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domingo, 21 de agosto de 2016

Neymar fulmina la maldición del oro olímpico de Brasil

En pocos países del mundo se vive el fútbol con tanta pasión como en Brasil. El deporte rey es una religión para una nación que se ha coronado hasta cinco veces campeón del mundo. Un logro que contrastaba con la decepción acumulada en los Juegos Olímpicos, donde el reinado se resistía, hasta que un penalti lanzado por Neymar ha terminado con una maldición de más de medio siglo de duración.

La 'canarinha' fue poco a poco, en especial desde la irrupción de Pelé, convirtiéndose en el gran referente del fútbol en el planeta, en el paradigma del éxito, del juego bonito y del gusto exquisito por tratar el cuero. El Mundial de 1958 fue la gran explosión y la Copa del Mundo de 1970 terminó siendo la confirmación definitiva de un estilo que coleccionaba admiradores e imitadores por todo el planeta.

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Dejando aparte la Copa América, donde Uruguay y Argentina han ido tomando ventaja en el palmarés del torneo a la 'Seleçao', los Juegos Olímpicos se transformaron con el tiempo en el pequeño gran fracaso del fútbol brasileño.

El fútbol en el certamen olímpico
El fútbol es una de las disciplinas más veteranas del certamen olímpico. Desde la edición de París en 1900, y con la salvedad de Los Ángeles 1932, el fútbol masculino, al que se le sumó el femenino a partir de Atlanta 1996, han sido parte del programa de los Juegos.

Las dos primeras ediciones que contó con el fútbol, 1900 y 1904, tuvieron como participantes a combinados amateurs, no a naciones, provocando que el Comité Olímpico Internacioal (COI) reconociera sendos concursos, pero no así la FIFA. En cambio, la cita de 1906, no es aceptada por ninguno de ambos organismos.

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Londres 1908 se puede considerar como el comienzo de este complicado matrimonio entre el fútbol y los Juegos Olímpicos, el primero en el que COI y FIFA coinciden en considerarlo oficial y el primero en tener a selecciones absolutas.

Fútbol en los JJ.OO., Juegos Olímpicos, fútbol, football,La FIFA empezó pronto a tener recelo del éxito del fútbol en el torneo olímpico, el cual podía hacer sombra y restar importancia a su gran tesoro deportivo y económico, la Copa Mundial de Fútbol, organizada también cada cuatro años.

Especialmente porque desde 1952 a 1980 solo habían participado futbolistas amateurs, pero cuando el COI se planteó romper dicha norma y dejar a los profesionales entrar a formar parte, se topó con la negativa de la FIFA, temerosa de encontrarse con una dura competencia.

Los Ángeles 1984 y Seúl 1988 fueron el banco de prueba de un inusual sistema con una mezcla de amateurs y profesionales, dependiendo de la confederación a la que pertenecieran. Obviamente, los jugadores adscritos a la UEFA y Conmebol, es decir Europa y América del Sur, no eran profesionales por ser los organismos teóricamente más fuertes, teniendo total libertad para el resto de futbolistas de las otras cuatro asociaciones -América del Norte, Asia, Oceanía y África-.

La prueba salió fallida y para la siguiente Olimpiada, la de Barcelona en 1992, se instauró el modelo que persiste en la actualidad y que no es otro que la obligación de que todas las plantillas tengan jugadores sub-23, a excepción de tres futbolistas de edad mayor que podrán ser citados a la convocatoria.

De este salomónico modo, el COI mantenía el fútbol en su programa de los Juegos Olímpicos con la vistosidad de poder contar grandes jugadores y grandes selecciones, pero sin quitar protagonismo a la gran fiesta del fútbol, la Copa Mundial de la FIFA.

Los doce asaltos anteriores al oro de Brasil
Brasil ha participado en trece ocasiones en los JJ.OO., incluyendo Rio 2016, desde que se estrenara en Helsinki 1952. En la cita finlandesa, con Vavá como principal abanderado del equipo, cayeron en los cuartos de final ante la República Federal de Alemania. El oro en aquella ocasión fue para la Hungría de los 'mágicos magiares' liderada por Puskás, Czibor, Hidegkuti... Un metal que parecía mostrarse siempre esquivo a la 'verdeamarela'.


                                           JJ.OO.RondaEstrella
                                         Helsinki 1952   Cuartos de final        Vavá
                                            Roma 1960     Fase de grupos        Gérson
                                            Tokio 1964    Fase de grupos    Roberto Miranda
                                         México 1968     Fase de grupos        Ferretti
                                           Berlín 1972     Fase de grupos        Falcao
                                         Montreal 1976     Semifinales        Junior



Brasil tuvo que vivir seis fracasos olímpicos consecutivos antes de ocupar al podio por primera vez, con Los Ángeles como sede y la plata como premio.


JJ.OO.RondaEstrellas
Los Angeles 1984PLATADunga
Seúl 1988PLATABebeto, Romario, Mazinho
Atlanta 1996BRONCEDida, Aldair, Roberto Carlos, Bebeto, Ronaldo, Rivaldo
Sidney 2000Cuartos de finalRonaldinho, Geovanni
Beijing 2008BRONCEThiago Silva, Pato, Ronaldinho, Marcelo, Diego
Londres 2012PLATAThiago Silva, Marcelo, Oscar, Neymar

A pesar de contar con grandísimas estrellas, Brasil no pudo subirse en las Olimpiadas siguientes a la parte más alta del cajón olímpico en fútbol, conformándose con tres platas y dos bronces. El éxito del oro sí lo pudieron conseguir el resto de campeonas del mundo, de alguno u otro modo, como:
  • Inglaterra -encuadrada dentro del Reino Unido- (1908 y 1912)
  • Uruguay (1924 y 1928)
  • Italia (1936)
  • Alemania, si bien fue la República Democrática de Alemania (1976) 
  • Francia (1984)
  • España (1992)
  • Argentina (2004 y 2008)
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Medalla de bronce entregada en los JJ.OO. de Moscú 1980. Foto subida a wikimedia por Gary Abraham

El peso de ser anfitrión
Aunque Brasil sabe ganar como anfitrión, no en vano ha logrado vencer en las cuatro ocasiones en las que ha ejercido como local en la Copa América (1919, 1922, 1949 y 1989), en la memoria colectiva han pesado más los sonoros fracasos de la Copa del Mundo cuando jugaba en casa, los de 1950 y 2014.

La derrota ante Uruguay en el último partido de la fase final de la Copa del Mundo de 1950 es, además de uno de los encuentros más recordados de la historia del fútbol, el mayor azote deportivo recibido por Brasil. El denominado como 'Maracanazo' privó a la 'Seleçao' de un Mundial que ya rozaban con las yemas de los dedos y al que le valía hasta un empate con los charrúas.

Pasaron más de seis décadas para que la 'canarinha' sufriera un descalabro similar. El Mundial de 2014 celebrado en Brasil asomaba en el calendario como la mejor receta para terminar con las pesadillas deportivas de la pentacampeona. Las noticias eran positivas para los organizadores: España, vigente campeona en aquel momento, caía en la ronda de grupos y los anfitriones respondían en las eliminatorias ante dos viejos conocidos como Chile, octavos de final y Colombia en cuartos.

El desastre se consumó en semifinales, en una mayúscula humillación de las que dejan cicatriz. Alemanía vapuleaba a Brasil con un histórico 1-7 en el estadio Mineirao de Belo Horizonte. Una derrota que se situaba a la altura del 'Maracanazo' dentro de los demonios futbolísticos de Brasil.

Buscando el oro en casa por partida doble
Brasil se disponía a cicatrizar en Río 2016 la herida todavía abierta por los fracasos consecutivos de los JJ.OO de Londres 2012 y el Mundial de 2014, en el decimotercero intento por hacerse con el oro y con el incómodo aliciente de jugar en casa, dados los últimos precedentes mundialísticos.

JJ.OO., Río 2016, Brazil, Brasil,
Un desconocido, al menos para el aficionado europeo, como Rogério Micale era el encargado de llevar la batuta de la olímpica, con el barcelonista Neymar, único superviviente de la plata de los anteriores Juegos y ausente en el 1-7 ante Alemania, como gran estrella mediática y deportiva, como el guía al que agarrarse en este camino lleno de baches, una responsabilidad que podría haber compartido con Douglas Costa, pero el hábil extremo del Bayern no pudo acudir por lesión.

Junto al '11' del Barcelona se situaban en la convocatoria dos jóvenes talentos consagrados, casos de Marquinhos y Rafinha, y una buena colección de prometedoras figuras todavía por moldear, como Gabigol o Gabriel Jesús.

Brasil arrancaba el torneo olímpico tan temeroso e inseguro como los peores presagios podían aventurar, víctima de sus miedos como organizadora y de la presión por conseguir el oro. Los chocantes empates ante Sudáfrica e Irak dejaban a la 'Seleçao' al borde del precipicio contra Dinamarca, en el último encuentro de la primera ronda. Un contundente triunfo por 4-0 catapultaban a los brasileños en los cuartos de final frente a un contrincante habitual, Colombia, a la que Neymar y Luan sentenciaban.

Antes de que llegaran las semifinales frente a Honduras, la 'Seleçao' femenina fallaba en su intento por colgarse por primera vez el oro -tras dos platas en 2004 y 2008-, perdiendo en los cuartos de final por penaltis ante Suecia en el legendario Maracaná, testigo en el pasado de la derrota más recordada del fútbol brasileño, y cayendo más tarde en Sao Paulo, en la lucha por el bronce ante Canadá.

La doble derrota de las chicas puso en aviso al plantel masculino, que encaraba las semifinales ante Honduras. Un duelo que resolvió de un modo más sencillo de lo esperado con un contundente 6-0 donde destacaban Neymar y Gabriel Jesús.

La venganza se sirve como último plato
Como si fuera un guión cinematográfico, Brasil recibía en la finalísima a Alemania, su gran contrincante por ser los dos países más laureados y verdugo de su Mundial, en un estadio histórico como Maracaná, recinto de las grandes gestas y de la famosa derrota ante Uruguay en 1950.

No se podían juntar más circunstancias a la vez, o sí, dado que ambos colosos nunca habían conseguido un oro olímpico en fútbol, con el paréntesis de la presea de la República Democrática Alemana, de la cual no se sienten directamente heredera la federación alemana.


Neymar levantó al público carioca de sus asientos con un libre directo anotado a los 27 minutos que desataba la locura. La alegría era mitigada por tres golpeos de la madera de los germanos. Anticipando la debacle con el empate del capitán Maximilian Meyer, del Schalke, silenciando el estadio y rescatando los miedos de la grada.

El dominio brasileño no evitaba ni la temida prórroga, primero, en la que los teutones defendían con la confianza que les faltaba en el ataque y donde sorprendía el estilo timorato, ni los penaltis después, para añadir más dramatismo a una cita ya de por sí emotiva.

El error de Petersen, o el acierto de Weverton, al detener el quinto lanzamiento alemán ofreció la caprichosa y dramática posibilidad a que Neymar, único superviviente de la plata de Londres y máximo responsable moral del éxito o fracaso de esta edición, de sentenciar con la decisiva pena máxima. Un desafío que superó.

Los once metros que separan el punto de penalti de la portería fueron la distancia que necesitó Neymar pasar a la historia como el héroe que lograba el oro olímpico, cumpliendo con el objetivo que anteriormente otros mitos brasileños no consiguieron y enterrando de golpe todos los fantasmas del pasado.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Paulistão de 1973, el sorprendente último título de Pelé

Un partido de fútbol puede pasar a la historia por muchos motivos. Entre las razones de incluirlo para la posteridad estarían: la calidad del juego y de los goles, la importancia de la competición que se disputó, los futbolistas que tomaron parte o la relevancia que tuvo aquel acontecimiento.

La final del Campeonato Paulista (Brasil) celebrado en 1973 entre Santos y la Portuguesa es uno de esos encuentros que cumplen con todos los ingredientes mencionados. Un duelo legendario en todos los sentidos.

Sao Paulo

El Campeonato Paulista
El Campeonato Paulista o Paulistao es el torneo de fútbol que se juega en Brasil dentro del estado de Sao Paulo, el cual tiene una población de unos 40 millones de personas y un buen número de los clubes más importantes del país.

La competición se estrenó en 1902. Desde entonces hasta 16 conjuntos han escrito su nombre como vencedores. Un listado de campeones comandado por su póker de conjuntos más importantes:
  • Corinthians
  • Palmeiras
  • Sao Paulo 
  • Santos 
Los cuatro equipos citados cuentan con más de 20 títulos Paulistas en sus vitrinas, marcando una distancia considerable sobre el resto de clubes en la clasificación histórica estatal, como Club Athletico Paulistano, SPAC y La Portuguesa, indiscutible protagonista, junto a Santos, de la edición disputada en 1973.

El Paulistao de 1973
Santos y Portuguesa accedieron a la final debido a que cada uno se había adjudicado con una ronda del campeonato estatal. La cita se produjo el 26 de agosto en un abarrotado Morumbi que registró 116.000 espectadores.

Santos vs Portuguesa, escudos

Dos grandes referentes del fútbol nacional como Carlos Alberto y Pelé, junto a otros más desconocidos pero igualmente destacables -como Edú y Lima-, ejercían de referentes de un Santos que estaba tocando a su fin de una de sus épocas más gloriosas.
      El partido fue tremendamente igualado durante los 90 minutos iniciales. Las únicas ocasiones llegaron de lanzamientos de falta. Durante la posterior prórroga, Portuguesa estuvo más cerca de inclinar la balanza hacia su lado con una oportunidad en el último suspiro que hubiera deshecho el empate del marcador.


      Un partido doblemente histórico
      Este encuentro nunca hubiera trascendido si no fuera por que a la postre significó el último campeonato conseguido por Pelé en Brasil. Más tarde, en 1977, llegó el título de North Amercan Soccer League (NASL) a lomos del exótico New York Cosmos, con el que puso fin a su carrera deportiva profesional. Otra razón por la que este partido ha pasado a la historia es por la insólita tanda de penaltis que se celebró para esclarecer el campeón y donde el colegiado Armando Marques se convirtió en el indiscutible protagonista.

      El 'Peixe', como se conoce a Santos, se adelantó por dos penas máximas a su rival. En el tercer lanzamiento de Portuguesa, el esférico impactó con violencia en el travesaño tras el golpeo de Wilsinho.

      El árbitro Marques decretó el final haciendo que el guardameta Cejas saltara de alegría y se dirigiera a abrazar al resto de compañeros. Nadie se percató que existía la posibilidad del empate, en caso de que Santos hubiera fallado los penaltis restantes que disponían y que Portuguesa hubiera acertado con las suyas.

      Pelé, Santos
      Pelé con la camiseta del Santos (Foto extraída de Wikipedia, libre de derechos)

      Si la presencia de Pelé garantizaba un hueco a este encuentro en los almanaques deportivos. Su resolución hizo de este duelo entre Santos-Portuguesa un capítulo aparte dentro de los anales del balompié paulista y brasileño.

      Otto Glória, entrenador carioca del conjunto luso, mandó a todos sus jugadores al vestuario, consciente del error arbitral y de las mayores posibilidades que existían para sus intereses si no permanecían sobre el césped. Para ese momento en el terreno de juego se había producido la habitual invasión de periodistas y de algunos aficionados, nubes de personas que revoloteaban alrededor de Pelé y otros integrantes del cuadro albinegro.

      En ese instante, un cuarto de hora después, se advirtió al colegiado de su error y trató de subsanarlo llamando a los futbolistas de Portuguesa, quienes de manera muy hábil, y aconsejados por su experimentado técnico, ya habían abandonado las instalaciones de Morumbi en autobús.

      En las sucesivas horas, de manera salomónica, la Federación Paulista no tuvo más remedio que considerar campeones a sendos conjuntos. Siendo el trofeo Paulista de 1973 compartido entre Portuguesa y Santos. Una Copa, que como hemos visto, ha pasado a la historia por muchas razones.

      martes, 9 de septiembre de 2014

      Ronaldo Nazario, el último 'fenómeno' de Brasil

      Brasil es sinónimo de fútbol y alegría. Dos conceptos que siempre se juntaron en las botas de Ronaldo Luis Nazario de Lima. Un delantero letal con una amplia carrera internacional. Un luchador nato que se sobrepuso a sus lesiones para pasar a la posteridad por la puerta grande.

      Ronaldo 9.jpg

      La selección sub-17 brasileña y el Cruzeiro fueron los primeros escaparates por los que el carioca se dio a conocer al mundo. En el club de Belo Horizonte, Cruzeiro, coincidió con otro crack del país, Jairzinho, culpable del descubrimiento de este irrepetible delantero nacido en Río de Janeiro en 1976.

      El desembarco de Ronaldo en los Países Bajos
      Muchos equipos europeos se interesaron por Ronaldo. En especial, dos conjuntos de los Países Bajos. Frank Arnesen, ex futbolista danés criado en la cantera del Ajax, fue el director deportivo responsable de la contratación de Ronaldo para el PSV tras cotejar el mercado brasileño en busca de una nueva perla. Un jugador con un talento capaz de igualar al exhibido por Romario en su etapa en Eindhoven.

      El fichaje por el conjunto de la Philips estuvo cerca de no fructificarse debido al acuerdo que había llegado previamente el Ajax con el Cruzeiro. Finalmente, Ronaldo tomaba el mismo camino que había tomado Romario en Europa, estrenándose en la Eredivisie de rojiblanco.

      La estancia del 'Fenómeno' en el PSV superó cualquier expectativa gracias, además de su calidad, al genial entendimiento del brasileño con su compañero en el ataque, el belga Luc Nilis, derivando en 42 dianas en 46 encuentros disputados en un par de temporadas.

      Ronaldo en PSV.jpg

      Aunque no todo era felicidad: el clima, las primeras intervenciones quirúrgicas -como la de febrero de 1996 con 4 meses de baja- y su desconocimiento del idioma hicieron que el peregrinaje en Holanda pidiera un cambio, una salida a un campeonato mayor, a un club de más renombre y a una ciudad con otra temperatura.

      La joya de la corona del proyecto de Josep Lluis Núñez
      Ronaldo se declaró en rebeldía para acelerar su traspaso al Barcelona. El fichaje del brasileño se convirtió en 1996, y durante unos cuantos años, en el más caro de la historia, a razón de 2.500 millones de pesetas. El por entonces vicepresidente azulgrana, Joan Gaspart, reconoció que se vistió de camarero para poder acceder a la habitación del astro y así convencerle de su incorporación al Barça.

      Lo que parecía un idilio de larga duración se transformó en una única campaña donde Ronaldo jugó su mejor curso futbolístico, con exhibiciones para la posteridad como el gol de Compostela, con el sello habitual de la casa, mezcla de potencia y habilidad.

      Los 47 tantos en 51 encuentros fueron un reclamo más que suficiente para que uno de los 'capos' de la Serie A, por aquel entonces el torneo más potente, rascara los bolsillos con el objeto de firmar al mejor '9' del momento, quien se encontraba molesto con la directiva culé por una subida de sueldo nunca aceptada.

      camiseta de Ronaldo del Barcelona

      Del azulgrana al 'neroazzuri'
      La aparición de Massimo Moratti como presidente del Inter de Milán revolucionó un mercado de fichajes que ya se encontraba agitado desde la irrupción de la 'Ley Bosman', la cual llevaba un año de implantación. Normativa internacional que permitió a los futbolistas de la Unión Europea jugar en otros países miembros sin ocupar plaza de extranjeros, eliminando las trabas que ya estaban disfrutando otros trabajadores.

      El conjunto interista, con esa eterna capacidad de transformar cada año su plantel, pagó la cláusula de Ronaldo, valorada en 4.000 millones de pesetas. Un giro de acontecimientos para el Inter, ya que la idea inicial era haber fichado a Batistuta como referencia ofensiva.

      Con esta operación se reivindicaba el dominio del fútbol italiano en el continente y de Moratti, junto a la compañía Pirelli, como motores económicos de los 'neroazzurri'. No en vano, Ronaldo se erigió en uno de los iconos publicitarios de la empresa milanesa de neumáticos.


      Ronaldo coincidió con una pléyade de lo más granado del fútbol sudamericano. Un elenco formado por Iván Zamorano (Chile), Javier Zanetti, Diego Pablo Simeone (Argentina) y Álvaro Recoba (Uruguay). A ellos había que añadir la clase de Kanu o Djorkaeff para tratar de cambiar la filosofía de una escuadra defensiva que todavía conservaba la marca al hombre.

      Como curiosidad, Zamorano, poseedor del dorsal 9 en esa etapa, cedió el número a Ronaldo a su llegada a la capital lombarda. Por su lado, el bravo futbolista chileno optó por colocarse el 1+8, con el signo más entre ambos guarismos. Una decisión inédita.

      La temporada de este Inter tan hispanoamericano acabó con la consecución de la Copa de la UEFA, segundo título europeo tras la conquista de la Recopa con el Barça. El scudetto quedó aparcado e inaccesible debido a un polémico y decisivo enfrentamiento, en la jornada 31, contra la Juventus donde los penaltis, uno no señalado en área del Inter y otro inexistente dado como válido en área contraria, condujeron al triunfo 'bianconero'.

      De este modo, el brasileño cerraba el año de debut en Italia a la espera de la celebración del Mundial de Francia.

      El extraño final de Francia 1998
      La experiencia vivida por el delantero en el Mundial de Estados Unidos, donde acudió a la cita de 1994 -aunque no disputara ningún minuto- y su evolución futbolística, situaban al carioca con la madurez y galones necesarios para ser el pilar de la 'Seleçao' en 1998.

      Ronaldo llegó a Francia confiado, dentro de un plantel comprometido con conquistar para Brasil otra Copa del Mundo. Él, junto a Rivaldo y Bebeto eran el tridente elegido para refrendar el título de la edición anterior.

      La liguilla concluyó con el liderato para la 'verdeamarela' y la decepción de haber cerrado la ronda con una inesperada derrota frente a Noruega.

      Chile, Dinamarca y Países Bajos fueron los siguientes obstáculos antes de acceder a la final, donde los anfitriones esperaban bajo la batuta de Zinedine Zidane.

      Ronaldo, Francia 1998

      Aquel Francia-Brasil de Saint Denis ha pasado a la historia por muchos motivos: el triunfo de los galos y su primer Mundial, los tantos de cabeza de Zidane... y el estado de salud de Ronaldo. El atacante brasileño disputó el partido tras haber sufrido un shock, una serie de convulsiones que pudieron llevarse la vida del astro carioca. Su participación en el choque, obviamente mermada, fue obligada -opinan algunos- por intereses comerciales derivados de sus patrocinadores.

      "Sentí un miedo terrible. Perdimos el Mundial, pero yo gané otra copa, la de la vida", declaró el propio Ronaldo más tarde.

      La grave lesión en el Olímpico
      El episodio de París tuvo otra continuación dentro del capítulo de desgracias sufridas por Ronaldo. Una primera lesión, sufrida ante el Lecce, le tuvo fuera de los terrenos de juego durante 6 meses. A su vuelta y aparentemente recuperado, con el Olímpico como escenario, la Lazio de rival y la Coppa como objetivo, una bicicleta del 'Fenómeno' sobre un firme irregular precipitó la caída del jugador, sollozando al borde del área. Una imagen que muchos interpretaron como la triste despedida de un genio, antes de tiempo.

      Era abril de 2000. Los reproches se sucedían y salpicaban a todos, empezando por los facultativos del PSV a los que algunas voces señalaban como responsables de las desgracias del atacante, acusándoles de haber dopado al brasileño en su desembarco al fútbol holandés.

      Grandes en Japón
      La nefasta relación del ariete con el técnico Héctor Cúper y los sinsabores en el campeonato, donde una derrota ante el Lazio condenó al fracaso a los interistas, forzaron a replantearse su futuro en el 'calcio'.

      EL Mundial de Corea del Sur y Japón (2002) confirmó el buen estado en el que se encontraba Ronaldo. Sus goles y regates ayudaron a la victoria de la 'canarinha' en un campeonato descafeinado que contó con el final más clásico: Alemania - Brasil en el último peldaño.

      Ronaldo versus Kahn, Japón-Japan, 2002

      El doblete de Ronaldo ante el guardameta Kahn devolvieron la corona y el cetro al carioca, bajo la atenta mirada del Real Madrid, cuyo presidente, Florentino Pérez, le había reservado un lugar en la delantera de un equipo de ensueño.

      El Real Madrid galáctico
      Si alguien tenía dudas del rendimiento que podía ofrecer Ronaldo, a pesar del aval de los 8 goles en un Mundial, éstas se disiparon cuando necesitó sólo 11 segundos para inaugurar su casillero con los blancos, en un partido en el Santiago Bernabéu contra el Alavés y con el público merengue entregado al brasileño.

      El brillante plantel, comandado por Zidane, Figo, Beckham, Raúl y Roberto Carlos, tampoco fueron suficiente para que Ronaldo lograra el máximo trofeo continental: la Champions League. Un título que se alejaba cada vez más de sus manos con el desmoronamiento del Madrid 'galáctico'

      Debut

      Regreso a Milán
      La eliminación de Brasil en cuartos de final en 2006 y su consiguiente adiós en la 'Seleçao', al que le quedó un epílogo a modo de despedida formal en 2011, no fueron los únicos cambios personales que padeció en aquella temporada. Su salida de Chamartín, motivada por la falta de confianza de Fabio Capello, precipitaron en un regreso a Milán, al equipo 'rossoneri'.

      Los problemas de peso y el hipotiroidismo detectado en 2007 acompañaron a la estrella en los dos años que estuvo de rojinegro. Un par de temporadas en las que sólo disputó 20 encuentros -9 goles-. Cifras inferiores a las esperadas debido a su estado físico y a la aparición de nuevas lesiones, como la sufrida ante el Livorno.

      Ronaldo en el Milan

      Recuperando el antiguo Ronaldo
      La recuperación, casi espartana, consistente en ejercicios de gimnasio realizados en su país devolvieron al ariete a tener una figura casi no vista hasta entonces. Dichas sesiones, maratonianas, invitaron a muchos clubes brasileños a contratarle, confiando en haber recuperado al gran delantero de Brasil.

      A pesar de su amor por Flamengo y de haber entrenado durante aquellos meses con ellos, fue el Corinthians el equipo que firmó el último contrato del crack. Su estreno con el 'Timao' se saldó de la mejor manera, con un testarazo ante el histórico rival, Palmeiras.

      La efervescencia de su juego fue menguando hasta desparecer casi por completo en el curso 2010-11. El 14 de febrero de 2011 Ronaldo rompió el corazón de sus seguidores al anunciar públicamente que dejaba su carrera profesional.

      El mundo perdía a uno de sus mayores referentes sobre el césped y Brasil a uno de sus últimos iconos -98 internacionalidades y 62 goles-, números sólo superados por Pelé. Demostrando que el 'Fenómeno' ha estado a la altura de cualquier mito del país y del resto del planeta.

      miércoles, 19 de marzo de 2014

      Eduard Streltsov, el Pelé ruso torpedeado por el Soviet

      Grandes talentos del deporte destinados a brillar han terminado, en muchas ocasiones, olvidados en el cajón de estrellas que pudieron ser y que nunca fueron. El caso de Eduard Strelstov (Стрельцову, en alfabeto cirílico) cumple en parte con esta máxima. Un jugador con clase suficiente para asombrar en la Unión Soviética y prometer capítulos legendarios en las Copas del Mundo, capítulos que nunca se llegaron a escribir.

      Eduard Strelstov, child, niño

      La gris juventud de Streltsov
      Eduard Streltsov nació en los suburbios de Moscú, en 1937, en el seno de una familia rota por la Segunda Guerra Mundial. Su padre, militar, había preferido rehacer su vida en Ucrania tras el conflicto bélico dejando a su madre, trabajadora de la metalurgia, el doble papel de progenitora.

      Streltsov mostró enseguida detalles de su calidad futbolística dentro del equipo de la fábrica de su madre. Una clase que no pasó desapercibida para los ojeadores del Torpedo, quienes quedaron prendados de su juego tras enfrentarse los juveniles de la entidad blanquinegra.

      A pesar de que son muchas las personas que afirman la pasión de aquel joven por el Spartak, Streltsov no desperdiciaba la oportunidad de ganar unos cuantos rublos a costa de otro de las grandes instituciones de la capital. El Torpedo abría las escotillas en 1954 para recibir a uno de sus representantes más legendarios.

      rublos soviéticos

      La URSS, dominadora de los Juegos Olímpicos
      El deporte fue siempre uno de los vehículos preferidos de propaganda del régimen comunista. Una manera de mostrar su superioridad frente a los países occidentales. La creación, en 1951, del Comité Olímpico de la URSS daba el pistoletazo a los atletas para luchar por el medallero en los JJ.OO.

      El segundo puesto obtenido por los soviéticos en Helsinki 1952 era el precedente para arrebatar el cajón más alto a los propios estadounidenses, durante la cita siguiente, la de Melbourne 1956, una edición donde el fútbol contribuía al éxito del 'ejército rojo'.

      La edad de oro de la selección soviética
      El combinado de fútbol afrontaba con sigilo la edición olímpica australiana, dado que cuatro años antes había caído en los octavos de final ante Yugoslavia, demostrando que para colgarse el oro había que ser muy constante en todo el torneo.

      URSS en los JJOO

      La convocatoria olímpica de fútbol de la URSS, en 1956, se compuso exclusivamente de futbolistas de escuadras moscovitas, con representantes de los cuatro clubes más importantes de la capital: Spartak, Dynamo, CSKA y Torpedo.

      En aquella lista destacaban Lev Yashin (portero, Dynamo), -la llamada 'araña negra', balón de oro en 1963-, Igor Netto (capitán y 'todocampista', Spartak), Anatoli Ilyin (delantero, Spartak) -autor del primer gol de la historia de la Eurocopa, en 1960-, Valentín Ivanov (delantero, Torpedo) -máximo goleador en el Mundial de 1962-, Nikita Simonyan (delantero, Spartak) o el jovencísimo Streltsov, 19 años, una de las figuras del Torpedo y pichichi del campeonato soviético el año anterior, en 1955.

      Los soviéticos disfrutaron en estos años de su mejor etapa como selección nacional -antes de su último partido oficial, disputado en 1991-, una edad dorada que se confirmaba al ocupar el pódium en los JJ.OO de Melbourne., tras vencer a Yugoslavia en la final por 1-0, y al coronarse como campeones de Europa en 1960. Un triunfo que no fue disfrutado por Streltsov, dado que su vida iba a sufrir un drástico cambio que le iba impedir acudir tanto a esa cita como a la Copa del Mundo de 1958, donde hubiera destacado como una prometedora estrella.

      Eduard Streltsov, el genio enjaulado
      Streltsov se había convertido en una de las referencias del Torpedo y apuntaba a llevar la misma responsabilidad en la cita mundialista de Suecia (1958), donde se encontraría con Pelé, el espejo con el que muchos reflejaban a Streltsov.


      Dos semanas antes de que la URSS hiciera las maletas, Streltsov fue inculpado de abusar sexualmente de una chica de 20 años de edad. A pesar de que no existían pruebas concluyentes ni la acusación contaba con una base firme, el proceso siguió adelante. Incluso recibió la promesa de un trato de favor y permitirle acudir a la Copa del Mundo si se autoinculpaba. Streltsov aceptó su condena esperando el gesto de las autoridades, el cual nunca se produjo.

      Los doce años en Siberia claudicaban el meteórico ascenso deportivo de la nueva joya del fútbol ruso, un diamante sin pulir que se quedaba encerrado en una caja. Los rumores de conspiración contra él surgieron desde el primer momento. Un comentario ofensivo hacia una de las amigas personales de Nikita Krushev -Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética- pudo ser el detonante, como también la imagen 'moderna' y los aires de libertad del propio Streltsov. Una amenaza rebelde vestida de futbolista.


      Regresa con la fuerza de un 'torpedo'
      En 1963, el Secretario General del Comité Central, Leonid Brezhnev, levantaba la sanción que quedaba finalmente en cinco años de servicio en un campo de trabajo. Tiempo suficiente para perder algo de agilidad e insuficiente para desprenderse de su magia y olfato goleador, cualidades innatas en él.

      El regreso de Streltsov en 1965 no pudo coincidir en mejor momento para la institución. Los blanquinegros del Torpedo sumaban el segundo entorchado de su historia y, tres años después, en 1968, una Copa de la Unión Soviética. Además, era honrado con el título de mejor jugador del país en dos ocasiones -1967 y 1968-.

      El legado de un mito soviético
      La figura de Streltsov en occidente es bastante desconocida. La imposibilidad de disputar un Mundial, escaparate por aquel entonces del fútbol internacional, impidió a todo el planeta degustar del arte de un icono cuya imagen sigue intacta en Rusia. No en vano, los taconazos son llamados como el 'pase Streltsov' y el estadio del Torpedo lleva su nombre.

      campo de Torpedo de Moscú, Eduard Streltsov

      A pesar de no disfrutar de una carrera continuada, y haber sufrido un cautiverio, los números de Streltsov corresponden al de una leyenda: 100 dianas para el Torpedo -segundo máximo artillero de la historia del club- y 25 tantos con el combinado nacional, de 38 partidos jugados -cuarto mejor goleador de la URSS y primero en promedio-.

      La búsqueda del reconocimiento
      Streltsov fallecía a causa de un cáncer, en 1990, con apenas 53 años de edad. Siempre defendió su inocencia, mantenida hasta el final de los días por sí mismo y su familia. Una lucha secundada por el maestro ajedrecista Anatoli Karpov, quien lidera desde 2001 el 'Comité Streltsov', encargado de esclarecer el caso, aunque sea a título póstumo.


      El reconocimiento a su persona siempre estará presente también con los premios que se otorgan en su nombre, los Strelyets, a los mejores futbolistas y entrenadores de Rusia. Otro de los logros conseguidos en estos últimos años ha sido reclamar la medalla de oro para la familia, metal que no pudo lucir Streltsov por no participar en el once titular de la final de Melbourne.

      estatua de Streltsov

      Varias estatuas recuerdan por Moscú al llamado 'Pelé ruso'. Una de ellas cerca del Olímpico Luzhnikí y otra adorna los alrededores del feudo del Torpedo, el estadio que lleva su nombre. Es raro el día que su tumba no amanece adornada con flores y, según argumenta The Guardian, incluso Marina Lebedeva, la mujer supuestamente violada por Streltsov, apareció por el cementerio en alguna ocasión.

      Suspicacias aparte, lo único que hasta ahora que es real, es que aquel turbio episodio frenó una de las más prometedoras trayectorias individuales del balompié soviético. Un moscovita bohemio con alma de '9' y la elegancia de un '10': un 'Pelé ruso'.

      sábado, 1 de marzo de 2014

      El curioso torneo de fútbol del bicentenario de los EE.UU.

      Las celebraciones que se produjeron con motivo del bicentenario de la Declaración de independencia de los Estados Unidos -redactado en Filadelfia el 4 de julio de 1776- tuvieron su reflejo en un deporte que estaba empezando a brotar en el país: el fútbol, cuyo torneo internacional pasó a la historia del balompié por su singularidad.

      declaración independencia Estados Unidos

      La fiesta del bicentenario
      El día de la independencia ('independence day') es una de las festividades más tradicionales en el calendario estadounidense, junto al 'Día de Acción de Gracias' -que se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre-. A diferencia de ésta, el 4 de julio tiene un componente más patriótico y menos familiar.

      La declaración de independencia de las trece colonias respecto a la metrópoli británica ha estado presente en la cultura universal gracias al cine o incluso al deporte, donde los Philadelphia 76ers homenajean el lugar y la fecha con su apodo. 

      La organización del bicentenario se esmeró en los eventos, algunos de los cuales se desarrollaron durante un año antes. Entre ellos, el denominado Tren de la Libertad Americana que recorrió, durante 21 meses, 48 de los 50 estados, exceptuando Alaska y Hawai.

      Numerosas personalidades internacionales, entre ellas la reina británica Isabel II, visitaron Estados Unidos en 1976, que por aquel entonces estaba bajo la presidencia de Gerald Ford, y que contó con una nueva bandera conmemorativa izada junto a las barras y estrellas.


      El 'soccer' se profesionaliza en Estados Unidos
      El Mundial de 1966, disputado en Inglaterra, relanzó la fe de varios patrocinadores norteamericanos por promover definitivamente un proyecto de 'soccer', palabra con la que se conoce al fútbol en Norteamérica y proveniente del término asociación (soc). El problema fue que surgieron dos ideas paralelas -National Professional Soccer League (NPSL) y la United Soccer Association- que convivieron hasta fusionarse en una sola liga.

      En diciembre de 1967 se tomaba la decisión de juntar sendos torneos bajo el nombre común de la NASL (North American Soccer League). Un campeonato formado por 17 franquicias que duró hasta 1984.
        La llama por el fútbol en Canadá y EE.UU se reavivó definitivamente con el Mundial de 1994 y la confección, un año antes, de la MLS (Major League Soccer), una Liga que debe mucho tanto a la NASL como a este torneo de exhibición de 1976.


        Inglaterra e Italia, libres de compromisos internacionales
        La Eurocopa de 1976 contó con una criba motivada por la fase de clasificación previa, en formato de liguilla, y una ronda de cuartos de final para dejar finalmente un póker de candidatos al triunfo: Yugoslavia, Checoslovaquia, R.F.A. y Países Bajos, en una fase final que se celebró en el propio país balcánico.

        Italia e Inglaterra habían caído a las primeras de cambio, en las preliminares. Los ingleses fueron segundos en un grupo comandado por Checoslovaquia, a la postre campeón merced al mítico penalti de Panenka, mientras que los transalpinos habían vivido una intensa lucha junto a Holanda y Polonia por el liderato, que recayó en los tulipanes.

        La consecuencia de todo ello era que ambas selecciones estaban libres de todo tipo de compromisos internacionales para aquella primavera del 76. Circunstancia que permitió aceptar la propuesta norteamericana de disputar la Copa del Bicentenario Norteamericano.

        torneo del bicentenario, 1776

        Los anfitriones se nutren de grandes estrellas
        Inglaterra, Italia, Brasil y el denominado 'Team America' -como anfitrión-, formaron parte del cuadrangular de exhibición de 1976. Con el fin de equiparar las fuerzas, y dado que EE.UU. no poseía un equipo potente, se nutrió al conjunto 'yankee' de importantes futbolistas de la NASL:
        • Pelé (Brasil)
        • Ramón Mifflin (Perú) 
        • Mike England (País de Gales)
        • Giorgio Chinaglia (Italia)
        • Bobby Moore (Inglaterra)
        • Tommy Smith (Inglaterra)
        • Keith Eddy (Inglaterra)
        Un plantel que se pudo incrementar con George Best (Irlanda del Norte) y Rodney Marsh (Inglaterra), quienes se cayeron de la lista por distintos motivos.

        Un torneo de 8 días
        El torneo del bicentenario arrancó en mayo de 1976. La idea de este curioso campeonato era disputar los duelos en tres jornadas y en seis sedes distintas cargadas de gran simbolismo. Se empezó en la capital para pasar por Nueva York, sede de los míticos Cosmos, y concluir en Filadelfia -ante Inglaterra, en el lugar de la firma de la declaración de independencia- y New Haven -primera ciudad planeada del país, cuna del fútbol americano y hogar de la Universidad de Yale-.


        El espectáculo estaba garantizado, ocho días -desde el 23 al 31 de mayo-, en los que ofrecer una exhibición de fútbol con tres selecciones campeonas del mundo y un combinado nacional con estrellas internacionales de la liga local norteamericana.

        A decir verdad, deportivamente no dejó grandes momentos, pero sí que quedaron imágenes para el recuerdo: como Pelé, Chinaglia o Moore defendiendo los colores del 'Team America' ante sus selecciones -cuyas federaciones no reconocieron estas citas como oficiales-, Inglaterra vistiendo por primera y única vez de amarillo o contemplar un partido de fútbol sobre un campo de béisbol.

        Nota: En la imagen podemos apreciar a Moore y Pelé con la camiseta roja del 'Team America', una indumentaria que parece similar pero que es a la vez distinta. Moore lleva las tres rayas de Adidas y Pelé la franja de Puma, una situación nada habitual en el fútbol que sí se aprecia en otros deportes como el tenis, en la Copa Davis. 

        En medio de ambos, Francis posa con la equipación oficial de Inglaterra, confeccionada por Admiral en un sorprendente tono amarillo pálido. Las marcas deportivas estaban viviendo su primera edad de oro, faltaba dar el salto al público.

        Bobby Moore, Gerry Francis y Pelé, antes del duelo entre el 'Team America' e Inglaterra.
        Fútbol sobre béisbol
        Uno de los platos fuertes del cuadrangular fue el choque entre Inglaterra e Italia. El original emplazamiento elegido para la ocasión fue la casa de los Yankees de Nueva York, sobre el legendario césped del Yankee Stadium.

        Foto aérea del Yankee Stadium, tomada por Severin St. Martin
        La llamada catedral del béisbol había sufrido en 1976 una profunda remodelación, la última antes de su definitivo traslado -realizado en 2008-. La característica forma de diamante del perímetro ofreció singulares imágenes de aquel Inglaterra-Italia.

        Alienaciones del partido:


        Los 'pross', dirigidos por Don Revie -mítico entrenador del Leeds United-, vencieron por 3-2 con 40.000 espectadores en el Bronx, siendo la mejor entrada de los seis encuentros disputados en esta Copa. Graziani, delantero del Torino, adelantó a Italia con dos tantos que fueron remontados en el segundo acto.

        Casualidad, o no, los cinco goles se marcaron en la portería que tenía césped, donde no había que superar los obstáculos compuestos por el montículo del pitcher, las tres bases y la zona de arena alrededor del denominado infield.
         
        'Fútbol sobre béibol' en 1976.

        Brasil se alza con el torneo
        Otro de los encuentros a destacar fue el duelo entre Brasil e Italia, en la tercera fecha, saldado con 4-1 a favor de la 'verde-amarela', repitiendo el resultado de la final de 1970. Fue un partido duro, con cuentas pendientes, reflejado en las tres expulsiones: Causio, Bettega y Lula, la cual llegó a interrumpir el choque durante un cuarto de hora por las protestas. Incluso se produjo una invasión de los integrantes de ambos banquillos al campo con constantes conatos de peleas y discusiones. Todo ello, con la presencia de Henry Kissinger en el palco, Secretario de Estado, y gran seguidor del fútbol, aunque brillara por su ausencia aquella tarde en New Haven.

        La 'canarinha' fue el único combinado capaz de ganar los tres compromisos, por lo que se llevó tanto el trofeo como el galardón a mejor anotador, que recayó sobre la figura de Gilberto Alves, jugador de Fluminense y autor de 4 dianas, por delante de los tres tantos de Graziani o los dos de Fabio Capello y Kevin Keegan.

        A pesar de la colección de estrellas, el 'Team America' perdió todos los encuentros y sólo marcó un gol, el conseguido por Stewart Scullion frente a Inglaterra. El futbolista escocés se hizo con un hueco en el once merced a su gran rendimiento en la NASL con Tampa Bay. Un hueco en el que no entró este cuadrangular llamado a ser histórico y que con el paso del tiempo es visto más como un evento de poco fútbol y grandes anécdotas. 

        jueves, 2 de mayo de 2013

        Evasión o Victoria: El 'partido de la muerte' del Dynamo

        Los escasos intentos de aprovechar el tirón popular del fútbol para plasmarlo en a la gran pantalla han terminado siendo, en la mayoría de los casos, un fracaso comercial o películas de baja calidad que pasaban inadvertidas por la cartelera. Cuando en 1981 apareció 'Evasión o Victoria' todo parecía indicar que seguiría el mismo camino, a pesar de contar con una leyenda como John Huston en la dirección y un elenco de extraordinarios actores junto a jugadores de renombre. Con el paso del tiempo, la película se ha convertido en una obra de culto.

        Para entender mejor la magia de la cinta, el trasfondo histórico del guión y las anécdotas que rodearon al rodaje, conviene echar un vistazo al libro 'un partido de leyenda', escrito por Carlos Marañón -director de Cinemanía e hijo de un mito del RCD Espanyol, Rafael Marañón-

        Un partido de leyenda, Carlos Marañón

        Evasión o Victoria (1981)
        Sinopsis:
        Rodada por John Huston en 1981 sitúa la acción dentro de un campo de concentración en plena II Guerra Mundial (1943) donde el Mayor Karl von Steiner -papel interpretado por Max von Sydow-, antiguo jugador de la selección nacional germana, logra arrastrar con su romanticismo por el fútbol al Capitán británico John Coltby (Michael Caine), también internacional por su país y ex futbolista del West Ham, con el propósito de disputar un encuentro entre un combinado del III Reich contra un grupo de prisioneros procedentes de diferentes nacionalidades.

        El espíritu del guión queda definido con la sentencia que Max von Sydow pronuncia: "Las naciones deberían resolver sus discrepancias en un campo de fútbol".
        Max von Sydow junto a Michael Caine en una escena del film.
        Análisis:
        Es una cinta que mezcla los tópicos de dos géneros: por un lado el bélico y por otro el de los deportes. El trasfondo de la guerra ofrece situaciones utilizadas en otras películas de guerra como los planes de fugas dentro de un típico escenario compuesto por soldados, barracones o las temidas alambradas. Mientras que el fútbol, eje principal, arroja también sus clásicas aportaciones con los entrenamientos, la convivencia de los deportistas y el crecimiento del grupo.

        Visto así, parece que el resultado es el de una película convencional que no debería haber pasado a la memoria colectiva dado el escaso éxito recaudado en la cartelera, a excepción de la U.R.S.S., España y Gran Bretaña. Pero la conjunción de ciertos factores como juntar estrellas de Hollywood con mitos del balompié para rescatar un episodio de la guerra, desconocido en occidente, en un proyecto que terminó implicando a muchos profesionales del fútbol, y todo ello orquestado por uno de los mejores directores del momento. Un cóctel así, estaba llamado a ser recordado con el tiempo como una obra de culto.

        El nacimiento del fútbol soviético
        La revolución bolchevique de 1917  hacía nacer la Unión Soviética bajo un paraguas de múltiples nacionalidades -15 países- y etnias. Gran parte de los primeros clubes deportivos de la U.R.S.S. tomaron el nombre de los colectivos a los que pertenecieran, como asociaciones sindicales de trabajadores. De ahí que tengamos por ejemplo al:
        • CSKA: Centro de deportes del ejército.
        • Dynamo o Dinamo: Ministerio del Interior.
        • Lokomotiv: perteneciente al gremio ferroviario.
        • Torpedo: relativo al sector del automóvil.
        • El Spartak era conocido como el "equipo del pueblo", debe su origen al esclavo Espartaco que se rebeló contra Roma.

        Apodos que se extendieron a todas las repúblicas soviéticas y países pertenecientes al eje comunista, desde Rusia a Bulgaria, desde Moscú a Kiev.

        El Dynamo de Kiev
        El campeonato soviético se disputó desde 1936 hasta 1991. El torneo fue dominado principalmente por cuatro clubes, tres moscovitas -CSKA, Dynamo y Spartak- y otro de Kiev, el Dynamo (Динамо). Los 13 títulos ligueros y los 9 de Copa cosechados por los ucranianos y el hecho de nunca haber descendido de categoría les convirtió en el equipo más relevante de la Unión Soviética.



        El club fue fundado en 1927 como parte del cuerpo de la policía, una situación que su fue relajando con la entrada del profesionalismo. Por sus filas han pasado grandes jugadores como: Oleg Blokhin, Igor Belanov, Andriy Shevchenko, Oleg Protassov, Aleksandr Zavarov, Serhiy Rebrov o Valeri Lobanovsky, el cual da nombre al estadio de la entidad blanquiazul.

        El inicio del FC Start
        En 1941 Kiev estaba sometido a dos poderes totalitarios, de un lado Stalin -quien en la década anterior había orquestado una hambruna sobre Ucrania- y por otro la reciente invasión de los nazis a la Unión Soviética. Ambas fuerzas se midieron en la capital ucraniana en un cruel combate que devastó la ciudad y destrozó al Ejército Rojo.
        La victoria de los nazis supuso otro nuevo giro en el control del país. Un cambio visto con buenos ojos por algunos de los ciudadanos kievitas. Mientras, Kiev iba recuperando parte de su ritmo: el trabajo, el ocio y el bullicio volvían.

        En una de las panificadoras de la ciudad un patrón enamorado por el fútbol fue reclutando como empleados, para jugar después del trabajo, a varios antiguos integrantes tanto del Dynamo como del Lokomotiv. El resultado no tardó en salir del horno en forma de F.C. Start -que significa inicio-. Un nuevo comienzo bajo el color rojo de las camisetas que encontraron abandonadas en un negocio cercano.

        La fama del FC Start
        El fútbol servía para ahogar la penuria de la guerra, el equipo del FC Start (CTAPT, en ciríclico) encontró rivales con los que foguearse, resolviendo con soltura sus primeros enfrentamientos disputados en 1942: 7-2 ante el Rukh -jugadores locales afines al nuevo régimen nazi-, 6-2 frente a un combinado de soldados húngaros -aliados al III Reich-, un humillante 11-0 contra un equipo formado por militares del regimiento rumano. El ciclo de victorias se cerraba con el primer gran duelo ante un conjunto alemán, el denominado PGS, con 6-0 para el Start.
        A pesar del contundente resultado ambas escuadras quedaron inmortalizadas en una imagen que transmite camaradería y buena sintonía, aunque desde las altas instancias de los poderes políticos nazis la estampa de un equipo ucraniano vestido de rojo y goleando no eran la mejor propaganda.

        El supuesto último partido de la temporada fue ante una escuadra húngara casi profesional bajo la denominación de MSG Wal, el 5-1 final demostraba que el Start era una apisonadora. Los magiares pidieron la revancha debido a que gran parte del choque dispusieron de un hombre menos -no existían las sustituciones-, la revancha se saldó con 3-2 para los ucranianos y el cartel de invictos.

        El 'partido de la muerte'
        La fama del Start motivó que el Flakelf desplegara sus alas. El once formado por parte de la hasta entonces invencible aviación alemana, la Luftwaffe, y parte del cuerpo de artilleros fue bombardeado por los kievitas con un incesante tanteo de 5-1.
        Los nazis no podían permitir tal ofensa ni que la moral de los ucranianos creciera merced a los resultados de un equipo local. Por ello, tres días después, el Start era llamado para enfrentarse de nuevo ante un dolido Flakelf, que sumaba incorporaciones al plantel. El estadio Zenit de Kiev fue el escenario elegido para un duelo con mayor tinte político en el que se pidió al once soviético realizar el saludo al Fuhrer -un gesto que había realizado la selección inglesa cuando jugó en Berlín-.

        Bajo una atmósfera cargada de presiones extradeportivas con ambiente militarizado de las gradas, a pesar de las consecuencias que siguieron ante la exhibición del conjunto vestido de rojo; el Start quiso darse el placer de vencer. Aunque el precio fuera demasiado caro. No hubo saludo inicial y tampoco piedad del Start, 3-1 al descanso y un 5-3 definitivo de un partido que no tuvo silbatazo final. 

        Las consecuencias del triunfo del Start
        Hay distintas versiones acerca del desenlace de la historia. En los países comunistas fue corriendo la voz de un dramático final con todo el equipo ejecutado en el propio terreno de juego o una versión más 'benévola' en la que habrían terminado todos en campos de exterminio. Ensalzando el carácter patriota de aquellos héroes con botas.

        Siguiendo la teoría del escritor Andy Dougan, la plantilla del Start incluso disputó un partido al día siguiente con otro festín ante el Rukh -equipo vinculado al régimen- (8-0), un resultado que habría motivado que los altos mandos nazis consideraran definitivamente al equipo ucraniano como un molesto lunar al que extirpar.

        Tras un posterior proceso de interrogatorios, dirigidos por la Gestapo, uno de los miembros del equipo -que formaba parte de los servicios secretos soviéticos- murió a causa de las palizas. El resto de la plantilla fueron trasladados al campo de concentración de Syrets (Kiev) donde la crueldad del autoritario y sanguinario comandante Paul Otto Radomski acabaron con la vida, entre otros, de 3 ex futbolistas del Start. Los cuerpos sin vida se enterraron en la fosa común en el barranco de Babi Yar.
        Babi Yar, Kiev, Kyiv
        Monumento en memoria de los fallecidos en Babi Yar (Kiev)
        Con el paso de las décadas aquellos futbolistas fueron considerados como la personificación del patriotismo de Ucrania. Los homenajes se sucedían para ser recordados para la posteridad con un monumento levantado en la entrada del campo del Dynamo de Kiev, rebautizado como Valeri Lobanovsky -eterno entrenador del club-, también se renombró al estadio Zenit, donde el Start disputó sus encuentros, como Start Stadium.
        Monumento en memoria del Start en el Valeri Lobanovsky
        El 'Partido de la muerte' y el cine
        La historia del Start se llevó al cine en dos ocasiones por parte de países del eje comunista. Los húngaros rodaron 'Two Half Times In Hell' y más tarde eran los soviéticos los que aportaban su grano de arena con 'The Third Half', ambas desde una perspectiva más exagerada, mitificando al equipo ucraniano.

        El director norteamericano John Huston contaba en su elenco de colaboradores con personas de Europa del Este. De ahí que el Start inspirara su nueva obra. El productor era húngaro, el argumento recayó sobre un yugoslavo y el guión sobre un ruso, resultando más que probable que todos ellos conocieran la historia del cuadro kievita e incluso las películas que se realizaron.

        Pelé y unas cuantas estrellas
        El contrato de Pelé con la Warner de Steve Ross, además de haber supuesto uno de los fichajes deslumbrantes del Cosmos de NY, permitía contar con el astro brasileño para distintos proyectos. El '10' se sumaba al reparto junto a los actores Sylvester Stallone, Max von Sydow, y Michael Caine, cuyo personaje curiosamente homenajea a Booby Moore -durante el metraje se sabe que es internacional con Inglaterra y ex jugador del West Ham-.

        Jugadores que aparecen en la película:
        • Bobby Moore: Mítico capitán de Inglaterra en el Mundial de 1966 al que le unía una buena relación con Pelé y Michael Caine, otra amistad célebre del legendario jugador 'hammer'.
        • Osvaldo Ardiles: Argentino, su fama creció al enrolarse en las filas del Tottenham y por ser pieza clave en el campeonato del Mundo de 1978 que concluyó con victoria de la albiceleste.
        • Kazimierz Deyna: Internacional por Polonia dentro del equipo que sorprendió en Alemania Federal de 1974. Tras el rodaje, se incorporó a la exótica Liga norteamericana.
        • Paul van Himst: Centrocampista belga que defendió la camiseta del Anderlecht durante la friolera de 16 temporadas.
        • Mike Summerbee: Jugador inglés que se convirtió en icono del Manchester City.
        • Hallvar Thoresen: Delantero noruego que desarrolló gran parte de su carrera en los Países Bajos.
        • Co Prins: Ariete del Ajax y uno de los pioneros europeos en probar suerte en el recién creado torneo de fútbol en EE.UU.
        • Werner Roth: Jugador yugoslavo del NY Cosmos, ex compañero de Pelé, ejerce el papel de capitán del combinado nazi. Internacional con Estados Unidos.
        • Otros jugadores que asoman por la cinta son: Russell Osman, Soren Lindsted o John Wark.  
        El estadio escogido para grabar fue el Nándor Hidegkuti, feudo del MTK Budapest en homenaje a uno de los protagonistas de aquella mítica selección húngara de 1954, con el aspecto vetusto para hacer creer que era el mítico Colombes de París, estadio que fue sede en los JJ.OO de 1924 y del Mundial de fútbol de 1938.

        El equipo inglés que se convirtió en nazi
        Si las escenas deportivas pretendían ser verídicas había que encontrar a jugadores profesionales que hicieran las veces de rival, junto al capitán del Cosmos neoyorquino y futbolistas semiprofesionales húngaros que se sumaron al grupo. Como cuenta Marañón en su libro, el técnico Bobby Robson fue el inesperado responsable del logro.

        Robson fue durante 13 campañas entrenador del Ipswich Town. Su larga lista de amigos y colegas llegaban hasta Hollywood, donde andaban buscando un plantel de jugadores que quisieran pasar unas vacaciones en Budapest, ciudad del rodaje, a razón de cinco semanas en una exótica ciudad, por aquel entonces era complicado y extraño viajar a un país comunista, y con un buen sueldo. Siete jugadores aceptaron la propuesta de su míster.

        La siguiente temporada al rodaje, tras unas vacaciones húngaras entre actores y con grandes dosis de alcohol, el Ipswich Town firmó la mejor campaña de su historia -subcampeón de Liga y vencedor de la Copa de la UEFA-.
        Estatua de Bobby Robson en Portman Road (Ipswich)
        Legado de la película
        El film, a pesar de ser considerado como una obra menor dentro de los trabajos de John Huston, fue posiblemente uno de los rodajes más divertidos realizados por el cineasta. Su relación con los futbolistas fue buena, un clima generalizado -exceptuando al especial carácter de Sylvester Stallone- que sirvió para perpetuar grandes amistades como la citada entre Caine y Moore o entre Summerbee y el propio actor.

        La película tuvo un relativo éxito en Inglaterra, con pase especial en Ipswich, o en España, exhibida en el festival de San Sebastián -justo en la temporada en la que la Real Sociedad se hacía con el campeonato liguero-. Con el paso del tiempo, 'Evasión o Victoria' ha ganado adeptos, en especial entre el público futbolero que recuerdan el golazo de chilena de Pelé aunque algunos olviden el resultado final del partido y que pocos sepan que el todo comenzó en una panadería de Kiev.

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