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martes, 22 de marzo de 2022

Dios salve a Skunk Anansie otros 25 años más

Todavía bajo los ecos de la pandemia, dado que muchos conciertos siguen cancelándose o posponiéndose, Skunk Anansie ha vuelto a la carretera con motivo de rememorar aquel disco en directo que homenajeaba su 25º aniversario como grupo. Por lo tanto iba a ser un tour que repasara sus seis discos de estudio hasta el momento, los de la primera etapa -en la última década de los años 90- y los que surgieron tras la reunión -desde 2010 hasta nuestros días-.


Skunk Anansie en la Sala La Riviera, 21 de marzo de 2022 

Bajo una constante lluvia que llevaba mojando Madrid desde primera hora, arrancaba el concierto de New Pagans, grupo norirlandés que logró su propósito. Su rock con toques garajeros, indies e incluso punks hicieron las delicias del público que poco a poco iba congregándose, sin llenar, La Riviera.


A la hora establecida salió el sexteto que actualmente forma Skunk Anansie con Skin como absoluta maestra de ceremonias. Con la energía intacta, con su habitual elegancia en los movimientos, descarada y divertida. Un volcán en movimiento que suelta lava por la boca. Los éxitos iban cayendo uno tras otro, alternando épocas, mezclando estilos y mostrándolos como si fuera un elemento único.

La historia de este combo británico es única en muchos sentidos. Siguen siendo los mismos miembros, lo que provoca que suenen tan compactos en directo, son liderados por una mujer de raza negra y sus miembros son de procedencias distintas. Un crisol multicultural con muchos himnos, los cuales han evolucionado con naturalidad, al principio con más trazas de hard rock para después abrazar un soplo de viento más electrónico, pero siempre con letras reivindicativas, rebeldes y de protesta. Un altavoz que usa Skin para seguir avivando sus ideas políticas, incluyendo su visión sobre el Brexit o la Guerra de Ucrania, demostrando que nunca han rechazado opinar sobre cualquier tema social, racial o religioso. Demostrando que la censura es una palabra prohibida en su vocabulario.

Cass Lewis, Skunk Anansie, Skin

Por eso Yes It's Fucking Political fue la primera en sonar. Una carta de presentación que tendría muchos apartados. Lucía una cornamenta que más que diabólica era burlona, dando una actitud satírico. Con Because Of You llevaba su voz a niveles espectaculares y con Weak le llevaba la contraria al título y se sentía un tema portentoso, Love Someone Else sonó seductora y atrevida, con ese tono discotequero heredado de su etapa como DJ. Y es que Skin jugaba con La Riviera, conduciendo a su público de una sensación a otra, del tono acelerado de I Believe In You al más íntimo con Hedonism o Without You. Una marioneta en manos de esta musa del micrófono.

Skunk Anansie, Skin
 

La recta final para la británica era una proclama antibelicista y otra antirracista. Dos caras de un mismo odio: This Means War e Intellectualise My Blackness, que servían de anticipo al terremoto que supuso Charlie Big Potato, evidenciando lo bien que suena el bajo históricamente en este grupo y lo camaleónica que es el timbre de Skin, tanto como su vestimenta en un escenario.

 

Después de hora y media llegaba un descanso formado por un homenaje a sempiterno Highway To Hell de AC/DC al que le habría precedido esa preciosidad llamada Brazen (Weep), triste en su letra pero hermosa en su ejecución, como las tardes lluviosas en Madrid, que dejan grises el asfalto pero dan un tono bonito a esta acogedora ciudad, especialmente si recibe visitas como estas.

jueves, 22 de agosto de 2019

Baño de masas en Madrid para rendir culto a Astbury y Duffy

The Cult es una banda británica ochentera de hard rock que ha sabido influenciarse de diversas fuentes a lo largo de su existencia, tanto de la música folk de la Norteamérica indígena a grandes mitos setenteros como The Doors o Led Zeppelin. Para ello contaba con dos pilares claves que se han mantenido inmutables en la formación: la extraordinaria voz de Ian Astbury -de hecho pudo ser el Jim Morrison que buscaba Oliver Stone para su película- y la clase de Billy Duffy a las seis cuerdas. Junto a ellos han desfilado multitud de artistas ocupando otros roles en la banda, como Matt Sorum o John Tempesta, quien lleva desde 2006 dirigiendo la percusión de este gran grupo que siempre ha podido ser más de lo que es y ha sido.


Porque The Cult ha tenido ingredientes para haber triunfado más de lo que lo hizo. Empezando por su evolución musical constante, con aderezos de música gótica en sus inicios, para posteriormente verse influenciado tanto por la estética como sonido de los indígenas norteamericanos, dándole un sello personal a ese rock potente que ya era suficiente argumento para tener éxito, como demuestran sus grandes discos, siendo el póker formado por 'Dreamtime', 'Love', 'Electric', 'Sonic Temple' y 'Ceremony' indispensables para cualquier melómano enamorado de los sonidos algo más duros. Para terminar, el magnetismo que irradiaban desde los escenarios la dupla Astbury y Duffy era rotundo. Tan rotundo como el mal ambiente que han vivido en muchas ocasiones entre varios exmiembros de la formación.

Nunca subieron al escalón más alto del rock, al de las bandas que llenaban estadios por sí solas, como sí podían presumir Queen, U2, Kiss, Guns N’ Roses, Metallica, Rolling Stones, AC/DC o Bon Jovi. Es cierto que los 80 y 90 es el nacimiento y consagración de tantas formaciones que era casi imposible sacar la cabeza para sobresalir. Si bien fue una gran época para ser escuchado, por el peso que entonces tenía el rock y que tendría casi su colofón hasta el grunge, para después dejar el rock la popularidad justo antes del relevo del milenio.

The Cult es consciente que el terreno que no se labró no se va a recuperar en estos años, pero sí saben que la nostalgia pude seguir enganchando emocionalmente a los antiguos seguidores. En 2009 interpretaron en una gira el ‘Love’ al completo, el disco que significó el mejor resultado comercial con 2,5 millones de unidades vendidas. Un álbum oscuro y brillante, oscuro por su sonido con ramalazos góticos y también brillante por la genialidad compositiva de muchos momentos.


The Cult, Love, Sonic Temple,

Ahora, y coincidiendo con el trigésimo aniversario, repiten la fórmula de hacer una gira basándose con otra de sus aclamadas obras. ‘Sonic Temple’ es, en parte, la cara opuesta al 'Love', con una alegría manifiesta en las guitarras, en los violines o los coros y hasta en la portada, dejando atrás el elegante negro, rojo y plata de la cubierta de ‘Love’ para mostrar una icónica imagen de Duffy tocando la guitarra en una posición que parece el Hombre de Vitruvio del rock. Todo ello sobre varios colores mezclados psicodélicamente. Mostrando así la evolución de The Cult en todas las vertientes, en el continente y en el contenido.

 

The Cult en la Sala La Riviera de Madrid, 21 de agosto de 2019

Ian Astbury saltaba al coqueto recinto de la sala de La Riviera, repleta para la ocasión, con esa pose casi hierática que siempre ha estilado, oculto tras unas gafas de sol y sorprendentemente abrigado. Duffy era la antítesis, buscando con la mirada al público y repitiendo la pose de la portada al comienzo de cada riff. El bajista y la batería, pese a ser de renombre, John Tempesta, permanecían en un discreto segundo plano.



El disco 'Sonic Temple' fue desgranándose en orden distinto a cuando fue publicado en 1989. No era el único cambio respecto a la obra original. Dado que el tempo musical y el tono de voz eran algo distintos, evidenciando que no había partes grabadas ni apoyos a la voz de Astbury, la cual sufrió altibajos durante el concierto. No mucho, pero humanizando su actuación.

Especialmente fue celebrada por la audiencia madrileña la interpretación del Edie (Ciao Baby) y el Fire Woman para pasar a dar un repaso rápido por otras épocas del grupo, como el Rise y el American Gothic, inesperados en este repertorio y una terna más clásica que arrancaba con Spiritwalker y acababa con un himno como She Sells Sanctuary.




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Después del parón y de los agradecimientos de un Astbury que ya había dejado atrás su máscara de aparente frialdad para congratularse con el público, llegaba el bloque final con Wild Flower, Rain -que hubiera venido muy bien sobre la caldera en ebullición que era en esos momentos la Riviera- y como broche final sonaba Love Removal Machine, el cual dejaba a todos con ganas de más, con la sensación de que dos temas extras hubieran llevado al cielo a esta gran e infravalorada banda que, aún así, ha tenido su reconocimiento. Al menos por otra noche más se mantendrá su culto.

lunes, 8 de julio de 2019

Bon Jovi usa viejas canciones para seguir enamorando a Madrid

La carrera musical de Jon Bongiovi nunca habría tenido el mismo desenlace sin la aportación de cuatro grandes músicos, dos de los cuales -el teclista David Bryan y el baterista Tico Torres- todavía siguen siendo parte de la formación de la banda desde 1981. Las cuerdas es donde la formación ha experimentado más cambios en estos años: primero fue el bajista Alec John Such, desde 1994, y más tarde el carismático guitarrista Richie Sambora, tras abandonar el grupo en 2013 por decisión personal. A ellos también habría que añadir el breve paso de Dave Sabo, posteriormente fundador de Skid Row. Otro de los elementos claves del rock de New Jersey, siempre bajo la sombra musical del gran Bruce Springsteen.

Los dos primeros discos de Bon Jovi -dando un nombre más comercial al apellido del cantante- estaban más marcados por el peso del teclado y la excesiva velocidad en la producción. El éxito rotundo para el grupo estadounidense llegaba con el tercer y cuarto trabajo, caracterizados por el sonido de las guitarras de Sambora y un estilo musical más variado, desde el hard rock más ochentero al country -que le serviría después a Jon para interpretar la BSO de la película Arma Joven II. Un western moderno que demandaba melodías más actuales para seducir a otras generaciones-.

Los álbumes 'Slippery When Wet' y 'New Jersey' elevaron muy alto el listón musical al quinteto, tanto en crítica como en ventas, rozando los 50 millones de discos. Son dos obras indispensables para entender el auge en popularidad del rock de finales de siglo XX. Lo que explica que Bon Jovi fuera un pionero en cruzar el telón de acero y encabezar un concierto de vanguardia de la URSS, además de liderar un cartel del Monster Of Rock de 1987, incluso por delante de W.A.S.P. y Metallica.


Las fronteras musicales también se derribaban con 'Keep The Faith' en 1992, en lo que fue el último gran impacto en ventas. Posteriormente 'These Days' suponían en 1995 un pequeño giro musical que fue bien recibido por el público y la prensa especializada, por oscurecer algo el sonido y otorgarle una madurez al trabajo. El último halo de esperanza a una gran carrera que amenazaba con difuminarse entre temas intrascendentes y canciones lentas sin sustancia.

Desde 2000 la producción discográfica ha continuado, sin la brillantez del pasado ni la magia del principio, pese a algún interesante fogonazo. Además de no contar ya con la guitarra de Richie Sambora. Ahora regresaban a Madrid con el reciente 'This House Is Not For Sale'. tras dejar huella en 2013 con un concierto en el que rebajaron el precio de las entradas por la situación económica del país.

Bon Jovi en el Wanda Metropolitano de Madrid, 7 de julio de 2019

Con una extraordinaria puntualidad, casi británica, el combo estadounidense salía ante un público mayoritariamente femenino que llenaba el coliseo rojiblanco -aproximadamente 50.000 personas-, bajo un escenario formado por varios paneles gigantescos que permitía mostrar las evoluciones de los músicos sobre el escenario. Un muro luminoso que acapararía la mirada de todos durante las siguientes dos horas y media.

Bon Jovi, Madrid, 2019, This House Is Not For Sale,

Arrancaron con el tema que da nombre al último disco, This House Is Not For Sale, para después hilar tres clásicos de golpe -Raise Your Hands, You Give Love A Bad Name y Born To Be My Baby-. . Y es que la noche pedía más temas antiguos que nuevos. Una noche para pocos experimentos y ofrecer las fórmulas que funcionan y han funcionado.

Por mucho que pases los años, la música de Bon Jovi de la década de los 80 y 90 sigue teniendo magnetismo, tanto como su cantante, quien no dejaba de brincar y sonreír al público, rendido ante uno de los grandes sex-symbols del mundo del rock, quien no ha perdido ni una pizca de su atractivo, ni siquiera de su forma física. Un estado envidiable que también parecen compartir, a su manera, David Bryan y Tico Torres.

Bon Jovi, Madrid, 2019, This House Is Not For Sale,

Uno de los grandes peros del concierto fue la acústica del recinto, además de la dificultad de Jon para llegar a ciertas notas más exigentes -todo ello con la lupa encima suya tras la polémica sobre el uso de playback en esta gira-. Por otro lado, el resto de miembros del grupo permanecían en un discretísimo segundo plano, exceptuando a David Bryan. Algunos de ellos en sus grises, y prácticos, papeles de músicos de estudio a los que cuesta cuajar en directo, porque no hay que olvidarse que sustituir a Sambora y hacer sombra a Jon Bon Jovi es complicado en todos los aspectos.

Amen y Bed Of Roses, con estribillos en español, fueron las baladas marca de la casa escogidas para la ocasión, para acaramelar a un público que lleva tiempo enamorado de su figura, y que sirvió de preámbulo para mostrar nuevos temas que pronto eran devorados por viejos himnos.


Los seis últimos temas no se movieron de la década dorada del grupo, de los 80 y 90, de la época que el público mayoritariamente quería escuchar. Desde Wanted Dead Or Alive hasta Bad Medicine. Justo la medicina que reclamaba la afición madrileña que rebosaba el estadio y no dejaba de cantar o corear, especialmente cuando I'll Be There For You y Livin' On Prayer terminaron por coronar una gran noche de viejas canciones y músicos que parecen ser conservados en formol, aunque la voz y las canas evidencien que los años pasan incluso para las grandes estrellas del rock.

domingo, 15 de octubre de 2017

Blackie Lawless homenajea su obra maestra en Madrid

Todo melómano debería tener la oportunidad de escuchar su disco favorito en directo al menos una vez en la vida. Y con esa intención la sala La Riviera de Madrid se llenó de apasionados del heavy metal de la década de los 80 y 90, además de fanáticos del 'Crimson Idol', la obra culmen del grupo norteamericano W.A.S.P., que coincidiendo con el 25º aniversario de la publicación del disco iba a ser interpretado en su totalidad.

Blackie Lawless se ha sumado a la tendencia, tan propia de esta década en el cine, la música o la moda, de echar mano de la nostalgia para sacar rentabilidad económica. Es lo que reclama un público que también ha envejecido y no se ha regenerado, al menos en el caso de W.A.S.P., motivando que las giras de este grupo tengan más de una mirada al pasado, un guiño descarado a lo que funcionó. Y el 'Crimson Idol' bien que lo hizo, aunque la crítica no fuera unánime en esas alabanzas.

Proyecto 'hollywoodiense'
No hay duda de que este quinto disco es el 'hijo favorito' de toda la producción discográfica de Lawless. Donde más creatividad desarrolló. Se trataba de un proyecto megalómano de tres años de duración con unas elaboradas letras, para dar forma a un disco conceptual al que le acompañaban vídeo e imágenes. Un resultado final tan completo como cualquier producción 'hollywoodiense'.

El cine y W.A.S.P.
El grupo angelino, y en especial Blackie, han tenido a lo largo de su carrera coqueteos con el séptimo arte. No solo por ese interés de Lawless de hacer una película con su amado 'Crimson Idol', sino también por su colaboración musical en el film de terror Ghoulies II, unos extraños personajes que parecían un diabólico cruce entre los Critters y los Gremlins, donde el cantante empezaba a popularizar los característicos dientes de sierra en el antebrazo que aún luce y son ya parte del logotipo de la banda, y una posterior participación frustrada en Terminator 2, donde incluso optó al papel del T-1000 enemigo de Arnold Schwarzenegger y Edward Furlong, todo ello bañado con música de los también californianos Guns N' Roses.

Crimson Idol, W.A.S.P., 1992, Disco, Blackie Lawless,

W.A.S.P. en La Riviera de Madrid, 3 de noviembre de 2017
El cuarteto regresaba a Madrid con la gira denominada 'ReIdolized Tour', dejando claro que el 'Crimson Idol' sería el plato fuerte de un concierto que empezaba la interpretación completa del disco publicado en 1992. Tocando los diez temas en el mismo orden, para así no romper la línea argumental, el contexto y hasta el equilibrio musical, arrancando de forma brusca para manejar varios registros a lo largo de la hora de duración de la gran obra maestra del colosal Lawless, en todos los aspectos, y no solo por su imagen impactante de casi dos metros de altura.

Una hora con el 'Crimson Idol'

La Riviera se silenciaba con el atronador inicio del 'Crimson Idol', sumergiéndose en cada pasaje de la historia del personaje ficticio creado por Lawless y que toma por nombre Jonathan Steele. Una vida que comenzaba a ser desgranada canción tras canción, en esta obra de teatro transformada en disco de rock.

Sin tener una temática excesivamente original, la magia de este álbum siempre ha sido la cohesión de cada tema, tanto argumental como instrumentalmente, siendo muchos 'riffs', melodías o golpes de batería recuperados a lo largo del disco, elaborando pequeñas piezas que finalmente forman un gran bloque sonoro con un timbre inconfundible. 

Empezando con el tema instrumental de apertura (The Titanic Overture), con título premonitorio por el desenlace final, donde las afiladas guitarras y la contundente percusión, otro de los sellos de este disco, anuncian el viaje que va a realizar Jonathan Steele desde su casa, maltratado y castigado por su padre e incomprendido por su madre, en especial, tras perder a su hermano 'Little Red' en un trágico accidente, (The Invisible Boy) pasando por la huida del 'hogar' hacia un ficticio paraíso de luces de neón (Arena Of Pleasure), un lugar donde cae en las garras de un hambriento caza-talentos musical que intenta exprimir sus cualidades y destrozar sus sueños, (Chainsaw Charlie), que a veces parecen dictadas por el destino o por la suerte de las cartas, que le avisan de su trágico destino (The Gypsy Meets The Boy).

Crimson Idol, W.A.S.P., 1992, Disco, Blackie Lawless, Riviera, Reidolized Tour,

Jonathan entra en la dinámica de ver pasar los días sedado bajo cualquier tipo de fármaco o droga, (Doctor Rockter) que le permite seguir tocando y siendo, pese a todo, el mejor artista sobre el escenario, (I Am The One), hasta darse cuenta que se ha convertido en un ídolo de barro con un ego muy grande, por lo que recapacita y pide perdón a su madre, como un hijo pródigo (The Idol), y al público que tanto le ha idolatrado (Hold On To My Heart). A todos ellos escribe su última confesión antes de convertirse en otro mártir del rock, a modo de epitafio y despedida. (The Great Misconceptions Of Me).


Blackie Lawless y sus compañeros de fatiga, cuya formación se ha estabilizado en los últimos años merced a la dupla Blair y Duda al mando de las cuerdas, y quienes ahora cuentan con la calidad en las baquetas de Aquiles Priester, se llevaban en este punto una buena ración de aplausos con el que cerraban este homenaje al disco más emblemático de la banda, salpicado constantemente con imágenes de la película que pretendía haber acompañado siempre al disco y que se proyectaron en las tres gigantescas pantallas situadas en la parte trasera del escenario.



Aún había más, al 'Crimson Idol' le siguieron varios de los temas más representativos de la extensa carrera del grupo, como L.O.V.E. Machine, Wild Child y I Wanna Be Somebody, especialmente celebrados por el público y tocados con un punto de alegría y más dinamismo, todos ellos intercalados con Golgotha, perteneciente al último álbum, donde se evidencia el nuevo bautismo personal que ha sufrido Lawless, alejado ahora de las polémicas tras abrazar el cristianismo, exorcizando los antiguos demonios, viviendo una confesión pública muy similar a la escenificada en el personaje Jonathan Steele, el alter ego de Blackie Lawless que sigue más vivo que nunca 25 años después, aunque se nota que ha madurado. 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Gun dispara balas al ritmo de los hermanos Gizzi

La madurez de los grupos llega cuando son capaces de conocer sus limitaciones y su lugar dentro del mercado. Esta afirmación se podría aplicar al grupo escocés Gun, quienes regresaban a Madrid en una de sus giras europeas en pequeños recintos.

Escocia, cuna de grandes músicos
La pequeña Alba ha nutrido de grandes formaciones a la música. Por citar algunos ejemplos: Belle and Sebastian, Teenage Fanclub, Mogwai, The Delgados -nombre dedicado a nuestro ciclista Pedro Delgado-, Garbage, The Exploited, Nazareth, The Proclaimers, Franz Ferdinand, Mark Knopfler, The Almighty, Glasvegas, The Jesus and Mary Chain, Primal Scream, Simple Minds, Travis, Deacon Blue, Texas y los propios Gun han ondeado con orgullo la bandera de la cruz de San Andrés.

Glasgow ha sido el epicentro de muchas de estas formaciones y precisamente en esta ciudad fue el lugar donde los hermanos Gizzi, junto al cantante Mark Rankin, daban lustre a su proyecto de hard rock que se formaba a mediados de los 80. Uno más de los tantos grupos que proliferaban por las islas por aquel entonces.

Gun,

La fórmula mágica de los Gun
La discografía de la banda arrancaba en 1989 con 'Taking On The World'. El estilo era un rock melódico sin artificios, con riffs de pocos acordes pero efectivos que ensamblaban pegadizas melodías. Los coros apoyaban la voz de Rankin, con un tono personal pero nada virtuoso.

¿Cuál fue el secreto del grupo? Difícil de responder. Todo parecía ir en contra del éxito. El nombre de la formación no era ni llamativo ni excesivamente original. No tuvieron ninguna promoción especial y tampoco destacaban con complicadas composiciones. Además, su cantante cumplía pero carecía del magnetismo de las estrellas del rock momento (Guns N' Roses, Iron Maiden y Metallica) o del atractivo nihilismo del 'grunge'.

Gun terminó encajando en este panorama. Sus dos primeros discos fueron extraordinarios, a 'Taking On The World' le siguió 'Gallus' (1992) -con portada dedicada al escocés Benny Lynch, campeón del mundo de boxeo en los años 30- Dos pilares donde sobresalían grandes temas como Better Days, Taking On The World, Shame On You, Watching The World Go By, Steal Your Fire o Higher Ground.

Gallus

La respuesta tanto del público como de la crítica especializada alababan el estreno de Gun, los cuales se embarcaban como teloneros junto a las leyendas de la música: Rolling Stones y en especial su incursión dentro del festival 'Monsters Of Rock' de la mano de Steve Harris, bajista de Iron Maiden.

España ejerce de epicentro por un año
1992 fue un momento especial en nuestro país. El quinto centenario del descubrimiento de América junto a los JJ.OO de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla y la capitalidad de la cultura europea en Madrid, situaron a España en el centro de la mayor parte de actividades culturales y deportivas del momento.

El 'Monsters Of Rock' hizo una parada en la península con tres escalas -San Sebastián, Barcelona, Madrid- y cuatro embajadores: Iron Maiden, Megadeth, Pantera y Gun. Los escoceses eran los cuartos en discordia en importancia con un estilo alejado a los otros tres compañeros de fatigas. Elementos que jugaron a favor y en contra: por un lado se dieron a conocer a un mayor público y por otro lidiaron ante algunos fans más radicales que no daban el visto bueno a un estilo tan dócil.

Incluso se retransmitió por Canal + su concierto ofrecido en la Expo de Sevilla ante 10.000 personas. El idilio de los Gun con el público español llegaba a su cénit. Como curiosidad, en el libreto interior del 'Gallus' aparecen fotos de su paso por España y en casi todos los directos en la península aparecían con camisetas de fútbol. La equipación de Meyba del Barcelona, de Hummel del Real Madrid o el '10' de Puma del Atlético de Madrid pasaron a formar parte de su puesta en escena. Un guiño hacia sus seguidores y al deporte rey de una formación que profesa admiración por el Celtic de Glasgow.


Versionando a Cameo
El disco 'Swagger' (1994) ofrecía brillantes temas como Don't Say It's Over, Seems Like I'm Losing You o The Only One. Curiosamente, la versión del clásico Word Up de Cameo fue el mayor logro de una carrera que caía estrepitosamente con el álbum lanzado en 1997 denominado con un número de teléfono, "0141 632 6326". Una última llamada para un grupo que ha vuelto a conectar con la audiencia sin Mark Rankin y bajo la dirección de los hermanos Gizzi, tras haber contado durante un tiempo con el ex Little Angels, Toby Jepson.

Así se presentaban en Madrid. Sin Rankin, sin Jepson, sin los grandes estadios del pasado. Parte de la vieja audiencia acudía a la sala Independance Club para escuchar los viejos himnos de la formación y los nuevos CD que han grabado en 2009 y 2012, 'Popkiller' y 'Break The Silence'.

Gun en la Independance Club: Madrid, 26 de septiembre de 2013

El concierto, anunciado a las 20 horas, empezó con un considerable retraso. Los encargados de calentar al público en la coqueta sala eran los murcianos Vacío. El cuarteto cumplió con creces con material propio de gran calidad y una gran interpretación del Wicked Game, más cercana a la propuesta que hicieron los fineses HIM que a la creada por el propio Chris Isaak, la cual sería usada y perpetuada en la película de David Lynch 'Corazón salvaje'.

grupo rock Vacio

Los operarios se encargaban de arreglar los desperfectos del kit de batería alargando la espera de los escoceses favoritos de Madrid. No sería el único contratiempo contra el que lucharon los Gun en su esperado regreso, los micrófonos y el sonido también se aliaban en su contra durante el 'show'.

El lado positivo de tocar en un sala pequeña es obviamente la cercanía del público y también el hecho de reducir la audiencia a una casta de elegidos, capaces de recitar cada estribillo de memoria: Unos fans que veneran a los hermanos Gizzi, perdonan el tropiezo musical del 'Popkiller' y se resigna a que olviden tocar Watching The World Go By cuando vienen a la capital.

El quinteto mostró las tablas que suponen más de dos décadas de directos para ofrecer con inteligencia un repertorio en el el cual alternaban los temas del último prometedor trabajo, con cortes sobresalientes como Lost & Found -con un registro de voz similar a Axl Rose- y Break The Silence, junto a los grandes himnos que todos ansiaban con revivir como Don't Say It's Over, Better Days o Higher Ground.


La versión de Word Up y el fantástico Steal Of Fire robaban los corazones de los más indecisos y recuperaban otro par de grandes éxitos del combo, que tras un parón tuvieron su continuación con un último bis compuesto por tres de los temas más representativos de la carrera de los de Glasgow.

Gun en Madrid, Independance Club

La última fase del setlist se componía de una íntima Takin' On The World, sólo con los hermanos en el escenario, para cerrar con Welcome To The Real World y Shame On You. El defectuoso sonido no impedía alcanzar el clímax para unos viejos rockeros que no han muerto. Gun no dispara balas de fogueo, dispara al ritmo de los Gizzi.

Según dicen, el antiguo cantante Mark Rankin había desechado participar en esta reunión pero dio su bendición a que el proyecto siguiera sin él, ¿de verdad sabe lo que se está perdiendo?

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