuando te haces mayor en la vida, hay cosas que se van. Vamos, eso... Eso es parte de la vida. Pero sólo aprendes eso cuando empiezas a perder esas cosas. Descubres que la vida es cuestión de pulgadas. Así es el fútbol, porque, en cada juego, la vida o el fútbol. El margen de error es muy pequeño. Medio segundo más lento o más rápido y no llegas a pasarla. Medio segundo más lento o más rápido y no llegas a cogerla.

      Las pulgadas que necesitamos están a nuestro alrededor. Están en cada momento del juego, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo luchamos por ese terreno. En este equipo nos dejamos nosotros y cada uno de los demás por esa pulgada que se gana. Porque cuando sumamos una tras otra, porque sabemos que si sumamos esas pulgadas. Eso es lo que va a marcar la puta diferencia entre GANAR O PERDER... ENTRE VIVIR O MORIR.


      Os diré una cosa, en cada lucha, aquel que va a muerte es el que gana ese terreno. Y sé que si queda vida en mí es porque aun quiero luchar, y morir por esa pulgada. Porque vivir, consiste en eso. Las seis pulgadas frente a vuestras caras. Yo no puedo convenceros de que lo hagáis. Tenéis que mirar al que tenéis a vuestro lado, ¡MIRADLE A LOS OJOS!

      Creo que vais a ver a un tío dispuesto a ganarla con vosotros. Vais a ver a un tío que se sacrificara por este equipo. Porque sabe que cuando llegue la ocasión, vosotros haréis lo mismo por él. Eso es un equipo, caballeros. Y... o nos curamos.. ahora como equipo. O moriremos como individuos.

      Eso es el fútbol, chicos. Eso es todo lo que es. Ahora... ¿Qué vais a hacer?"

      miércoles, 24 de septiembre de 2014

      El curso que el Hellas Verona enamoró a Italia

      La historia de la primera división italiana, la llamada Serie A, está marcada por la lucha entre los principales clubes del país. Al igual que España, en el país transalpino existe un estrecho grupo de equipos que entran siempre en las quinielas por hacerse con el 'Scudetto'. Dicho selecto tren de cabeza está formado por Milan, Inter y Juventus.

      Scudetto

      Los dos equipos de Roma fueron la lógica excepción, dada las grandes inversiones realizadas, a cuatro décadas de títulos repartidos entre dichas cinco escuadras -Juventus, Inter, Milan, Lazio y Roma-. Una tendencia habitual en Italia sólo rota en tres momentos: el Nápoles de Maradona, la Sampdoria de Mancini y Vialli y el sorprendente Hellas Verona.

      Hellas, el club tradicional de la ciudad
      El Hellas es el equipo histórico de Verona, y el más popular. Creado en 1903 por un grupo de alumnos que a petición de su profesor de Historia y Arte pusieron el nombre de Hellas, que es la manera clásica como los griegos llaman a su tierra, deriva de Helios (dios del sol).

      En su escudo aparece la mencionada escalera, una bandera tricolor y una pequeña figura de dos perros mastines en honor al primer señor de Verona de la familia Scala, Mastino I. Todo el conjunto se sitúa sobre un fondo rayado amarillo y azul, tonos representativos de la ciudad.

      Símbolos y colores que comparte en cierta medida con otro de los equipos de la población, de la periferia de Verona, y que desde hace un tiempo se mantiene en la máxima categoría. El partido contra el Chievo es conocido como el 'derbi de la Scala'.

      EScudo del Heelas Verona

      El Hellas rompe las quinielas 
      El curso 1984-85 arrancaba en Italia. La considerada por aquel entonces como mejor Liga del continente tenía un quinteto principal con Juventus, Roma, Inter, Nápoles y Milan como claros candidatos al título. Incluso el Torino, el cual cumplía el décimo aniversario de su campeonato, contaba con opciones al 'scudetto'.

      En el vagón de los olvidados se encontraba el Hellas Verona, quienes a pesar de haber sumado un par de buenas campañas tras su regreso a la élite -con un par de finales de Coppa incluidas-, seguían con el estigma de haber esquivado un descenso desde Serie B en 1981.

      Platini, Boniek y Rossi (Juventus), Sócrates y Passarella (Fiorentina), Zico (Udinese), Falcao, Cerezo y Conti (Roma), Altobelli y Rummenigge (Inter), Aldo Serena (Torino), Baresi (Milan) y Maradona (Nápoles) acaparaban las portadas de los rotativos transalpinos a mediados de los ochenta. Periódicos de tirada nacional en los que raramente asomaban los jugadores del Hellas, hasta aquella temporada.

      Michel Platini, el '10' de la Juventus

      La clave del éxito comenzó por una gran dirección tanto táctica como institucional. La dupla formada por Emiliano Mascetti, máximo goleador de la historia del club y director deportivo en aquella etapa, junto a Osvaldo Bagnoli, gran estratega capaz de generar variantes en el esquema de los Gialloblu, dio pronto sus frutos. La amistad surgida entre ambos y el entendimiento deportivo fue otro de los motores de los veroneses.

      La construcción de una familia
      La buena relación que emanaba el tándem Mascetti-Bagnoli se vio rodeada de una serie de futbolistas jóvenes y talentosos a los que les faltaban minutos en los equipos grandes y que terminaron contagiados del espíritu del vestuario, convirtiendo a la plantilla en una insuperable familia que compartía el tiempo de ocio en grupo. Esta política sirvió de base para el ascenso a Serie A y de trampolín para el 'scudetto' de 1984-85.

      El equipo necesitaba un fichaje de prestigio para dar el salto de calidad. El elegido fue Lothar Matthäus, quien se encontraba cerca de dar el salto desde el Borussia Mönchengladbach al Bayern Múnich. Ante la imposibilidad de contratarle se pasó al segundo de la lista: Hans-Peter Briegel.

      El polivalente futbolista germano, procedente del Kaiserlautern e internacional con Alemania, hizo pareja de foráneos con Preben Elkjær  -en una etapa en la que sólo se permitían dos extranjeros por equipo y donde no existía el término comunitario o europeo-.

      El once tipo de aquel Hellas campeón era el formado por: Garella; Ferroni I, Marangon I; Briegel, Tricella, Fontolan I; Fanna, Volpati, Galderisi, Di Gennaro, Elkjær. Una escuadra que jugaba de memoria y en el que cada pieza conocía perfectamente su rol de sacrificio y de generosidad, bajo la batuta paternalista de Bagnoli.

      Hellas Verona

      Una temporada de ensueño
      El curso 1984-85 no pudo empezar mejor para los veroneses, quienes firmaron cuatro triunfos, entre ellos Nápoles -en el debut en Italia de Maradona, anulado por el marcaje de Briegel- y Juventus -con gol de Elkjaer, quien anotó sin una de sus botas-, además de un empate -ante el Inter- en las cinco primeras jornadas, aupando al Hellas a lo más alto de la tabla.

      Lugar que no abandonaron en toda la temporada, a pesar sentir de la persecución ejercida por los 'neroazzurro' y de la lógica presión por la falta de costumbre de la institución de luchar por la Liga. El clásico 'mal de altura' que el entrenador Bagnoli siempre supo gestionar, con su habitual tranquilidad.

      El alegre fútbol de los 'gialloblu' encontraba su recompensa en los favorables marcadores que sonreían al conjunto de Verona. La tensión saltó en uno de los duelos menos esperados, contra el Avellino, en una derrota no prevista que se vio minimizada por el empate en aquella jornada de Inter y la derrota del 'Toro'. La ciudad de Romeo y Julieta respiró tranquila.

      El discurso optimista de Bagnoli caló en la plantilla, cada vez más consciente de la posibilidad de hacer historia ante el ilusionado público del Estadio Bentegodi, quienes llenaban las curvas de banderas amarillas y azules desde la primera fecha.

      Hellas Verona, once, equipo titular

      El respeto que produjo la segunda vuelta del campeonato fue amainando con tres citas claves que disputaron en febrero. Por un lado, el sufrido triunfo ante Udinese (con 3-5 final) y las tablas frente a Inter y Juve. Empates indispensables teniendo en cuenta que la victoria todavía contaba por 2 puntos y que ambos eran los principales perseguidores en la clasificación.

      El golpe de mando definitivo se produjo en Florencia al barrer a la Fiorentina por 1-3. Era la señal definitiva de que no iban de farol. Un mensaje recibido por el resto de escuadras de Italia. Los 'mastines' andaban sueltos, con hambre de títulos.

      Durante la primavera, la distancia de seis puntos acaudalada menguó peligrosamente después de caer en casa al Torino, en la segunda derrota de toda la temporada. Un revés que no fue aprovechado por el resto de candidatos y que dejó en bandeja a los de Verona para optar matemáticamente al 'Scudetto' a sólo 100 kilómetros de casa.

      La invasión de Bérgamo
      Alrededor de 120 autobuses y unos 10.000 aficionados tomaron Bérgamo para colorear de amarillo y azul las gradas del viejo estadio del Atalanta. El conjunto bermascano se adelantó y Elkjaer niveló la contienda. El resultado favorecía a ambos: los locales rubricaban su mejor presencia en toda su historia en Serie A y los veroneses se hacían con el campeonato. Todo esto hizo que los minutos finales se vivieran con una alegría compartida en la grada y un pacto de no agresión en el césped.


      Verona tocó aquella tarde el cielo con un dedo, enamorando al 'calcio' con un juego atractivo que supuso otra licencia para un 'tapado' en la Serie A. Una tendencia que se ha frenado con el paso del tiempo. La Sampdoria fue en 1991 el último encargado de escribir su propia versión de Cenicientas que cambian el sentido a los cuentos y que se cansan de no acudir a la fiesta del 'Scudetto'.

      El plantel de Bagnoli se desmontó en la edición siguiente del 'calcio'. Las nuevas estrellas veronesas salpicaron a los grandes del torneo transalpino, si bien todos dejaron parte de su corazón en la ciudad de los 'Capuletos y Montescos', tanto que volvieron a los 25 años para disputar un partido homenaje a aquella inolvidable temporada del Hellas Verona.

      martes, 9 de septiembre de 2014

      Ronaldo Nazario, el último 'fenómeno' de Brasil

      Brasil es sinónimo de fútbol y alegría. Dos conceptos que siempre se juntaron en las botas de Ronaldo Luis Nazario de Lima. Un delantero letal con una amplia carrera internacional. Un luchador nato que se sobrepuso a sus lesiones para pasar a la posteridad por la puerta grande.

      Ronaldo 9.jpg

      La selección sub-17 brasileña y el Cruzeiro fueron los primeros escaparates por los que el carioca se dio a conocer al mundo. En el club de Belo Horizonte, Cruzeiro, coincidió con otro crack del país, Jairzinho, culpable del descubrimiento de este irrepetible delantero nacido en Río de Janeiro en 1976.

      El desembarco de Ronaldo en los Países Bajos
      Muchos equipos europeos se interesaron por Ronaldo. En especial, dos conjuntos de los Países Bajos. Frank Arnesen, ex futbolista danés criado en la cantera del Ajax, fue el director deportivo responsable de la contratación de Ronaldo para el PSV tras cotejar el mercado brasileño en busca de una nueva perla. Un jugador con un talento capaz de igualar al exhibido por Romario en su etapa en Eindhoven.

      El fichaje por el conjunto de la Philips estuvo cerca de no fructificarse debido al acuerdo que había llegado previamente el Ajax con el Cruzeiro. Finalmente, Ronaldo tomaba el mismo camino que había tomado Romario en Europa, estrenándose en la Eredivisie de rojiblanco.

      La estancia del 'Fenómeno' en el PSV superó cualquier expectativa gracias, además de su calidad, al genial entendimiento del brasileño con su compañero en el ataque, el belga Luc Nilis, derivando en 42 dianas en 46 encuentros disputados en un par de temporadas.

      Ronaldo en PSV.jpg

      Aunque no todo era felicidad: el clima, las primeras intervenciones quirúrgicas -como la de febrero de 1996 con 4 meses de baja- y su desconocimiento del idioma hicieron que el peregrinaje en Holanda pidiera un cambio, una salida a un campeonato mayor, a un club de más renombre y a una ciudad con otra temperatura.

      La joya de la corona del proyecto de Josep Lluis Núñez
      Ronaldo se declaró en rebeldía para acelerar su traspaso al Barcelona. El fichaje del brasileño se convirtió en 1996, y durante unos cuantos años, en el más caro de la historia, a razón de 2.500 millones de pesetas. El por entonces vicepresidente azulgrana, Joan Gaspart, reconoció que se vistió de camarero para poder acceder a la habitación del astro y así convencerle de su incorporación al Barça.

      Lo que parecía un idilio de larga duración se transformó en una única campaña donde Ronaldo jugó su mejor curso futbolístico, con exhibiciones para la posteridad como el gol de Compostela, con el sello habitual de la casa, mezcla de potencia y habilidad.

      Los 47 tantos en 51 encuentros fueron un reclamo más que suficiente para que uno de los 'capos' de la Serie A, por aquel entonces el torneo más potente, rascara los bolsillos con el objeto de firmar al mejor '9' del momento, quien se encontraba molesto con la directiva culé por una subida de sueldo nunca aceptada.

      camiseta de Ronaldo del Barcelona

      Del azulgrana al 'neroazzuri'
      La aparición de Massimo Moratti como presidente del Inter de Milán revolucionó un mercado de fichajes que ya se encontraba agitado desde la irrupción de la 'Ley Bosman', la cual llevaba un año de implantación. Normativa internacional que permitió a los futbolistas de la Unión Europea jugar en otros países miembros sin ocupar plaza de extranjeros, eliminando las trabas que ya estaban disfrutando otros trabajadores.

      El conjunto interista, con esa eterna capacidad de transformar cada año su plantel, pagó la cláusula de Ronaldo, valorada en 4.000 millones de pesetas. Un giro de acontecimientos para el Inter, ya que la idea inicial era haber fichado a Batistuta como referencia ofensiva.

      Con esta operación se reivindicaba el dominio del fútbol italiano en el continente y de Moratti, junto a la compañía Pirelli, como motores económicos de los 'neroazzurri'. No en vano, Ronaldo se erigió en uno de los iconos publicitarios de la empresa milanesa de neumáticos.


      Ronaldo coincidió con una pléyade de lo más granado del fútbol sudamericano. Un elenco formado por Iván Zamorano (Chile), Javier Zanetti, Diego Pablo Simeone (Argentina) y Álvaro Recoba (Uruguay). A ellos había que añadir la clase de Kanu o Djorkaeff para tratar de cambiar la filosofía de una escuadra defensiva que todavía conservaba la marca al hombre.

      Como curiosidad, Zamorano, poseedor del dorsal 9 en esa etapa, cedió el número a Ronaldo a su llegada a la capital lombarda. Por su lado, el bravo futbolista chileno optó por colocarse el 1+8, con el signo más entre ambos guarismos. Una decisión inédita.

      La temporada de este Inter tan hispanoamericano acabó con la consecución de la Copa de la UEFA, segundo título europeo tras la conquista de la Recopa con el Barça. El scudetto quedó aparcado e inaccesible debido a un polémico y decisivo enfrentamiento, en la jornada 31, contra la Juventus donde los penaltis, uno no señalado en área del Inter y otro inexistente dado como válido en área contraria, condujeron al triunfo 'bianconero'.

      De este modo, el brasileño cerraba el año de debut en Italia a la espera de la celebración del Mundial de Francia.

      El extraño final de Francia 1998
      La experiencia vivida por el delantero en el Mundial de Estados Unidos, donde acudió a la cita de 1994 -aunque no disputara ningún minuto- y su evolución futbolística, situaban al carioca con la madurez y galones necesarios para ser el pilar de la 'Seleçao' en 1998.

      Ronaldo llegó a Francia confiado, dentro de un plantel comprometido con conquistar para Brasil otra Copa del Mundo. Él, junto a Rivaldo y Bebeto eran el tridente elegido para refrendar el título de la edición anterior.

      La liguilla concluyó con el liderato para la 'verdeamarela' y la decepción de haber cerrado la ronda con una inesperada derrota frente a Noruega.

      Chile, Dinamarca y Países Bajos fueron los siguientes obstáculos antes de acceder a la final, donde los anfitriones esperaban bajo la batuta de Zinedine Zidane.

      Ronaldo, Francia 1998

      Aquel Francia-Brasil de Saint Denis ha pasado a la historia por muchos motivos: el triunfo de los galos y su primer Mundial, los tantos de cabeza de Zidane... y el estado de salud de Ronaldo. El atacante brasileño disputó el partido tras haber sufrido un shock, una serie de convulsiones que pudieron llevarse la vida del astro carioca. Su participación en el choque, obviamente mermada, fue obligada -opinan algunos- por intereses comerciales derivados de sus patrocinadores.

      "Sentí un miedo terrible. Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la de la vida", declaró el propio Ronaldo más tarde.

      La grave lesión en el Olímpico
      El episodio de París tuvo otra continuación dentro del capítulo de desgracias sufridas por Ronaldo. Una primera lesión, sufrida ante el Lecce, le tuvo fuera de los terrenos de juego durante 6 meses. A su vuelta y aparentemente recuperado, con el Olímpico como escenario, la Lazio de rival y la Coppa como objetivo, una bicicleta del 'Fenómeno' sobre un firme irregular precipitó la caída del jugador, sollozando al borde del área. Una imagen que muchos interpretaron como la triste despedida de un genio, antes de tiempo.

      Era abril de 2000. Los reproches se sucedían y salpicaban a todos, empezando por los facultativos del PSV a los que algunas voces señalaban como responsables de las desgracias del atacante, acusándoles de haber dopado al brasileño en su desembarco al fútbol holandés.

      Grandes en Japón
      La nefasta relación del ariete con el técnico Héctor Cúper y los sinsabores en el campeonato, donde una derrota ante el Lazio condenó al fracaso a los interistas, forzaron a replantearse su futuro en el 'calcio'.

      EL Mundial de Corea del Sur y Japón (2002) confirmó el buen estado en el que se encontraba Ronaldo. Sus goles y regates ayudaron a la victoria de la 'canarinha' en un campeonato descafeinado que contó con el final más clásico: Alemania - Brasil en el último peldaño.

      Ronaldo versus Kahn, Japón-Japan, 2002

      El doblete de Ronaldo ante el guardameta Kahn devolvieron la corona y el cetro al carioca, bajo la atenta mirada del Real Madrid, cuyo presidente, Florentino Pérez, le había reservado un lugar en la delantera de un equipo de ensueño.

      El Real Madrid galáctico
      Si alguien tenía dudas del rendimiento que podía ofrecer Ronaldo, a pesar del aval de los 8 goles en un Mundial, éstas se disiparon cuando necesitó sólo 11 segundos para inaugurar su casillero con los blancos, en un partido en el Santiago Bernabéu contra el Alavés y con el público merengue entregado al brasileño.

      El brillante plantel, comandado por Zidane, Figo, Beckham, Raúl y Roberto Carlos, tampoco fueron suficiente para que Ronaldo lograra el máximo trofeo continental: la Champions League. Un título que se alejaba cada vez más de sus manos con el desmoronamiento del Madrid 'galáctico'

      Debut

      Regreso a Milán
      La eliminación de Brasil en cuartos de final en 2006 y su consiguiente adiós en la 'Seleçao', al que le quedó un epílogo a modo de despedida formal en 2011, no fueron los únicos cambios personales que padeció en aquella temporada. Su salida de Chamartín, motivada por la falta de confianza de Fabio Capello, precipitaron en un regreso a Milán, al equipo 'rossoneri'.

      Los problemas de peso y el hipotiroidismo detectado en 2007 acompañaron a la estrella en los dos años que estuvo de rojinegro. Un par de temporadas en las que sólo disputó 20 encuentros -9 goles-. Cifras inferiores a las esperadas debido a su estado físico y a la aparición de nuevas lesiones, como la sufrida ante el Livorno.

      Ronaldo en el Milan

      Recuperando el antiguo Ronaldo
      La recuperación, casi espartana, consistente en ejercicios de gimnasio realizados en su país devolvieron al ariete a tener una figura casi no vista hasta entonces. Dichas sesiones, maratonianas, invitaron a muchos clubes brasileños a contratarle, confiando en haber recuperado al gran delantero de Brasil.

      A pesar de su amor por Flamengo y de haber entrenado durante aquellos meses con ellos, fue el Corinthians el equipo que firmó el último contrato del crack. Su estreno con el 'Timao' se saldó de la mejor manera, con un testarazo ante el histórico rival, Palmeiras.

      La efervescencia de su juego fue menguando hasta desparecer casi por completo en el curso 2010-11. El 14 de febrero de 2011 Ronaldo rompió el corazón de sus seguidores al anunciar públicamente que dejaba su carrera profesional.

      El mundo perdía a uno de sus mayores referentes sobre el césped y Brasil a uno de sus últimos iconos -98 internacionalidades y 62 goles-, números sólo superados por Pelé. Demostrando que el 'Fenómeno' ha estado a la altura de cualquier mito del país y del resto del planeta.