La madurez de los grupos llega cuando son capaces de conocer sus limitaciones y su lugar dentro del mercado. Esta afirmación se podría aplicar al grupo escocés Gun, quienes regresaban a Madrid en una de sus giras europeas en pequeños recintos.
Escocia, cuna de grandes músicos
La pequeña Alba ha nutrido de grandes formaciones a la música. Por citar algunos ejemplos: Belle and Sebastian, Teenage Fanclub, Mogwai, The Delgados -nombre dedicado a nuestro ciclista Pedro Delgado-, Garbage, The Exploited, Nazareth, The Proclaimers, Franz Ferdinand, Mark Knopfler, The Almighty, Glasvegas, The Jesus and Mary Chain, Primal Scream, Simple Minds, Travis, Deacon Blue, Texas y los propios Gun han ondeado con orgullo la bandera de la cruz de San Andrés.
Glasgow ha sido el epicentro de muchas de estas formaciones y precisamente en esta ciudad fue el lugar donde los hermanos Gizzi, junto al cantante Mark Rankin, daban lustre a su proyecto de hard rock que se formaba a mediados de los 80. Uno más de los tantos grupos que proliferaban por las islas por aquel entonces.
La fórmula mágica de los Gun
La discografía de la banda arrancaba en 1989 con 'Taking On The World'. El estilo era un rock melódico sin artificios, con riffs de pocos acordes pero efectivos que ensamblaban pegadizas melodías. Los coros apoyaban la voz de Rankin, con un tono personal pero nada virtuoso.
¿Cuál fue el secreto del grupo? Difícil de responder. Todo parecía ir en contra del éxito. El nombre de la formación no era ni llamativo ni excesivamente original. No tuvieron ninguna promoción especial y tampoco destacaban con complicadas composiciones. Además, su cantante cumplía pero carecía del magnetismo de las estrellas del rock momento (Guns N' Roses, Iron Maiden y Metallica) o del atractivo nihilismo del 'grunge'.
Gun terminó encajando en este panorama. Sus dos primeros discos fueron extraordinarios, a 'Taking On The World' le siguió 'Gallus' (1992) -con portada dedicada al escocés Benny Lynch, campeón del mundo de boxeo en los años 30- Dos pilares donde sobresalían grandes temas como Better Days, Taking On The World, Shame On You, Watching The World Go By, Steal Your Fire o Higher Ground.
La respuesta tanto del público como de la crítica especializada alababan el estreno de Gun, los cuales se embarcaban como teloneros junto a las leyendas de la música: Rolling Stones y en especial su incursión dentro del festival 'Monsters Of Rock' de la mano de Steve Harris, bajista de Iron Maiden.
España ejerce de epicentro por un año
1992 fue un momento especial en nuestro país. El quinto centenario del descubrimiento de América junto a los JJ.OO de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla y la capitalidad de la cultura europea en Madrid, situaron a España en el centro de la mayor parte de actividades culturales y deportivas del momento.
El 'Monsters Of Rock' hizo una parada en la península con tres escalas -San Sebastián, Barcelona, Madrid- y cuatro embajadores: Iron Maiden, Megadeth, Pantera y Gun. Los escoceses eran los cuartos en discordia en importancia con un estilo alejado a los otros tres compañeros de fatigas. Elementos que jugaron a favor y en contra: por un lado se dieron a conocer a un mayor público y por otro lidiaron ante algunos fans más radicales que no daban el visto bueno a un estilo tan dócil.
Incluso se retransmitió por Canal + su concierto ofrecido en la Expo de Sevilla ante 10.000 personas. El idilio de los Gun con el público español llegaba a su cénit. Como curiosidad, en el libreto interior del 'Gallus' aparecen fotos de su paso por España y en casi todos los directos en la península aparecían con camisetas de fútbol. La equipación de Meyba del Barcelona, de Hummel del Real Madrid o el '10' de Puma del Atlético de Madrid pasaron a formar parte de su puesta en escena. Un guiño hacia sus seguidores y al deporte rey de una formación que profesa admiración por el Celtic de Glasgow.
Versionando a Cameo
El disco 'Swagger' (1994) ofrecía brillantes temas como Don't Say It's Over, Seems Like I'm Losing You o The Only One. Curiosamente, la versión del clásico Word Up de Cameo fue el mayor logro de una carrera que caía estrepitosamente con el álbum lanzado en 1997 denominado con un número de teléfono, "0141 632 6326". Una última llamada para un grupo que ha vuelto a conectar con la audiencia sin Mark Rankin y bajo la dirección de los hermanos Gizzi, tras haber contado durante un tiempo con el ex Little Angels, Toby Jepson.
Así se presentaban en Madrid. Sin Rankin, sin Jepson, sin los grandes estadios del pasado. Parte de la vieja audiencia acudía a la sala Independance Club para escuchar los viejos himnos de la formación y los nuevos CD que han grabado en 2009 y 2012, 'Popkiller' y 'Break The Silence'.
Gun en la Independance Club: Madrid, 26 de septiembre de 2013
El concierto, anunciado a las 20 horas, empezó con un considerable retraso. Los encargados de calentar al público en la coqueta sala eran los murcianos Vacío. El cuarteto cumplió con creces con material propio de gran calidad y una gran interpretación del Wicked Game, más cercana a la propuesta que hicieron los fineses HIM que a la creada por el propio Chris Isaak, la cual sería usada y perpetuada en la película de David Lynch 'Corazón salvaje'.
Los operarios se encargaban de arreglar los desperfectos del kit de batería alargando la espera de los escoceses favoritos de Madrid. No sería el único contratiempo contra el que lucharon los Gun en su esperado regreso, los micrófonos y el sonido también se aliaban en su contra durante el 'show'.
El lado positivo de tocar en un sala pequeña es obviamente la cercanía del público y también el hecho de reducir la audiencia a una casta de elegidos, capaces de recitar cada estribillo de memoria: Unos fans que veneran a los hermanos Gizzi, perdonan el tropiezo musical del 'Popkiller' y se resigna a que olviden tocar Watching The World Go By cuando vienen a la capital.
El quinteto mostró las tablas que suponen más de dos décadas de directos para ofrecer con inteligencia un repertorio en el el cual alternaban los temas del último prometedor trabajo, con cortes sobresalientes como Lost & Found -con un registro de voz similar a Axl Rose- y Break The Silence, junto a los grandes himnos que todos ansiaban con revivir como Don't Say It's Over, Better Days o Higher Ground.
La versión de Word Up y el fantástico Steal Of Fire robaban los corazones de los más indecisos y recuperaban otro par de grandes éxitos del combo, que tras un parón tuvieron su continuación con un último bis compuesto por tres de los temas más representativos de la carrera de los de Glasgow.
La última fase del setlist se componía de una íntima Takin' On The World, sólo con los hermanos en el escenario, para cerrar con Welcome To The Real World y Shame On You. El defectuoso sonido no impedía alcanzar el clímax para unos viejos rockeros que no han muerto. Gun no dispara balas de fogueo, dispara al ritmo de los Gizzi.
Según dicen, el antiguo cantante Mark Rankin había desechado participar en esta reunión pero dio su bendición a que el proyecto siguiera sin él, ¿de verdad sabe lo que se está perdiendo?
viernes, 27 de septiembre de 2013
viernes, 20 de septiembre de 2013
Poderoso caballero es don dinero: La evolución de las equipaciones de fútbol, las marcas y los patrocinadores
Las indumentarias de fútbol han dejado de ser las equipaciones impolutas que antaño diferenciaban dos equipos sólo por los colores. Uno de los primeros cambios llegó con los escudos, más tiempo llevó el empleo de los dorsales -según la IFFHS corresponde a un lugar tan poco futbolero como Australia, durante el encuentro en 1911 entre el Leichhardt y HMS Powerful- por último, aparecían la publicidad y el nombre del jugador impreso atrás.
Chapman numera a los jugadores
En el viejo continente, un adelantado a su tiempo como el entrenador Herbert Chapman introducía los números en el Arsenal en 1929. No fue la primera revolución que acometió, las variaciones tácticas -con el dibujo denominado WM- y las mangas blancas en la camiseta 'gunner' fueron otras de sus aportaciones. En el curso 1939-40, la liga inglesa oficializaba el uso de los dorsales. Siempre del 1 al 11, identificando su posición en el campo. El 2 correspondía al lateral derecho, 3 al izquierdo, 9 al delantero...
El último equipo profesional en utilizarlos en su espalda fue el Celtic. Los de Glasgow, siempre fieles a las tradiciones, fueron obligados por la federación escocesa en 1994 a numerar la zamarra verdiblanca. Para evitar confusiones con los árbitros tenían rotulados los pantalones en su parte delantera.
El mayor evento futbolístico, la Copa del Mundo, accedió a instaurar los dorsales desde la edición de Brasil 1950. Fue a partir de Suiza 1954 cuando el número elegido para cada uno de sus jugadores por las distintas federaciones -comprendido entre 1 y 22- no cambiaba durante todo el torneo.
Surgen las camisetas personalizadas
La costumbre de que un jugador portara el mismo dorsal durante un torneo fue durante años una práctica habitual sólo en los deportes practicados en Norteamérica y en las Copas del Mundo de fútbol. El azar quiso que una persona ajena a la Confederación Brasileña eligiera el '10' para Pelé en la convocatoria de Brasil de 1958, iniciando el mito sobre el número que después lo han engrandecido genios como Maradona, Puskás, Platini, Francescoli, Hagi...
La Premier fue la primera gran competición doméstica en implantarlo. El curso 1993-94 recibía a los futbolistas con su dorsal conservado para toda la campaña y el nombre imperso a su espalda. Además, obviamente, de poder elegir fuera del rango habitual del 1 al 11.
La FIFA había tomado nota e introdujo la personalización de las camisetas durante el Mundial de Estados Unidos (1994). Un país donde siempre ha sido costumbre verlos en las ligas profesionales -ya fuera NBA, NFL o NHL- y que había dado extraordinarios beneficios en el apartado del merchandising.
La Liga española, dado el éxito en otros torneos domésticos, modificaba su reglamento para oficializar la serigrafía de los nombres de los futbolistas en las equipaciones en el curso 1995-96. Una campaña de grandes novedades, como la aparición de la tercera sustitución.
Las marcas deportivas visten a los equipos
El deporte estuvo dominado, tras la Segunda Guerra Mundial, principalmente por las marcas surgidas de la población alemana de Herzogenaurach donde los hermanos Dassler rompieron relaciones para crear sendos imperios: Adidas y Puma. Junto a ellos, otras empresas como Umbro o Le Coq Sportif fueron entrando dentro del atractivo mercado del fútbol.
Curiosamente, el privilegio de ser el primer logotipo en aparecer en una camiseta de un club no fue ninguna de las citadas, ni siquiera Nike -que permanecía como un gigante dormido ajeno al fútbol- el elegido fue Admiral Sportswear.
La firma británica, fundada en 1914, había sido el proveedor de Inglaterra durante el Mundial de 1966. Su notoriedad internacional creció cuando el Leeds United arrancaba el curso 1973-74 con el logotipo en un costado, siendo la primera ocasión en la que un plantel profesional mostraba la marca que lo vestía. Una temporada para recordar en la entidad en el plano deportivo que concluyó con la Liga y el relevo en los banquillos de Brian Clough por Don Revie, tras más de una década en el cargo. Un reemplazo que fue llevado a la gran pantalla en la película 'The Damned United'.
La fama arropó a Admiral que inmediatamente logró un acuerdo con la Federación para la comercialización de la indumentaria de la selección inglesa por espacio de cinco años, con el consiguiente éxito de ventas de la réplica oficial y la enorme repercusión que obtuvo la propia compañía.
También se puede hablar de lealtades en este campo del marketing. El Bayern viste Adidas desde 1968, aunque no se mostraran las tres rayas o el logotipo hasta unos años después y el PSG vive una constante comunión con Nike, al igual que Boca Juniors e Inter de Milán.
El fallido intento reciente de algunos clubes de confeccionar su propia ropa -casos de Athletic, Real Betis o Real Murcia- ha demostrado que las marcas seguirán vinculados al fútbol por mucho tiempo, librando una batalla que se ha convertido casi exclusivamente en un mano a mano entre Nike y Adidas, con permiso de Puma, quien parece observarlos en la lejanía.
Aparece la publicidad en las equipaciones
El negocio del fútbol iba creciendo y cualquier fuente de ingresos era bienvenida. Las marcas comerciales se habían convertido en algo habitual, ya fuera mostrándose en el marcador o en las vallas publicitarias. Faltaba dar un paso más, patrocinar directamente a los clubes tras haberlo hecho con los propios futbolistas a través de sus botas.
La primera entidad en tomar tal decisión fue el Eintracht Braunschweig. El equipo del león, campeón de la Bundesliga en 1967, rompió las reglas y a través de un vacío legal se embolsó 100.000 DM de la empresa local de licores Jägermeister para incluir el logotipo de la compañía en el pecho. El pequeño club de la Baja Sajonia arrancaba en 1973 una nueva etapa en el deporte que pudo haber ido a más ya que la idea inicial era renombrar a la institución, petición denegada por la Federación Alemana.
La inyección económica bañada en alcohol permitió a los amarillos y azules disponer de una privilegiada posición financiera que hizo posible la contratación del legendario jugador Paul Breitner y luchar de tú a tú frente a los colosos de Alemania. Un gran hito para el equipo más modesto en alzar la ensaladera. Actualmente, el club ha regresado a la Bundesliga sin el ciervo guiando los designios del Eintracht.
La senda abierta por el Eintracht llegó a otros países, el Liverpool cedía bajo los encantos de los yenes posibilitando que la empresa nipona Hitachi decorara la mítica camiseta roja en 1979. Si bien, un club semi-amateur se había apuntado previamente a esta fiebre del oro por apenas 1.000 libras. Era el modesto Kettering Town.
España abre las puertas a la publicidad
Nuestro fútbol no permaneció ajeno a esta nueva tendencia. La posición económica de los clubes españoles quedaba deteriorada ante las alternativas de ingresos que tenían los rivales europeos. La Asamblea de la Liga aprobaba la incursión de un anunciante en la parte delantera de la camiseta en un espacio de 100 centímetros cuadrados. Un salvavidas lanzado a la deriva ante la desastrosa situación económica de muchas entidades.
El pionero en España fue el Racing de Santander quien sorprendía el 27 de diciembre de 1981 en su aparición en el Santiago Bernabéu con el patrocinio de Teka. Precisamente, su rival de aquel día, el Real Madrid, conquistaba Europa, tiempo después, en dos ocasiones con el logo de la empresa multinacional alemana como testigo. Un contrato que se alargó por ocho años.
Fidelidad a las empresas
Empresas identificadas con clubes de fútbol
La publicidad es un negocio. Por ello, son extraños y singulares los casos de entidades deportivas que mantengan casi un acuerdo vitalicio con sus patrocinadores. Los tres equipos profesionales que más tiempo llevan luciendo a sus sponsors son:
Al otro lado del charco tenemos ejemplos en la cementera Cruz Azul en México o la cervecera Cristal de Perú. Recientemente, un gigante como Red Bull aglutina instituciones deportivas en Austria, Estados Unidos y Alemania, dando el paso definitivo a la globalización.
Las empresas se amoldan a las rivalidades
Los colores representan a los clubes y también a las empresas. El problema es cuando un anunciante evoca al rival. Esa es la coyuntura que padeció Coca-Cola con sus paneles rotulados en la Bombonera, cuyo blanco sobre rojo podría recordar al aficionado de Boca Juniors a su enemigo de River Plate, mutando rápidamente a un azul marino sobre blanco o amarillo para sortear las quejas.
La misma transformación sufrió McDonald's en las inmediaciones del campo del Besiktas. Los tonos corporativos de la cadena de restaurantes, amarillos y rojos, eran una 'ofensa' por coincidir con otros de los equipos de la ciudad, el Galatasaray. El gigante de la comida rápida pasó a ser una imagen en blanco y negro.
Existe la opción salomónica. Una vía inteligente para no tocar el corazón de los aficionados. Uno de los primeros en averiguarlo fue Zanussi cuando descubrió que sus ventas bajaban en Cataluña por su patrocinio al Real Madrid. Muchas empresas tomaron nota apadrinando a los dos grandes clubes de cada país, eludiendo favoritismos. Así la cerveza Quilmes, aparecía en la equipación tanto de River como de Boca. Otra bebida alcohólica, Carling, hacía lo mismo con la del Celtic y Rangers, por citar los ejemplos más notorios.
En España, se ha dado este caso con el propósito de que las entidades más importantes de una provincia promocionaran un mismo proyecto. El fantasmagórico 'Aeroport Castelló', en el cual todavía no ha aterrizado ningún avión, planeaba sobre la elástica de Villarreal y C.D. Castellón.
Esta batalla de los anunciantes de ceder ante los clubes no siempre ha remado en la misma dirección. La anterior temporada, el conjunto galés del Cardiff ha invertido el camino. Los mecenas del club, de origen malasio, han transformado los 'pájaros azules' en rojos. Un capricho para encandilar al mercado asiático. La entidad se postraba de rodillas ante el benefactor.
Pero no sólo los modestos han sucumbido. Uno de los motivos por lo que se argumenta la salida del técnico murciano José Antonio Camacho del Real Madrid fue cuando supuestamente se sintió presionado por Adidas para que David Beckham saliera obligatoriamente titular en su once ante el Espanyol.
Poderoso caballero es don dinero
El poema de Francisco de Quevedo conserva su esencia en el mundo del fútbol del siglo XXI. Nada ni nadie parece escapar a la influencia del dinero. Los torneo nacionales han renombrado sus campeonatos bajo el paraguas de las entidades financieras: BBVA en España, Barclays y Capital One en Inglaterra o Santander en la Libertadores.
Las casas de apuestas llevan un tiempo merodeando peligrosamente sobre los resultados y se estampan en el pecho de los futbolistas. Los organismos internacionales como la UEFA protegen a medias, por un lado supervisan el descontrol que se produce alrededor del balón y por otro añaden su propia parafernalia con un grupo reducido de patrocinadores que acuden con sus propias reglas y condiciones, además de las propias de la FIFA.
Sin ir más lejos, se prohíbe que dos equipos coincidan en sus sponsors. Real Madrid y Milan tuvieron un doble duelo en la Champions en 2009 luciendo Bwin. El visitante de cada uno de los choque tuvo que modificar el espacio publicitario para no parecer el mismo. Los merengues optaron por jugar en San Siro con la leyenda "win".
La última 'moda' es la de que algunos estadios de fútbol pierdan su clásica denominación para ser auspiciados. España ha tenido el ejemplo en el RCD Mallorca con Son Moix. El feudo bermellón, de poco más de una década de vida, ha sido conocido por su título original y después por dos casas comerciales como Ono Estadi y actualmente Iberostar. Osasuna siguió el mismo camino durante unos años, tras llegar a un acuerdo con el Gobierno Navarro. Esta política amenaza con alcanzar a otros clubes.
Una práctica habitual en otros países como Inglaterra -Arsenal con el Emirates- y especialmente Alemania, donde Allianz, Trolli, Veltins, Signal Iduna, Mercedes-Benz... evocan a la vez nombres de empresas y a campos de primera división. Patrocinios que desaparecen cuando el equipo disputa la competición europea por decisión de la FIFA, una de tantas contradicciones que presentan los tejemanejes del deporte rey.
Los presupuestos disponen de balances positivos a costa de perder la esencia de los clubes. Los aficionados se amoldan resignados y los jugadores se han transformado en instrumentos del mercado. El fútbol moderno enferma, ha tomado un peligroso color, el color del dinero.
Chapman numera a los jugadores
En el viejo continente, un adelantado a su tiempo como el entrenador Herbert Chapman introducía los números en el Arsenal en 1929. No fue la primera revolución que acometió, las variaciones tácticas -con el dibujo denominado WM- y las mangas blancas en la camiseta 'gunner' fueron otras de sus aportaciones. En el curso 1939-40, la liga inglesa oficializaba el uso de los dorsales. Siempre del 1 al 11, identificando su posición en el campo. El 2 correspondía al lateral derecho, 3 al izquierdo, 9 al delantero...
El último equipo profesional en utilizarlos en su espalda fue el Celtic. Los de Glasgow, siempre fieles a las tradiciones, fueron obligados por la federación escocesa en 1994 a numerar la zamarra verdiblanca. Para evitar confusiones con los árbitros tenían rotulados los pantalones en su parte delantera.
Escena del famoso Celtic-Atlético de 1974, partido con 71 faltas. |
Surgen las camisetas personalizadas
La costumbre de que un jugador portara el mismo dorsal durante un torneo fue durante años una práctica habitual sólo en los deportes practicados en Norteamérica y en las Copas del Mundo de fútbol. El azar quiso que una persona ajena a la Confederación Brasileña eligiera el '10' para Pelé en la convocatoria de Brasil de 1958, iniciando el mito sobre el número que después lo han engrandecido genios como Maradona, Puskás, Platini, Francescoli, Hagi...
La Premier fue la primera gran competición doméstica en implantarlo. El curso 1993-94 recibía a los futbolistas con su dorsal conservado para toda la campaña y el nombre imperso a su espalda. Además, obviamente, de poder elegir fuera del rango habitual del 1 al 11.
La FIFA había tomado nota e introdujo la personalización de las camisetas durante el Mundial de Estados Unidos (1994). Un país donde siempre ha sido costumbre verlos en las ligas profesionales -ya fuera NBA, NFL o NHL- y que había dado extraordinarios beneficios en el apartado del merchandising.
Brasil-Holanda, cuartos de final de 1994 |
Las marcas deportivas visten a los equipos
El deporte estuvo dominado, tras la Segunda Guerra Mundial, principalmente por las marcas surgidas de la población alemana de Herzogenaurach donde los hermanos Dassler rompieron relaciones para crear sendos imperios: Adidas y Puma. Junto a ellos, otras empresas como Umbro o Le Coq Sportif fueron entrando dentro del atractivo mercado del fútbol.
Curiosamente, el privilegio de ser el primer logotipo en aparecer en una camiseta de un club no fue ninguna de las citadas, ni siquiera Nike -que permanecía como un gigante dormido ajeno al fútbol- el elegido fue Admiral Sportswear.
La firma británica, fundada en 1914, había sido el proveedor de Inglaterra durante el Mundial de 1966. Su notoriedad internacional creció cuando el Leeds United arrancaba el curso 1973-74 con el logotipo en un costado, siendo la primera ocasión en la que un plantel profesional mostraba la marca que lo vestía. Una temporada para recordar en la entidad en el plano deportivo que concluyó con la Liga y el relevo en los banquillos de Brian Clough por Don Revie, tras más de una década en el cargo. Un reemplazo que fue llevado a la gran pantalla en la película 'The Damned United'.
La fama arropó a Admiral que inmediatamente logró un acuerdo con la Federación para la comercialización de la indumentaria de la selección inglesa por espacio de cinco años, con el consiguiente éxito de ventas de la réplica oficial y la enorme repercusión que obtuvo la propia compañía.
También se puede hablar de lealtades en este campo del marketing. El Bayern viste Adidas desde 1968, aunque no se mostraran las tres rayas o el logotipo hasta unos años después y el PSG vive una constante comunión con Nike, al igual que Boca Juniors e Inter de Milán.
El fallido intento reciente de algunos clubes de confeccionar su propia ropa -casos de Athletic, Real Betis o Real Murcia- ha demostrado que las marcas seguirán vinculados al fútbol por mucho tiempo, librando una batalla que se ha convertido casi exclusivamente en un mano a mano entre Nike y Adidas, con permiso de Puma, quien parece observarlos en la lejanía.
Aparece la publicidad en las equipaciones
El negocio del fútbol iba creciendo y cualquier fuente de ingresos era bienvenida. Las marcas comerciales se habían convertido en algo habitual, ya fuera mostrándose en el marcador o en las vallas publicitarias. Faltaba dar un paso más, patrocinar directamente a los clubes tras haberlo hecho con los propios futbolistas a través de sus botas.
La primera entidad en tomar tal decisión fue el Eintracht Braunschweig. El equipo del león, campeón de la Bundesliga en 1967, rompió las reglas y a través de un vacío legal se embolsó 100.000 DM de la empresa local de licores Jägermeister para incluir el logotipo de la compañía en el pecho. El pequeño club de la Baja Sajonia arrancaba en 1973 una nueva etapa en el deporte que pudo haber ido a más ya que la idea inicial era renombrar a la institución, petición denegada por la Federación Alemana.
La inyección económica bañada en alcohol permitió a los amarillos y azules disponer de una privilegiada posición financiera que hizo posible la contratación del legendario jugador Paul Breitner y luchar de tú a tú frente a los colosos de Alemania. Un gran hito para el equipo más modesto en alzar la ensaladera. Actualmente, el club ha regresado a la Bundesliga sin el ciervo guiando los designios del Eintracht.
La senda abierta por el Eintracht llegó a otros países, el Liverpool cedía bajo los encantos de los yenes posibilitando que la empresa nipona Hitachi decorara la mítica camiseta roja en 1979. Si bien, un club semi-amateur se había apuntado previamente a esta fiebre del oro por apenas 1.000 libras. Era el modesto Kettering Town.
España abre las puertas a la publicidad
Nuestro fútbol no permaneció ajeno a esta nueva tendencia. La posición económica de los clubes españoles quedaba deteriorada ante las alternativas de ingresos que tenían los rivales europeos. La Asamblea de la Liga aprobaba la incursión de un anunciante en la parte delantera de la camiseta en un espacio de 100 centímetros cuadrados. Un salvavidas lanzado a la deriva ante la desastrosa situación económica de muchas entidades.
El pionero en España fue el Racing de Santander quien sorprendía el 27 de diciembre de 1981 en su aparición en el Santiago Bernabéu con el patrocinio de Teka. Precisamente, su rival de aquel día, el Real Madrid, conquistaba Europa, tiempo después, en dos ocasiones con el logo de la empresa multinacional alemana como testigo. Un contrato que se alargó por ocho años.
Fidelidad a las empresas
Empresas identificadas con clubes de fútbol
La publicidad es un negocio. Por ello, son extraños y singulares los casos de entidades deportivas que mantengan casi un acuerdo vitalicio con sus patrocinadores. Los tres equipos profesionales que más tiempo llevan luciendo a sus sponsors son:
- PSV y Philips, desde 1982.
- Celta y Citroën, desde 1986.
- Inter de Milán y Pirelli, desde 1995.
Al otro lado del charco tenemos ejemplos en la cementera Cruz Azul en México o la cervecera Cristal de Perú. Recientemente, un gigante como Red Bull aglutina instituciones deportivas en Austria, Estados Unidos y Alemania, dando el paso definitivo a la globalización.
Los colores representan a los clubes y también a las empresas. El problema es cuando un anunciante evoca al rival. Esa es la coyuntura que padeció Coca-Cola con sus paneles rotulados en la Bombonera, cuyo blanco sobre rojo podría recordar al aficionado de Boca Juniors a su enemigo de River Plate, mutando rápidamente a un azul marino sobre blanco o amarillo para sortear las quejas.
La misma transformación sufrió McDonald's en las inmediaciones del campo del Besiktas. Los tonos corporativos de la cadena de restaurantes, amarillos y rojos, eran una 'ofensa' por coincidir con otros de los equipos de la ciudad, el Galatasaray. El gigante de la comida rápida pasó a ser una imagen en blanco y negro.
Existe la opción salomónica. Una vía inteligente para no tocar el corazón de los aficionados. Uno de los primeros en averiguarlo fue Zanussi cuando descubrió que sus ventas bajaban en Cataluña por su patrocinio al Real Madrid. Muchas empresas tomaron nota apadrinando a los dos grandes clubes de cada país, eludiendo favoritismos. Así la cerveza Quilmes, aparecía en la equipación tanto de River como de Boca. Otra bebida alcohólica, Carling, hacía lo mismo con la del Celtic y Rangers, por citar los ejemplos más notorios.
En España, se ha dado este caso con el propósito de que las entidades más importantes de una provincia promocionaran un mismo proyecto. El fantasmagórico 'Aeroport Castelló', en el cual todavía no ha aterrizado ningún avión, planeaba sobre la elástica de Villarreal y C.D. Castellón.
Esta batalla de los anunciantes de ceder ante los clubes no siempre ha remado en la misma dirección. La anterior temporada, el conjunto galés del Cardiff ha invertido el camino. Los mecenas del club, de origen malasio, han transformado los 'pájaros azules' en rojos. Un capricho para encandilar al mercado asiático. La entidad se postraba de rodillas ante el benefactor.
Pero no sólo los modestos han sucumbido. Uno de los motivos por lo que se argumenta la salida del técnico murciano José Antonio Camacho del Real Madrid fue cuando supuestamente se sintió presionado por Adidas para que David Beckham saliera obligatoriamente titular en su once ante el Espanyol.
Poderoso caballero es don dinero
El poema de Francisco de Quevedo conserva su esencia en el mundo del fútbol del siglo XXI. Nada ni nadie parece escapar a la influencia del dinero. Los torneo nacionales han renombrado sus campeonatos bajo el paraguas de las entidades financieras: BBVA en España, Barclays y Capital One en Inglaterra o Santander en la Libertadores.
Las casas de apuestas llevan un tiempo merodeando peligrosamente sobre los resultados y se estampan en el pecho de los futbolistas. Los organismos internacionales como la UEFA protegen a medias, por un lado supervisan el descontrol que se produce alrededor del balón y por otro añaden su propia parafernalia con un grupo reducido de patrocinadores que acuden con sus propias reglas y condiciones, además de las propias de la FIFA.
Sin ir más lejos, se prohíbe que dos equipos coincidan en sus sponsors. Real Madrid y Milan tuvieron un doble duelo en la Champions en 2009 luciendo Bwin. El visitante de cada uno de los choque tuvo que modificar el espacio publicitario para no parecer el mismo. Los merengues optaron por jugar en San Siro con la leyenda "win".
La última 'moda' es la de que algunos estadios de fútbol pierdan su clásica denominación para ser auspiciados. España ha tenido el ejemplo en el RCD Mallorca con Son Moix. El feudo bermellón, de poco más de una década de vida, ha sido conocido por su título original y después por dos casas comerciales como Ono Estadi y actualmente Iberostar. Osasuna siguió el mismo camino durante unos años, tras llegar a un acuerdo con el Gobierno Navarro. Esta política amenaza con alcanzar a otros clubes.
Una práctica habitual en otros países como Inglaterra -Arsenal con el Emirates- y especialmente Alemania, donde Allianz, Trolli, Veltins, Signal Iduna, Mercedes-Benz... evocan a la vez nombres de empresas y a campos de primera división. Patrocinios que desaparecen cuando el equipo disputa la competición europea por decisión de la FIFA, una de tantas contradicciones que presentan los tejemanejes del deporte rey.
Los presupuestos disponen de balances positivos a costa de perder la esencia de los clubes. Los aficionados se amoldan resignados y los jugadores se han transformado en instrumentos del mercado. El fútbol moderno enferma, ha tomado un peligroso color, el color del dinero.
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Álvaro Lamela
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martes, 3 de septiembre de 2013
El Greuther Fürth ejerce de juguete en la Bundesliga
Fürth es una tranquila población bávara de aproximadamente 110.000 habitantes. Fundada en el siglo XII, ha pasado con el paso del tiempo a ser engullida por la vecina localidad de Núremberg. El vínculo entre ambas poblaciones se estrechó más desde el siglo XIX cuando el ferrocarril unió a las dos ciudades con la primera vía de tren del país.
Baviera
Baviera está situada en el sureste de Alemania. Es uno de los 16 estados que componen Alemania y el mayor en tamaño. Su capital es Múnich. Otras ciudades importantes del länder son: Núremberg, Augsburgo y Wurzburgo.
Baviera se divide en siete regiones administrativas:
Baviera y la cuenca del Ruhr se consideran como los dos grandes epicentros del fútbol en Alemania. Los cinco equipos más importantes de Baviera son:
El Greuther Fürth alcanza la gloria
El Greuther Fürth es la institución menos exitosa del quinteto mencionado de clubes bávaros. Su origen es centenario aunque la actual entidad dista bastante de la que nació en 1903. Los descensos deportivos y los descalabros económicos forzaron una inevitable fusión en 1996 con el popular equipo local de aficionados del Vestenbergsgreuth.
A pesar de estos significativos cambios, el trébol nunca ha dejado de acompañar al plantel. Un símbolo que también decora al emblema de la ciudad y cuyo origen se remonta a la Edad Media, posiblemente como representación de los tres poderes de la urbe.
El Greuther Fürth conseguía en la temporada 2011-12 su primer pasaporte a la máxima categoría con el histórico campeonato de la Bundesliga-2. La gloria abrazaba a Fürth tras haber conocido todas las categorías del balompié profesional germano. Un camino complicado que encontraba su ansiada recompensa y que devolvía a la ciudad a luchar dentro de la élite del fútbol germano, una batalla abandonada desde los años 30.
La Bundesliga es una de las competiciones europeas con menor tradición, apenas 50 años la contemplan (1963). Anteriormente, el torneo consistía en una serie de ligas regionales -formado por seis diferentes zonas- donde los equipos del sur rara vez se enfrentaban a los del norte, a no ser que quedaran vencedores de sus respectivas comarcas. Todo ello ayudaba a fomentar la gran rivalidad de los derbis locales, debido a la gran cantidad de veces en las que dos equipos vecinos se enfrentaban a lo largo del año.
Un estadio de juguete
El estadio del Greuther Fürth fue inaugurado en 1910 con un choque ante el Karlsruher ante casi 8.000 personas. Los seguidores siempre llenaban el feudo que poco a poco aumentaba de tamaño. El crecimiento del Ronhof se paró por la II Guerra Mundial y los graves desperfectos ocasionados por los bombardeos aliados. Acabado el conflicto, el Fürth siguió con las obras sorteando la crisis financiera y deportiva.
Hoy en día, ha recuperado la estabilidad presupuestaria gracias al patrocinio en las últimas décadas de empresas dedicadas al público infantil y juvenil. Primero, con la juguetera Playmobil -desde 1997 a 2010- y actualmente bajo el apoyo económico de Trolli, compañía dedicada a los dulces y gominolas. Sendos factorías tienen su sede central en Fürth y son claves en la prosperidad de la zona.
La campaña 2012-13
El estreno del Fürth en la máxima categoría arrancaba en casa ante el Bayern con derrota (0-3) y una posterior prometedora victoria en el feudo del Mainz. El sueño de la Bundesliga fue efímero y doloroso. Un serio correctivo para los hinchas del trébol quienes no vivieron ninguna victoria en su terreno de juego, aunque se compensaran con cuatro triunfos lejos de su estadio.
El Trolli Arena se convertía en un juguete en manos de cualquier rival firmando el peor resultado de un equipo de local en la historia el torneo alemán. Al menos, superaron los nefastos registros del Werder Bremen de la década de los 80 que tenía en sus filas al que posteriormente fue técnico del equipo durante 14 años, Thomas Schaaf.
La visita de Henry Kissinger
A pesar de los resultados, los hinchas verdiblancos acudían en masa al campo. Algunos tan ilustres como el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, natural de Fürth y seguidor del equipo, quien cumplió su deseo de pisar el Trolli Arena con el equipo en la primera división alemana. Fue en el encuentro ante el Schalke 04.
El anunciado descenso
El Fürth deambulaba como un boxeador noqueado por los distintos cuadriláteros. Su caída a la lona era inminente pero antes tocaba visitar la casa del Núremberg. El calendario había querido que el equipo verde luchara por consumar su descenso ante el viejo enemigo, el vecino laureado -campeón en nueve ocasiones de la Liga teutona-, cuya rivalidad hizo que en el pasado fueran desechados, en algunos casos, los matrimonios entre parejas de ambas poblaciones. El morbo sobrevolaba el Frankenstadion.
La hermosa ciudad de Núremberg recibía otra cita del derbi de Franconia, el denominado 'Frankenderby', con gran ambiente en las gradas y un inmenso tifo por parte de los ultras locales que recordaban al Fürth su papel de perdedores en la Liga, a falta de cuatro jornadas para la conclusión del torneo.
Fueron los 90 minutos más felices del club verdiblanco en toda la Bundesliga. Un zurdazo de Johannes Geis a los 28 minutos alargaba las remotas opciones de la institución de conservar la categoría y evitaba perderlas en casa del acérrimo rival. La parte del estadio teñida de verde estallaba de alegría, como niños con gominolas y un playmobil en sus manos.
Finalmente, el descenso se confirmó a los pocos días del encuentro vivido en el Frankenstadion. Actualmente, el Grether Fürth disputa la Bundesliga-2 con claras intenciones de revivir las emociones vividas en el anterior curso y de proporcionar otro emocionante clásico de Franconia. El Núremberg y su bulliciosa hinchada los esperan.
Baviera
Baviera está situada en el sureste de Alemania. Es uno de los 16 estados que componen Alemania y el mayor en tamaño. Su capital es Múnich. Otras ciudades importantes del länder son: Núremberg, Augsburgo y Wurzburgo.
Baviera se divide en siete regiones administrativas:
- Baja Franconia (Unterfranken)
- Alta Franconia (Oberfranken)
- Franconia Central (Mittelfranken)
- Suabia (Schwaben)
- Alto Palatinado (Oberpfalz)
- Alta Baviera (Oberbayern)
- Baja Baviera (Niederbayern)
Baviera y la cuenca del Ruhr se consideran como los dos grandes epicentros del fútbol en Alemania. Los cinco equipos más importantes de Baviera son:
- Bayern Múnich
- Múnich 1860
- Augsburgo
- Núremberg
- Greuther Fürth
El Greuther Fürth alcanza la gloria
El Greuther Fürth es la institución menos exitosa del quinteto mencionado de clubes bávaros. Su origen es centenario aunque la actual entidad dista bastante de la que nació en 1903. Los descensos deportivos y los descalabros económicos forzaron una inevitable fusión en 1996 con el popular equipo local de aficionados del Vestenbergsgreuth.
A pesar de estos significativos cambios, el trébol nunca ha dejado de acompañar al plantel. Un símbolo que también decora al emblema de la ciudad y cuyo origen se remonta a la Edad Media, posiblemente como representación de los tres poderes de la urbe.
El Greuther Fürth conseguía en la temporada 2011-12 su primer pasaporte a la máxima categoría con el histórico campeonato de la Bundesliga-2. La gloria abrazaba a Fürth tras haber conocido todas las categorías del balompié profesional germano. Un camino complicado que encontraba su ansiada recompensa y que devolvía a la ciudad a luchar dentro de la élite del fútbol germano, una batalla abandonada desde los años 30.
La Bundesliga es una de las competiciones europeas con menor tradición, apenas 50 años la contemplan (1963). Anteriormente, el torneo consistía en una serie de ligas regionales -formado por seis diferentes zonas- donde los equipos del sur rara vez se enfrentaban a los del norte, a no ser que quedaran vencedores de sus respectivas comarcas. Todo ello ayudaba a fomentar la gran rivalidad de los derbis locales, debido a la gran cantidad de veces en las que dos equipos vecinos se enfrentaban a lo largo del año.
Un estadio de juguete
El estadio del Greuther Fürth fue inaugurado en 1910 con un choque ante el Karlsruher ante casi 8.000 personas. Los seguidores siempre llenaban el feudo que poco a poco aumentaba de tamaño. El crecimiento del Ronhof se paró por la II Guerra Mundial y los graves desperfectos ocasionados por los bombardeos aliados. Acabado el conflicto, el Fürth siguió con las obras sorteando la crisis financiera y deportiva.
Hoy en día, ha recuperado la estabilidad presupuestaria gracias al patrocinio en las últimas décadas de empresas dedicadas al público infantil y juvenil. Primero, con la juguetera Playmobil -desde 1997 a 2010- y actualmente bajo el apoyo económico de Trolli, compañía dedicada a los dulces y gominolas. Sendos factorías tienen su sede central en Fürth y son claves en la prosperidad de la zona.
Muñeco gigante de Playmobil con la equipación de España. Barrio de Chamberí |
El estreno del Fürth en la máxima categoría arrancaba en casa ante el Bayern con derrota (0-3) y una posterior prometedora victoria en el feudo del Mainz. El sueño de la Bundesliga fue efímero y doloroso. Un serio correctivo para los hinchas del trébol quienes no vivieron ninguna victoria en su terreno de juego, aunque se compensaran con cuatro triunfos lejos de su estadio.
El Trolli Arena se convertía en un juguete en manos de cualquier rival firmando el peor resultado de un equipo de local en la historia el torneo alemán. Al menos, superaron los nefastos registros del Werder Bremen de la década de los 80 que tenía en sus filas al que posteriormente fue técnico del equipo durante 14 años, Thomas Schaaf.
La visita de Henry Kissinger
A pesar de los resultados, los hinchas verdiblancos acudían en masa al campo. Algunos tan ilustres como el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, natural de Fürth y seguidor del equipo, quien cumplió su deseo de pisar el Trolli Arena con el equipo en la primera división alemana. Fue en el encuentro ante el Schalke 04.
El anunciado descenso
El Fürth deambulaba como un boxeador noqueado por los distintos cuadriláteros. Su caída a la lona era inminente pero antes tocaba visitar la casa del Núremberg. El calendario había querido que el equipo verde luchara por consumar su descenso ante el viejo enemigo, el vecino laureado -campeón en nueve ocasiones de la Liga teutona-, cuya rivalidad hizo que en el pasado fueran desechados, en algunos casos, los matrimonios entre parejas de ambas poblaciones. El morbo sobrevolaba el Frankenstadion.
La hermosa ciudad de Núremberg recibía otra cita del derbi de Franconia, el denominado 'Frankenderby', con gran ambiente en las gradas y un inmenso tifo por parte de los ultras locales que recordaban al Fürth su papel de perdedores en la Liga, a falta de cuatro jornadas para la conclusión del torneo.
Fueron los 90 minutos más felices del club verdiblanco en toda la Bundesliga. Un zurdazo de Johannes Geis a los 28 minutos alargaba las remotas opciones de la institución de conservar la categoría y evitaba perderlas en casa del acérrimo rival. La parte del estadio teñida de verde estallaba de alegría, como niños con gominolas y un playmobil en sus manos.
Finalmente, el descenso se confirmó a los pocos días del encuentro vivido en el Frankenstadion. Actualmente, el Grether Fürth disputa la Bundesliga-2 con claras intenciones de revivir las emociones vividas en el anterior curso y de proporcionar otro emocionante clásico de Franconia. El Núremberg y su bulliciosa hinchada los esperan.
Posted by
Álvaro Lamela
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23:01
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