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domingo, 22 de mayo de 2022

El punk nunca muere de la mano de Bad Religion

Siempre se ha dicho que el punk nunca muere ("punk never dies"). Un lema complicado de conservar en esta época donde la música está dando la espalda a las guitarras y las letras quedaron huérfanas del inconformismo, justo los ingredientes con los que nació el punk. La legendaria banda californiana Bad Religion ha cerrado una exitosa gira por España que muestra lo grandes que fueron, como un hermoso escaparate por el que lucir sus mejores creaciones. Creaciones compuestas con rabia, crítica y muchas cuerdas.

El punk británico y el de New York poco tuvo que ver con el de California. Ambos compartían el gusto por las melodías sencillas en canciones cortas de espacio, pero con matices. El punk tradicional era más crudo y descuidado, mientras que en Los Angeles y alrededores nacía en los 80 un punk más melódico y hasta cuidado, con guitarras menos ruidosas y más melódicas, con voces más suaves y menos rasgadas.

El punk británico y el de New York poco tuvo que ver con el de California. El sol y la cultura del surf, y posteriormente del monopatín, hizo que tanto los grupos como sus seguidores se alejaran del cuero y las cadenas como vestimenta para abrazar una estética más playera, con bermudas y camisetas, con sudaderas con capucha y gorras. El calzado tenía que ser distinto, haciendo que las botas Martens se desecharan por las cómodas zapatillas Vans. Una marca íntimamente relacionada con este movimiento y que por ello ha querido estar de la mano de algunos de sus principales embajadores.

 

Bad Relgion son denominados como los padres del hardcore melódico. Y lo son no solo por influir musicalmente, sino también de apadrinar a través del sello discográfico Epitaph, propiedad de Brett Gurewitz, guitarrista de la banda, y responsable de haber producido discos de grupos como Green Day, L7, Turbonegro, Bring Me the Horizon, Hell Is for Heroes, NOFX, The Offspring, A Day to Remember, Pennywise y Millencolin, entre otros.

Precisamente la banda sueca Millencolin era una de las cinco formaciones que acompañaban a Bad Religion en su vuelta a Madrid, en este segundo intento de realizar la gira del 40º aniversario y que la pandemia de la COVID-19 ha impedido que se realizara en 2020.

Bad Religion, 40 years + 2 Tour

Bad Religion en el WiZink Center, 21 de mayo de 2022 

Las altas temperaturas que asolaban Madrid no impidieron que un nutrido número de personas recibiera a la formación barcelonesa Blowfuse, la cual congenió enseguida con la audiencia madrileña a base de potentes y rápidos temas. Los siguientes en pasar por escena eran los norteamericanos Pulley, que cuentan con la curiosidad de tener al cantante. Scott Radinsky, como miembro de las grandes ligas de beisbol. El grupo sufrió demasiado con el sonido del micrófono principal, desluciendo una actuación que iba a más.

Con tremenda puntualidad seguían sucediéndose los grupos en este megaconcierto que ya tenía visos de festival. A los suecos Millencolin no les condenó el sonido. Todo lo contrario. Salieron con seguridad a mostrar también su dilatada discografía y salieron victoriosos, pese a no tocar su archiconocido éxito Bullion.

Antes de que Bad Religion regresara a las tablas madrileñas, era otra formación angelina, Suicidal Tendencies, los que movían el pabellón a base de su punk con toques de thrash y a través de la juventud de Brandon Pertzborn a las baquetas, ex Marilyn Manson, y del bajista Tye Trujillo, hijo de Robert Trujillo, el dueño de las cuatro cuerdas de Metallica. Mención aparte tuvo Ben Weinman, quien se lanzó de espaldas sobre la marea humana con la guitarra enchufada, dando 'riffs' a la vez que era trasladado sin rumbo por un mar de manos.

La voz de Greg Graffin entonaba a las 22:30 horas las primeras estrofas del Generator. "Like a rock, like a planet, like a fucking atom bomb", cantaba con tono firme y sereno el también profesor de ciencias en UCLA (Universidad de California en Los Angeles) y así daban comienzo a un largo paseo de dos horas a través de sus 17 álbumes en estudio, el último es 'Age of Unreason' (2019), y 40+2 años de carretera.

 

Bad Religion es una gran fábrica de ideas. Un combo capaz de generar canciones de poco menos que tres minutos que en apariencia parecen similares pero que en esencia son totalmente dispares. Canciones con mucha crítica y gran dosis de lírica. Temas con mucha melodía hechas para cantar con rebeldía.

Los 'pogos' se sucedían ante un público cada vez más entregado que recibía dosis rápidas de su medicina. Las canciones se alternaban por épocas, como si de un ascensor sin rumbo se tratara, como si de una receta con múltiples ingredientes se estuviera preparando. 

Del 'Recipe For Hate' elegían cuatro canciones por tres del 'Against The Grain' y 'No Control'. Tres de los pilares de su discografía. El tramo final del concierto era un éxito tras otro, himno tras himno, con Modern Man, Anesthesia, ¡qué manera de calentar aún más al WiZik Center!, No Control, Atomic Garden, You, con dedicatoria a los skaters que hubiera en la sala, Infected, Sorrow, I Want To Conquer The World y 21st Century. Todo a un ritmo endiablado, 24 canciones sin apenas descanso y sin cortar el ritmo, como si de un ciclista escapado en el Tourmalet se tratara. 


El bis final era totalmente metafórico, por un lado el tema más popular, o uno de ellos, American Jesus, junto a Fuck Armageddon...This Is Hell, o lo que es lo mismo, uno de los temas del primer disco en estudio, evidenciando que el grupo sigue ahí, fiel a sus orígenes y caminando firmes, con zapatillas Vans, como grandes abanderados del punk californiano.