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martes, 2 de diciembre de 2025

The Waterboys muestra su homenaje a Dennis Hopper

The Waterboys tiene la particularidad de sonar a ochenteros y a británicos, algo muy positivo para subsistir en la música. Ese tono folk - celta convertía inmediatamente la Sala La Riviera en un pub rodeado de cervezas y de televisiones emitiendo partidos de rugby y fútbol, aunque la selección escocesa o inglesa no jugara en esos momentos.

 Por The Waterboys han pasado tantos músicos en el escenario como años los contemplan. Una treintena sobre las tablas y más de cuatro décadas produciendo discos y grandes canciones, porque en eso consiste esta industria. 


The Waterboys, en la Sala La Riviera de Madrid, 1 de diciembre de 2025

El lunes no es el día favorito de la semana. Ya lo decían y cantaban los irlandeses The Boomtown Rats con su célebre I Don't Like Mondays. Pese a ello, la pista no presentaba ningún hueco, ni siquiera en la planta superior, donde la gente se asomaba con curiosidad. Tampoco había huecos en el repertorio del grupo. Extenso y largo como un lunes.

El espectáculo tenía tres partes bien diferenciadas. Una primera sección repasando temas de distintas épocas, entre ellas cortes como Medicine Bow o Be My Enemy, alargando las canciones y dándole un toque de improvisación, por momentos, como si fuera un grupo de jazz divirtiéndose con cada instrumento.

También hubo tiempo para homenajear a otros artistas con clásicos atemporales, como el Knockin' On Heaven's Door de Bob Dylan, interpretada también tantas veces por Guns N' Roses que incluso en internet existe una entrada para aclarar si el tema es de ellos. Esta versión es mucho más country que cualquiera de las dos mencionadas.

 Dennis Hopper, el fallecido cineasta estadounidense, era el centro neurálgico de la segunda parte del show. Y es que el último disco tiene su nombre, su imagen, su memoria, su trabajo, incluyendo la faceta como fotógrafo. Así es su último trabajo, pero podría haber sido encontrado en una cápsula del tiempo y ser mostrada actualmente, porque Mike Scott sigue su instinto y no a las modas.

Aprovechando el papel de improvisada traductora de una de las coristas, Mike iba poniendo contexto a su disco, mostrando las distintas etapas de la vida de Dennis Hopper: desde su icónico papel en 'Easy Rider' pasando por su fugaz matrimonio de apenas ocho días de duración y terminando con su muerte. Una vida de excesos y no exenta de polémica.

El tono country se había instalado en la Riviera, pasando de ser un pub en Edimburgo a un salón en mitad de una zona rural de Estados Unidos, con un eterno atardecer posándose en el horizonte, solo que el atardecer ya había pillado horas antes a la capital española.

Live In The Moment, Baby tiene un aire clásico y un guiño a Elvis Presley, sabe a último trago de bourbon en la barra, porque precisamente el disco homenaje póstumo a Dennis Hopper suena tranquilo y a décadas pasadas. Demasiado pausado en algún momento, todo sea dicho. Más alegre, y hasta bailable, es Hopper's On Top (Genius), con un divertido estribillo.

 Don't Bang The Drum era la encargada de romper el tributo a Dennis Hopper para repasar uno de esos himnos que tienen The Waterboys. La batería aporreando el ritmo y las melodías fundiéndose bajo los teclados. Toda una experiencia sensorial.

Los grandes éxitos se iban agolpando como unos grifos atascados que por fin van liberando agua. A Girl Called Johnny, Spirit, también perteneciente a esa obra maestra que es 'This Is The Sea' (1985), junto a The Pan Within, cuyas notas transportan sin billete a cualquier lugar.


Llegaba ya el bis y no había que preguntar cuál iba a sonar: el célebre The Whole Of The Moon, que cumple con el papel de tema famoso al que sorprendentemente le costó ser reconocido, aunque lo tenía todo para triunfar, y que tuvo a la MTV también como aliado para hacer crecer su popularidad por el gran número de veces emitido el videoclip. Y, pese a ello, no nos cansaremos de escucharla, sea a plena luz del día, viendo una película de Dennis Hopper o mientras contemplamos la luna.