La vida ya es suficientemente complicada como para complicarla más, por eso hay que buscar válvulas de escape donde dar rienda suelta al entretenimiento. Un concierto es un plan muy entretenido. Un concierto de música punk es un plan muy entretenido.
Simple Plan y The Offspring no son música punk al uso. Rabia, crítica social y rebeldía en las letras; cadenas al cuello, crestas y chupas de cuero: definiciones que encajan en los grupos punk ingleses, y no tanto en las formaciones estadounidenses herederas del hardcore californiano.
El sol, la playa, el buen tiempo, el surf y los monopatines iluminaron a estas formaciones surgidas bajo el paraguas, sombrilla en este caso, de los Black Flag y Bad Religion, cuyo sello discográfico Epitaph apadrinó a muchos de ellos, incluyendo a The Offspring, quienes lograron vender hasta 11 millones de copias de su álbum 'Smash', lo que le convierte en el disco más vendido de la historia por un sello discográfico independiente.
Offspring y Simple Plan son etiquetados como punk, aunque se diferencian en varios matices. Los norteamericanos de
Offspring llevan mezclando desde la década de los 90 algo de pop, y
mucho más de rock y punk para crear melodías pegadizas, mientras que los canadienses Simple Plan partieron a principio del milenio de un pop con guiños punk para crear la misma fórmula musical. Música enérgica, con mucha vitalidad; sencilla, pero atractiva.
Simple Plan y The Offspring en el Palacio de Vistalegre de Madrid, 26 de septiembre de 2025
El Palacio Vistalegre está en el corazón de Carabanchel, un distrito que siempre ha sonado a rock, metal y ahora a punk en este primera tarde de viernes otoñal del año. El ambiente era festivo y juvenil, como si fuera una final de Copa del Rey en una cancha neutral, con público tanto de Simple Plan como The Offspring, y también de ambos, así lo atestiguaban las camisetas.
Dicen que la ropa negra adelgaza, que quitarse la barba rejuvenece. También habría que incluir a Simple Plan y The Offspring como método 'antiaging', mucho más natural y barato, con recuerdos incluidos en una cinta TDK o VHS que van quitando años y añadiendo alegrías. Son dos de los referentes musicales de la ola de punk popular norteamericana de finales y principios de siglo. De ahí que el interés fuera notable. Sobresaliente, incluso.
Los canadienses de Simple Plan hicieron un show digno de cabeza de cartel. Bien estructurado, directo, con grandes temas, además de un abrumador juego de luces y pirotecnia. Como si fuera un entrenador que usa su once de gala y tres cambios. 14 temas a los que solo faltó su maravillosa balada Untitled.
I'do Anything, Shut Up!, haciendo gritar a todos, Jump, provocando que el suelo de la Plaza de Toros fuera improvisada colchoneta gigantesca para saltar. La pena es que la pista y la grada todavía no mostraban su poderío. Una pena que la puntualidad, las obligaciones y las últimas cañas hagan estos feos a los artistas que ejercen de teloneros.Las letras de las canciones de Simple Plan hacen honor a su nombre. Más que simples, son sencillas pero tratando temas complejos. No se complican la vida con temas existenciales o profundos, pero sí mundanos y no por ello no dejan de tener mensaje o un propósito, porque la vida es complicada, y más desde una perspectiva juvenil. De hecho, con su videoclip Untitled trataron de concienciar de las consecuencias del alcohol al volante, con unas imágenes muy cinematográficas, dramáticas y directas.
Lo nuevo no tiene por qué ser malo, y lo antiguo no tiene por qué ser bueno. Nothing Changes es la demostración. Es el tema más reciente y es tan fiel a lo que han hecho hasta ahora, que sirve como repaso a su carrera no solo en imágenes, sino también en melodía,
Welcome To My Life se convertía en una solo voz y Thank You disparaba las pulsaciones. No podía faltar el guiño a Scooby Doo, algo habitual en la trayectoria del grupo, quienes han aparecido en la BSO y son vinculados con la serie animada.
Where I Belong. I'm Just A Kid, solo que ahora son adultos que 23 años después se resisten a envejecer, aliándose con Peter Pan en la cruzada contra el paso del tiempo, y Perfect, coronaban un concierto casi perfecto, porque la perfección es complicada de lograr, especialmente si no tocan Untitled.
Y, como si tuvieran prisa, el grupo estadounidense salió con lo mejor al ruedo: Come Out And Play, All I Want y Want You Bad. El reloj regresaba a finales de los 90. Y Carabanchel era California, con un público venido de varias hermandades en su baile de fin de curso.
La influencia del productor Bob Rock en el último trabajo de Offspring se aprecia en el sonido, al igual que lo fue para Mötley Crüe, Bon Jovi, o para
Metallica en su célebre álbum negro. Aunque la verdad que no es el mejor
álbum de los californianos. Looking Out For #1 era la que sacaba la cabeza entre tanto clásico, demasiado popera y confusa por momentos. Buen continente para un peor contenido, aunque en directo mejora las sensaciones.
Staring At The Sun es velocidad y coros que se meten en el cerebro como un tren dentro de una montaña rusa, donde las sensaciones son rápidas y fugaces.
Dexter Holland tiene una voz muy personal, singular, también su CV es extraordinariamente inusual, ya que es virólogo, concretamente Doctor en Biología Molecular, al igual que Greg Graffin, cantante de Bad Religion y también Doctor, en zoología en su caso. Dos rara avis en el universo musical que han extendido el punk californiano como un virus por el mundo.
La vena artística en la familia Holland viene también por su tío, Tom
Holland, director y guionista de películas de terror, algunas tan
icónicas como 'Noche de Miedo'
-con uno de los carteles más terroríficos de la época-, el 'Muñeco
Diabólico', con un villano muy original, 'Psicosis II', todo un reto al
hacer una secuela de una obra maestra, o como 'Class Of 84', donde la
estética punk inunda el metraje de un colegio ingobernable dentro de una
sociedad distópica.
Make It All Right es de esos temas que suenan mejor en vivo,
acompañados por un agradecido público que te replica las voces y dan un
juego especial a los coros. Era el segundo corte elegido del último
trabajo, porque Bad Habit no necesita presentación. Es sonar los
acordes y ya se enciende la mecha. Fuegos artificiales sonoros y pogos
en la parte baja del coso taurino, que en esos instantes parecía una
pista de coches de choque.
El grupo no se quiso olvidar del reciente fallecimiento de Ozzy Osbourne, cantante de Black Sabbath, también solista, y eterno referente del 'heavy metal'. En su nombre sonaron himnos como Paranoid o Crazy Train. Y también I Wanna Be Sedated de los Ramones, un homenaje más habitual. Era la parte de las presentaciones, las largas conversaciones y, con ello, perder algo de ritmo. Aunque el solo de batería quisiera decir todo lo contrario.
Los conciertos son como los juegos de cartas: tienes que mostrar los ases al principio y guardar algunos para el final. Gone Away sonaba casi a capela y a ritmo de piano. Algo extraño el resultado final, pese a que se intercalaban las guitarras para recuperar la forma original.
Lo que no era extraño es que Why Don't Get A Job, Pretty Fly y The Kids Aren't Alright cerraran esta primera parte antes del obligado bis. Ya no había medias tintas, ni comodines esperando, era la última mano y la gente lo disfrutaba a lo grande de los premios.
Cualquiera podría ser la penúltima. Muchas candidatas, pero el premio recayó sobre la siempre movida You’re Gonna Go Far, Kid, otro producto del genio Bob Rock, y de genios, rock y punk se daba la puntilla con Self Esteem, aumentando la autoestima y la juventud de todo aquel que haya pasado hoy cerca de Vistalegre, donde se ha vivido una gran tarde-noche de diversión y de punk, que van siempre unidas.
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