miércoles, 17 de julio de 2024

Scorpions, 40 años del 'Love At First Sting'

El momento histórico marca el devenir de una persona. El grupo alemán Scorpions siempre será vinculado con la caída del Muro de Berlín y con la consiguiente desaparición del telón de acero, aquella separación que existía entre la Europa occidental, ligada a Estados Unidos y al capitalismo, y la Europa oriental, vinculada a la Unión Soviética y al comunismo. Si bien, la historia de estos germanos es muy anterior, concretamente desde la década de los 60, aunque su éxito tuviera que esperar más años.

Scorpions siempre se ha situado musicalmente entre el hard rock y el heavy metal, como un funambulista que practica y cae a ambos lados para ser sujetado por la red. El éxito de la banda, especialmente en Japón, iba encontrando su reflejo en el resto del planeta durante los años 80, cuando las cifras de ventas de discos ya empezaron a llegar al millón de copias en los Estados Unidos, el escaparate favorito del rock.

 

Los años iban pasando, las polémicas por las portadas iban planeando sobre el grupo y llegan las cuatro patas de la mesa del éxito de Scorpions en ese decenio: 'Animal Magnetism' (1980), 'Blackout' (1982), 'Love At First Sting' (1984) y 'Savage Amusement' (1988). En particular, 'Love At First Sting', con el que se baten todos los registros del grupo, incluyendo en su propio país, donde la fama se había resistido.

Con la excusa del 40º aniversario de 'Love At First Sting', Scorpions ha realizado una gira donde volver a tocar los temas de dicho trabajo, el noveno de su discografía, además de otros clásicos de la banda. Una gira de recuerdos y de repaso a su dilatada trayectoria musical.
 


Scorpions en el Wizink Center de Madrid, 16 de julio de 2024

Hay veces que las modas son pasajeras y otras en las que se convierten en una tendencia porque tienen sentido. Los tours enfocados a un solo disco o a una etapa de un grupo lleva siendo habitual un tiempo. Desde Iron Maiden pasando por W.A.S.P., la nostalgia vende y mucho. A veces demasiado.

Con la excusa de repasar el 'Love At First Sting', Scorpions dibujaba una extensa gira por España con varias paradas, entre ellas el WiZink Center de Madrid. Un país que no es extraño ni para el grupo, que desde 1982 lleva visitándolo, ni para algunos de sus miembros, como es el caso de Rudolf Schenker, guitarrista y fundador de la formación surgida en Hannover.

Phil Campbell and the Bastard Sons, o lo que es lo mismo, el exguitarrista de Motorhead era el encargado de ejercer de telonero de Scorpions. Cumplieron con creces, pese a su corta actuación. Había prisa porque los escorpiones salieran de su nido.

 Una pantalla gigante con animaciones a todo color trataba de robar la mirada del público hacia el quinteto, quienes salieron con una sonrisa de oreja a oreja, como si fueran un grupo de amigos alemanes que han ido a la Costa del Sol a pasar un fin de semana de excesos o de excesiva tranquilidad. 


 Klaus Meine caminaba con pasos cortos y una gran voz. Representaba la tranquilidad del grupo, por otro lado era Rudolf el que mostraba la pasión y la velocidad, correteando por el escenario como un niño en un día de Reyes, mientras Matthias Jabs seguía a veces su estela.

Pese a algún problema con el micrófono, que a veces parecía que estaba más bajo que los instrumentos, el concierto de Scorpions era técnicamente insuperable. El setlist arrancó con Coming Home, Gas In The Tank, Make It Real y la instrumental Coast To Coast, que daba un respiro a Klaus. Después se dio un segundo bloque con I'm Leaving You, Crossfire, Bad Boys Running Wild y Delicate Dance. Los temas se amontonaban a la misma velocidad que caen las piezas del Tetris.


 Si las baladas tuvieras Denominación de Origen, posiblemente Scorpions reclamaría su patente. Porque si en algo han sido reconocidos internacionalmente es por ese lado romántico del grupo, el cual llegó por partida doble. Primero con Send Me An Angel y luego con Wind Of Change. Las luces del móvil, que son las llamas de los mecheros versión 2.0, brillaban con fuerza en el WiZink Center.

Manos apretadas, besos y mirada de complicidad. El Pabellón de la calle Goya parecía una puesta de sol en el horizonte que contaba como público con parejas de enamorados prometiéndose la vida eterna juntos, fundidos en un solo cuerpo como en la portada del álbum de Scorpions. Si son 40 años cuenta como toda una vida.

Wind Of Change es un tema que siempre estará vinculado a un momento histórico, porque nadie mejor que un grupo alemán para explicar las consecuencia sociopolíticas que supusieron la caída del Muro de Berlín (1989) y la inmediata unificación de la Alemania Federal (RFA) y la Alemania Oriental (RDA).

Además, Scorpions había sido un actor activo en este proceso, dado que fue uno de los grupos que había participado en aquel célebre tour de grupos de rock en 1988 en la Unión Soviética, además de las diez noches tocando en Leningrado. Algo impensable anteriormente y que empezaba a ser posible merced a las políticas aperturistas denominadas 'Perestroika' impulsadas por el presidente Gorbachov. Los alemanes no estuvieron solos en aquella 'exótica' aventura a la que se sumaron Bon Jovi, Skid Row, Mötley Crüe, Ozzy Osbourne o Cinderella.

Volviendo al presente, y concretamente a Madrid, la parte final de la actuación se cerraba con Tease Me Please Me, The Same Thrill, New Vision, Blackout y Big City Nights. El grupo alemán, que anteriormente había dado la enhorabuena a España por la Eurocopa en Alemania, se despedía de una audiencia que sabía que quedaban más 'picaduras' de este escorpión, al menos dos más, que pudieron haber aumentado en número, viendo cómo de eufórico se encontraba Mikkey Dee, toda una leyenda en la batería.

El 'heavy metal' se le considera un estilo musical con un extraordinario gusto por las baladas románticas. Si hubiera que hacer una lista, da igual quien la realizara, seguro que incluiría Still Loving You. Posiblemente sea el tema más conocido para el público que no conoce al grupo e incluso sea un tema muy conocido para gente que desconozca de qué grupo es. Un tema que casa muy bien con la portada de este álbum y una canción a la que se debe mucho que el índice de natalidad se haya mantenido, o incrementado, en algunos países.

El cierre final llegaba con Rock You Like A Hurricane, mítico himno usado de forma recurrente en películas y en el deporte. Es un corte que define perfectamente lo que fue el rock duro en esa época. El lema "sexo, drogas y rock and roll" llevado al extremo de manera explícita o de una manera más sutil, con sus metáforas y estrofas con doble sentido, pero siempre rock. Y eso es lo que han ofrecido estos sonrientes germanos que no han venido de vacaciones a España, sino a mostrar lo que fueron y lo que son.

sábado, 13 de julio de 2024

Más de 72 temporadas y dos noches amando a Metallica

A los grupos musicales les pasa como a ciertas personas. Da igual lo que hagan porque ya nos tienen ganado. Metallica pertenece a ese colectivo. Los de San Francisco ya no van a innovar, o al menos en el corto plazo. Aquella explosión de 'thrash metal' hizo que la audiencia y la crítica alabaran en la década de los 80 aquel estilo musical rápido, pesado y contundente, que supuso un punto mayor, si cabe, de agresividad en el 'heavy metal', que ya de por sí era y es potente.

Overkill y Metallica se repartieron esta paternidad, pero Metallica acaparó con los años todos los focos y las portadas de las revistas. De hecho, encabezan actualmente esa etiqueta llamada 'los cuatro grandes del thrash metal' (The Big Four), donde comparten estrellato con Megadeth, Anthrax y Slayer. 

 El éxito de Metallica se debe a sus cinco primeros trabajos: 'Kill'em All' (1983), 'Ride The Lightning' (1984), 'Master Of Puppets' (1986) y '...And Justice For All' (1988). Estos cuatro ases del thrash, junto al álbum negro 'Metallica' (1991), polémico en su momento por ser más comercial, conforman la época dorada del cuarteto. Y es que a partir de entonces las críticas han rodeado cada nuevo disco, aunque sus giras siguieran en auge y tuvieran la misma, o más, repercusión.

Metallica se basa en James Hetfield, voz y guitarra, y Lars Ulrich, batería, como sus dos pilares. Ambos fundaron en California a este mito vivo del rock. En la travesía han contado con distintos compañeros de viaje: desde Dave Mustaine, quien posteriormente a su marcha fundaría Megadeth, pasando por el malogrado bajista Cliff Burton, quien falleció en un trágico accidente, pasando por Jason Newsted. Una nómina de renombre hasta dar con Robert Trujillo, quien se ha asentado junto a Hetfield, Ulrich y Kirk Hammet, quien lleva tantos años en el cuarteto que parece que lo hiciera desde el principio.

Esta es la familia de Metallica, que al final es como ese viejo amigo de toda la vida al que le perdonas todo, o casi todo. Compartiste esa época más radical y alocada propia de la juventud, luego pasó por un momento más oscuro, e incluso tuvo algún desvarío. Al final se ha establecido y hasta se ha aburguesado, perdiendo la inocencia y el descaro, pero sus conversaciones te siguen encandilando. Sigue siendo él. Ha cambiado, pero permanece la esencia. 

Metallica Metropolitano Madrid

Metallica, Architects y Mammoth WVH en el Metropolitano de Madrid, 12 de julio de 2024. Primera noche.

Pese a tener una dilatada carrera profesional, Metallica no es de las bandas que hayan sido tan habituales en Madrid. Atrás queda su primera descarga en la capital, en un lejano 1987 y en un desaparecido Pabellón del Real Madrid, donde los blancos jugaban al baloncesto y ahora hay cinco inmensas torres, una metáfora muy baloncestística. El tiempo pasa para todos, también para Metallica. No en vano, esta es la segunda vez que tocaban en el Metropolitano, solo que en 1996 era conocido popularmente el recinto como 'La Peineta' y el Atlético de Madrid no lo tenía como principal hogar deportivo. Tempus fugit.

Con el pretexto de presentar el undécimo disco de estudio, llamado '72 Seasons' (2023), los cuatro jinetes volvían a España con un formato novedoso: dos conciertos en una única ciudad, con repertorios distintos, y desiguales al de otras citas del tour, además de contar con teloneros diferentes. Más no se podía pedir.

Otra de las novedades, a medias, era el escenario, con una forma circular que dejaba en el centro un lugar para los privilegiados, emulando el célebre foso y exclusivo 'Snake Pit', aunque este fuera más estrecho y con forma de pentágono. Un círculo amplio que permitía una gran visibilidad desde muchos puntos de la pista y del graderío. Un gran acierto.

Alrededor se situaban ocho torres que parecían los clásicos depósitos de agua neoyorquinos. Estas torres, además de tener robot de luces, servían de pantallas y estaban decoradas con la silueta de los principales edificios madrileños, como la Torre Picasso, las Torres KIO o el icónico Pirulí de Torrespaña.

El sol castigaba con justicia a los aventureros que querían poblar el perímetro del escenario circular. Hubo que esperar a las 18:30 para que apareciera Mammoth WVH, el grupo del hijo del legendario Eddie Van Halen. Los norteamericanos dejaron huella con su hard rock con mucho estilo. 

El siguiente en aparecer era Architects, grupo británico de Brighton que practican un metalcore que bebe mucho de Korn, Linkin' Park y BMTH, unas veces melódicos y otras perturbando con la voz gutural. El cantante, Sam Carter, sorprendió luciendo la equipación retro de España en la Eurocopa de 1996. La sorpresa vino cuando mostró que debajo llevaba la camiseta de Inglaterra.

Pocos minutos después, el silencio se adueñó para dar paso a la pieza del éxtasis del oro del compositor Ennio Morricone, The Ecstasy Of Gold, de la película 'El Bueno, el Feo y el Malo', dirigida por Sergio Leone e interpretada por Clint Eastwood, y cuya escena final está curiosamente rodada en la provincia de Burgos, recreando un cementerio figurado bajo el nombre de 'Sad Hill', que servía de inicio para el inicio del concierto de Metallica en Madrid. Un recurso habitual en un gira atípica.

El espectáculo arrancó explosivo, marca de la casa, muy de vieja escuela. Creeping Death y Harvester Of Sorrow dejaron el listón demasiado alto. El grupo comenzó a desgranar temas de su discografía, algunos pocos habituales en el pasado y más habituales en el presente. También había tiempo para lucir el '72 Seasons' con el tema homónimo. James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, tratando de chapurrear castellano, se divertían. Hasta improvisaron Kirk y Robert un extraño dueto instrumental bajo el nombre de 'Sangría Brain'. La noche era perfecta, el repertorio algo menos.

Repertorio de Metallica en Madrid, 12 de julio
Repertorio de Metallica en Madrid, 12 de julio, via setlist.fm

The Day That Never Comes fue el punto de inflexión. La química con el público estaba siendo buena, pero faltaba una comunión total y fue tras la instrumental Orion cuando la carrera no iba a tener final. Como si fuera el cuadro de la 'Noche estrellada' de Van Gogh, miles de luces de móviles se multiplicaron entre los fans para saludar a la sensible Nothing Else Matters donde James trataba de lucirse. Un pequeño paréntesis para esta locomotora que iba desbocada y a gran velocidad, al ritmo que imponía un entregado Lars desde el kit de batería.

Sad But True siguió la línea más clásica y moderada, porque el tramo final iba a ser una locura colectiva formada por Battery, Fuel y Seek & Destroy. Balones gigantes con el logo del grupo caían del cielo para ser jugados en la arena, como niños en un parque de bolas. Miles de personas se sumían en distintos pogos donde todo el mundo saltaba y se entremezclaba. Sudor, alegría y aquel tema del CD de algún adolescente, ya convertido en adulto, que no paraba de sonar en su día y que hoy atronaba por los amplificadores. El verano había llegado al Metropolitano y se estaba rodando un anuncio improvisado de Estrella Damm.


 Cuando parecía que no se podía detener más el tiempo, o retrocederlo, es cuando las manijas del reloj estallaban y Master Of Puppets reinaba en este adorable caos. El histórico himno de Metallica de 1986, que sedujo a la generación pasada y que se ha colado en las listas de Spotify de nuevos oyentes, algunos no vinculadas al mundo del rock, por su aparición en la popular serie ‘Stranger Things’. Un punto final mágico acorde a un grupo de leyenda, quien guarda un hermoso idilio con Madrid, aunque no vengan tanto como parece. Se lo perdonaremos.

Metallica, Ice Nine Kills y Five Finger Death Punch en el Metropolitano de Madrid, 14 de julio de 2024. Segunda noche.

Abrieron la jornada dominical los bostonianos Ice Nine Kills, quienes mostraron un metalcore pegadizo al que le añaden constantes referencias cinematográficas, casi teatrales, como si se tratara del catálogo de un viejo videoclub. Versiones particulares de ‘American Psycho’, a través del tema Hip To Be Scared que transforma al cantante Spencer Charnas en Patrick Bateman, ‘Cementerio de Animales’, 'La matanza de Texas' ‘Viernes 13’, ‘Pesadilla en Elm Street’, ‘IT’, ‘El Silencio de los corderos’ o la primera parte del ‘Resident Evil’, donde una actriz emulaba sobre las tablas a Milla Jovovich en su lucha contra los afectados por el Virus-T. Homenajes al séptimo arte con mucha clase. Los estadounidenses convirtieron el feudo rojiblanco en un divertido pasaje del terror. Un show muy entretenido tanto en lo musical como en lo escenográfico. 


Five Finger Death Punch tiene un estilo personal pero a la vez influencias variadas. Se pueden ver trazas de Rob Zombie, Pantera, principalmente, incluso a Faith No More, en la voz y el estilo de Mike Patton, o también de Iron Maiden en sus melodías, pero con un resultado final más vanguardista, como si fueran una versión nu metal 2.0 y groove 1.5. Son de Las Vegas y son una apuesta segura. Tenían que caldear el ambiente y la temperatura subió muchos enteros. No en vano, su cantante se dedicó a rociar con agua las primeras filas, como un bombero sin manguera.

Dicen que las segundas partes no son mejores que las primeras, para desdecir esta sentencia está 'El Padrino', que abarca más y es más completa, 'Terminator', que es más espectacular que la primera entrega, 'Regreso al Futuro', donde añaden un giro de tuerca más a la historia, o 'El Señor De los Anillos', donde rebosa más magia su secuela. Algo parecido pasaba con el arranque del segundo día de Metallica en Madrid, con un setlist más apabullante, completo, espectacular, ingenioso y fascinante. 

  Como si fuera el Día de la Marmota, aunque el calendario no se hubiera detenido en un 2 de febrero, Metallica subía al mismo escenario del otro día, en el mismo estadio y tras haber escuchado el ‘Éxtasis del Oro’ del genio Morricone. Otro día más en la oficina ante un público igual pero algo distinto, e igualmente receptivo. 

Sin más presentaciones, Whiplash saltaba al césped madrileño junto a For Whom The Bell Tolls. Coincidiendo con los 100 años Hemingway y justo cuando en Pamplona se celebran los Sanfermines, su memoria volvía a ser evocada con este tema, cuya letra está inspirada en la obra homónima de Hemingway, la cual versa sobre la experiencia personal del escritor como reportero en la guerra civil en España.

 No había tiempo para respirar, la siguiente bocanada de aire era a través de Ride The Lightning, The Memory Remains y Lux Aeterna. Curiosamente, los denominados como cuatro hombres de negro, han optado por un amarillo chillón para identificar su último CD. Un color llamativo que dejaba pinceladas alegres en la grada y el escenario. Este último trabajo, ’72 Seasons', que no se puede decir que sea malo, ni tampoco que sea bueno, no nos engañemos; es un álbum con algún detalle y momento de brillantez, pero al que le falta continuidad y algo de alma. Es como ese delantero que no tiene mal disparo, pero que no te firma más de 10 goles por temporada; cumple, pero no satisface.

Hablando de goles, los tantos de la selección española en Berlín ante Inglaterra surgían primero como un rumor y luego como una noticia entre algunos de los asistentes que lograban algo de cobertura. Un bien tan preciado en esta noche como el whisky durante la Ley Seca.

Volviendo a la música, los clásicos se alternaban con los nuevos y los más recientes con los de siempre. Un carrusel del que era difícil salir. The Call Of Ktulu se entremezclaba con Welcome Home (Sanitarium) y Wherever I May Roam, casi nada. El valhalla de los sonidos.

 También había tiempo para la improvisación y la sorpresa, propia de los magos y de Metallica cuando toca en directo. Kirk Hammett y Robert Trujillo hicieron su particular homenaje a España interpretando el Bienvenidos de Miguel Ríos.

The Unforgiven es ese tema tan elegante que tendría que estar expuesta en un museo y exhibida en una urna de cristal. La oscuridad de las gradas perdía por instantes su anonimato con la aparición de las luces de los móviles, quienes asomaban al exterior como luciérnagas en un ritual de apareamiento. Mientras el resto de cámaras trataban de guardar para la posteridad esta bonita estampa.

Inamorata dio paso a la parte más inflamable del concierto, cuando las llamaradas parecían atrapar a los cuatro jinetes mientras interpretaban Fight Fire With Fire y Moth Into Flame. Mucha tralla. Potencia al límite.

Dicen que siempre hay que quedarse con hambre para el segundo plato y el postre. También en los conciertos hay que dejar energías para las despedidas. One es única, es un bello y angustioso canto antibelicista. Se basa en la cinta ‘Johnny cogió su fusil’, en ese sufrimiento de una persona seriamente mutilada que se ve atrapada en su propio cuerpo devastado. Una cárcel de huesos y carne que no le deja salir. Los riffs de guitarra sonaban como ráfagas desde un nido de ametralladoras, con James dejándose la voz en cada estrofa.

Mientras los goles regresaban por un momento a un Metropolitano donde no había fútbol pero donde siempre se respira fútbol, máxime si España se estaba jugando a la vez ser campeona de Europa. El tanto de Oyarzabal devolvió el protagonismo al balón. Más alegría para una noche desbordante. La vida podría ser tener cada dos días a Metallica tocando en la capital, pero desgraciadamente la vida tiene otros planes, generalmente más aburridos.

Para terminar, una pesadilla convertida en la canción soñada para muchos. Porque la idea de Enter Sandman parte de una nana tarareada a los niños. A unos niños que ya son adultos y que ya no creen en monstruos que salen del armario, pero que siguen amando muchas temporadas después a esos ídolos que estaban en sus paredes en forma de póster. Esos ojos que eran los últimos que te miraban al dormir. Buenas noches, Metallica; somos campeones de Europa y vosotros del mundo del rock.

martes, 2 de julio de 2024

Birdy y James Vincent McMorrow, voces prodigiosas en el Botánico

 Hay artistas a los que ciertos escenarios les encaja como anillo al dedo. El festival 'Noches del botánico' tiene algo de bucólico, con mucho encanto. Durante los meses de junio y julio la Ciudad Universitaria de la Complutense pierde su aparente tranquilidad nocturna para dejar paso a la música, con infinidad de artistas y estilos.

Juntar en una misma noche a dos cantantes tan similares, y a la vez tan distintos, como James Vincent McMorrow y Birdy sonaba muy bien. Dos extraordinarias voces, intimistas, privilegiadas, que brotan como sendos susurros en la noche, a quienes llegó la fama en España de una manera casual. Al primero, al irlandés, por poner la música para la promoción de la Lotería de Navidad en 2014, y a ella, aunque ya era conocida para un sector especializado, fue mayor su impacto también a raíz de su aparición en varios anuncios de TV.

James Vincent McMorrow y Birdy en las Noches del Botánico de la Complutense, 1 de julio de 2024

Si algo une también a James Vicent McMorrow con Birdy, además del idioma, es esa sencillez y timidez pese a las tablas que poseen. James era bañado por el sol cuando cantaba sus primeros temas. Ataviado con una gorra azul y luciendo la poblada barba daba la apariencia de un conductor de la Ruta 66 o de un apasionado del 'grunge'. Y es que la pasión es uno de sus fuertes. 

Vicent puso ganas y su torrente de voz para domar la selva del Botánico. Él solo bastaba, pese a contar con otros tres compañeros de fatiga a su alrededor, para centrar la atención de todos. Le dio tiempo a repasar su discografía, además de dejar gran versión del Wicked Game, e incluso mostrar su lado más dicharachero. Fue tan brillante su actuación que no necesitó ni focos para mostrarse.

James Vincent McMorrow

Birdy llegó a la música de manera precoz. Su acertada versión del Skinny Love de Bon Iver, hizo que su largo nombre casi imposible de recordar, que podría servir de clave wi-fi, Jasmine Lucilla Elizabeth Jennifer van den Bogaerde, y menor apodo y fácil de recordar, Birdy, fuera etiquetado como el de una futura gran promesa para el pop británico. Una lista interminable de la se suele tachar más nombres de los que se deja, entre ellos el de esta hija de pianista y de escritor. Una mezcla que explica mucho.

Birdy irradia ternura. Su hilillo de voz al hablar, que no al cantar, conjunta con unos ojos vivos y una leve sonrisa como tarjeta de presentación. Llegó a Madrid con ese aire de época victoriana que transforma a esta mujer en una bailarina de una pintura de Degas mecida por el viento, con la diferencia que este cuadro tiene banda sonora propia. 

Hablando de BSO, la británica eligió como primer tema Not About Angels de la película 'Bajo la misma estrella' (The Fault In Our Stars). Salió al escenario descalza, porque sabía que para dejar huella solo tenía que usar el micrófono y conjuntar las teclas.

Apenas ha llegado a la treintena y ya lleva más tiempo en la industria de la música que fuera de ella. Una vida plena de éxitos para esta cantautora que a veces es más conocida, curiosamente, por sus acertadas 'covers', como el People Held The People, cuya versión original es de la banda Cherry Ghost.

Su voz es una como una brisa veraniega, suave y aterciopelada, tan apropiada para dar la bienvenida a julio entre ese vergel en mitad del conocimiento que es el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid. Por ello su actuación, en mitad casi del bosque, tenía algo especial y distinto. Además, la complicidad del público, con un respetuoso y sepulcral silencio durante su actuación, contribuían a esta magia.

'Portraits' era el disco más usado de la noche. También el más actual. I Wish I Was A Shooting Star sucedía a Ruins II y Paradise Calling. Por ahí se colaban Young Heart y Young Blood. El repertorio seguía sumando muescas a su revolver. Listas para ser disparadas.

Si para el resto de canciones había ciertas dudas, para el tramo final había pocas sospechas y muchas certezas. El último tramo se componía de Skinny Love y Winter, además de la extraordinaria Wings, que volaba por el Botánico como una luciérnaga en la noche, brillando como solo lo saben hacer las grandes estrellas. 

Cuando parecía que todo había terminado, sin sorpresas y de una forma abrupta, es cuando Birdy devolvió con dulzura el cariño y respeto del público en forma de un tema extra, con un muy elocuente título, porque I'll Never Forget You define el sentimiento de esta jornada de lunes dedicada a las voces prodigiosas, las cuales brillaron y serán difíciles de olvidar. 

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