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jueves, 10 de julio de 2025

Wunderhorse: rock del siglo XXI que suena a Nirvana o Radiohead

Llega un momento en el que uno parece estar viviendo lo que ya vivió. No es un deja-vu, es simplemente que la sociedad rescata elementos del pasado en el presente, y lo seguirá haciendo en el futuro.

La ropa deportiva es ahora retro o vintage, y los clubes vuelven a rescatar antiguas equipaciones con el que generar un vínculo con el aficionado, si es que ya no lo tenían.

El cine no para de revivir sagas que parecían en punto muerto o que habían terminado. Superman vuelve a las pantallas y lo hace en un verano en el que todos sabemos lo que hicimos, y en el que Danny Boyle vuelve a dibujar un apocalipsis con infectados... aunque no sean realmente 28 años después.

La música no es ajena a esta tendencia. Por eso a nadie le sorprende que un grupo como Wunderhorse, surgidos en 2020, tengan un retrovisor musical y se miren en grupos como Stone Temple Pilots, Bush o Radiohead, en plena década de los noventa. 

La revista musical inglesa New Musical Express consideró el álbum de debut 'Cub' como el más prometedor de 2022, alabando sus raíces punks. Una gran carta de presentación que han querido prorrogar con 'Midas' (2024), quien según la mitología griega convirtió la codicia en una maldición. Un desenlace muy acorde al mundo del rock.

Wunderhorse mira al futuro pero no se olvida de lo hay que detrás, especialmente el sonido que dejó el 'grunge', aquellos grupos que proliferaron por Seattle a finales del siglo XX, como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden o Alice In Chains, aunque ellos sean de Gran Bretaña y aquellos grupos les pille lejos, tanto en el espacio como en el tiempo.  

Wunderhorse

Wunderhorse + Lavin en la Sala la Riviera de Madrid, 9 de julio de 2025

Lavin hicieron una especie de set improvisado semiacústico donde mostraron su destreza. Experimentados, pese a ser jóvenes, y dejando una gran imagen. Mención especial al dueto con Daniela para cantar Cementerio. Se marcharon entre aplausos tras criticar a la organización por no poder tocar la batería. No fueron las únicas, ni las últimas personas, enfadadas esta noche.

Julio no es la mejor época del año para visitar Madrid. Hace calor y mucha gente se ha marchado de vacaciones, pese a ello, el público quiso arropar a Wunderhorse, aunque la formación británica tuvieran otro pensamiento en su cabeza.

El grupo lo forman Jacob Slater (voz), Harry Fowler (guitarra), Jamie Staples (batería), y Seb Byford, quien ha relevado a Peter Woodin (bajo). Seb Byford es hijo de una leyenda del heavy, Biff Byford, cantante de Saxon. Más mimbres clásicas para este prometedor proyecto musical.

El concierto fue técnicamente bueno, muy bueno, más que notable, pero el cuarteto estaba en su burbuja particular, rumiando sus problemas y gestionando enfados. Poca interacción con el público y un repertorio escaso, de poco más de una hora, aunque es verdad que su discografía no da para más. Pocas palabras y caras largas. 

Empezaron con el corte Midas y siguieron con Butterflies, con ese pegadizo estribillo. Jacob Slater lucía una camiseta del 'Mellon Collie and the Infinite Sadness'. Su cabeza rapada hacia juego con la de Billy Corgan, otro guiño más a los 90 desde el escenario para un público muy joven que coreaba los temas.

Los minutos pasaban, la buena música seguía sonando, pero la actitud no había cambiado. El ritmo aparentemente calmado vivía algunos arreones llenos de improvisaciones. Muy punk. Muy rebelde. Mucha rabia, no solo a través de las guitarras.

Arizona hacía alargar su estribillo. Ese "Where Do You Go To", que podría haber sido una buena reflexión para el grupo en ese momento. Porque todos sabíamos dónde estábamos, pero no a qué parte nos iba a llevar la actuación. Todo iba más rápido de lo deseado. Pocas pausas y ninguna explicación.

El cronómetro marcaba la hora y sonaba Superman. Precioso tema de mucha calidad. Un corte que puede ser catalogado como balada pero que tiene alma, dolor y un punto de tragedia. Si uno cierra los ojos, parece que Thom Yorke esté ahí a tu lado entre susurros y lamentos. Si la ha escuchado Cameron Crowe o Kevin Williamson, seguro que encajaría a la perfección en una escena dramática dentro de un ambiente juvenil. El drama se había asentado en La Riviera.

   

Rain era la última canción de la noche. La misma que ha cerrado en otras ciudades de la gira, con la diferencia de que en Madrid sonaron menos temas. Dicen que la lluvia limpia los pecados. No habría venido mal algo de agua esta noche, y alguna respuesta a varias preguntas, para haber apartado la ira del escenario y así haber conseguido una actuación de diez, porque este grupo apunta maneras, musicalmente hablando.

lunes, 3 de abril de 2023

W.A.S.P., cuatro décadas de reinado sobre los escenarios

El cantante Blackie Lawless suma más de cuatro décadas al frente de W.A.S.P., banda de 'heavy-metal' afincada en Los Angeles y que ha tenido la mala fortuna de vivir a la sombra de otros grandes nombres de la ciudad. O al menos no tener tantos focos sobre ellos como deberían.

Lawless lleva muchos años siendo pragmático. Sabe que al rock le han salido hace tiempo canas y no se complica la vida. Su producción musical parece estancada desde 2007, pero no su presencia incasable sobre los escenarios, donde suele tocar los temas más clásicos de su discografía, aquellos con los que crecieron su ya maduro público.

W.A.S.P. nunca llenó estadios como Guns N' Roses y tampoco ha tenido una impactante vuelta al ruedo como sí lo ha está haciendo Mötley Crüe. Dos bandas con las que compartieron cartel en su día, antes de que se separaran sus caminos desde la ciudad angelina.

Lawless ya no cuenta con sus escuderos del pasado, especialmente Chris Holmes, ni con un disco nuevo debajo del brazo, pese a la reedición de esa joya que es el 'Crimson Idol' de 1992, pero cualquier excusa o motivo, como son 40 años, han hecho que el gigantón neoyorquino, de casi dos metros, vuelva a pasar por España para hacer una gira a su estilo, con los temas que la gente quiere escuchar.


W.A.S.P. en la Sala la Riviera, 2 de abril de 2023

Sin teloneros y con unas mortecinas luces que iluminaban el escenario donde se recreaban carteles ficticios como si fuera una feria ambulante. Un circo carnavalesco donde destacaba el pie del micrófono que viene luciendo Blackie en las giras con huesos figurados y un cráneo. Un guiño a la época más canalla del grupo, aquella del sudor, la sangre y la provocación. Una etapa que ha quedado atrás.

El público llenaba La Riviera y se mostraba entregado desde que sonaron los primeros acordes de The Doors, anunciando el principio del concierto. Las vacaciones de Semana Santa y el hecho de caer en domingo ayudaron a la venta de entradas. Todo parecía indicar que iba a ser una noche para no olvidar, pero no iba a ser así.

El sonido y la voz fueron los peores aliados de Lawless durante la noche. El repertorio no varió un ápice a lo que vienen tocando en esta gira. Es decir, un popurrí de temas de sus cinco primeros discos. Algunos más extendidos y otros en versión reducida, solapando casi un corte con otro. 

L.O.V.E. Machine y Wild Child dieron paso a los tres temas del 'Crimson Idol', el álbum más idolatrado y promocionado por Lawless. En esos temas es cuando mejor funcionó el timbre de Lawless y cuando más se pudo lucir Doug Blair con su guitarra.

A esas alturas del concierto, tres monitores ya decoraban el atrezzo, donde se reproducían vídeos e imágenes, como el simpático videoclip de Blind In Texas, con cameo incluido de ZZ Top, y donde se mostraba el lado más amable de los angelinos dentro de aquellos años más descarados, más provocadores y que les hizo granjear mala fama.


 El bis se abría con Animal (Like A Beast), la canción cuya polémica letra y explícita portada supusieron la censura del grupo. Como explicaban por los monitores, Lawless y W.A.S.P. fueron una de las primeras bandas, de las 15 que ocupó la primera lista, señaladas por la mujer de Al Gore, Tipper Gore, y las mujeres de otros senadores en aquella campaña que significó, a mediados de los 80, el nacimiento de la etiqueta 'parental advisory', la pegatina que advertía a los padres del contenido de ese disco.

Curiosamente, otra de las barreras para tocar este tema era el propio Lawless quien desde que abrazó el cristianismo consideraba poca adecuada la canción, la cual había quedado apartada quince años del repertorio.

Para terminar el concierto, el grupo acababa con el ya célebre colofón del I Wanna Be Somebody, con los coros siendo repetidos por todo el público, a quienes se les hacía corto este repaso de más de cuatro décadas. 

Desgraciadamente es lo que hay. El genio que escribió y compuso una de las grandes obras del heavy metal se está haciendo mayor y su voz ya no es la misma. Su música fue la banda sonora personal de la infancia, adolescencia y juventud de lo que hoy es su madura audiencia, quienes también han crecido. El tiempo vuela y siempre en la misma dirección. Mirar atrás es un acto de nostalgia, como también lo es un concierto de W.A.S.P.

martes, 22 de marzo de 2022

Dios salve a Skunk Anansie otros 25 años más

Todavía bajo los ecos de la pandemia, dado que muchos conciertos siguen cancelándose o posponiéndose, Skunk Anansie ha vuelto a la carretera con motivo de rememorar aquel disco en directo que homenajeaba su 25º aniversario como grupo. Por lo tanto iba a ser un tour que repasara sus seis discos de estudio hasta el momento, los de la primera etapa -en la última década de los años 90- y los que surgieron tras la reunión -desde 2010 hasta nuestros días-.


Skunk Anansie en la Sala La Riviera, 21 de marzo de 2022 

Bajo una constante lluvia que llevaba mojando Madrid desde primera hora, arrancaba el concierto de New Pagans, grupo norirlandés que logró su propósito. Su rock con toques garajeros, indies e incluso punks hicieron las delicias del público que poco a poco iba congregándose, sin llenar, La Riviera.


A la hora establecida salió el sexteto que actualmente forma Skunk Anansie con Skin como absoluta maestra de ceremonias. Con la energía intacta, con su habitual elegancia en los movimientos, descarada y divertida. Un volcán en movimiento que suelta lava por la boca. Los éxitos iban cayendo uno tras otro, alternando épocas, mezclando estilos y mostrándolos como si fuera un elemento único.

La historia de este combo británico es única en muchos sentidos. Siguen siendo los mismos miembros, lo que provoca que suenen tan compactos en directo, son liderados por una mujer de raza negra y sus miembros son de procedencias distintas. Un crisol multicultural con muchos himnos, los cuales han evolucionado con naturalidad, al principio con más trazas de hard rock para después abrazar un soplo de viento más electrónico, pero siempre con letras reivindicativas, rebeldes y de protesta. Un altavoz que usa Skin para seguir avivando sus ideas políticas, incluyendo su visión sobre el Brexit o la Guerra de Ucrania, demostrando que nunca han rechazado opinar sobre cualquier tema social, racial o religioso. Demostrando que la censura es una palabra prohibida en su vocabulario.

Cass Lewis, Skunk Anansie, Skin

Por eso Yes It's Fucking Political fue la primera en sonar. Una carta de presentación que tendría muchos apartados. Lucía una cornamenta que más que diabólica era burlona, dando una actitud satírico. Con Because Of You llevaba su voz a niveles espectaculares y con Weak le llevaba la contraria al título y se sentía un tema portentoso, Love Someone Else sonó seductora y atrevida, con ese tono discotequero heredado de su etapa como DJ. Y es que Skin jugaba con La Riviera, conduciendo a su público de una sensación a otra, del tono acelerado de I Believe In You al más íntimo con Hedonism o Without You. Una marioneta en manos de esta musa del micrófono.

Skunk Anansie, Skin
 

La recta final para la británica era una proclama antibelicista y otra antirracista. Dos caras de un mismo odio: This Means War e Intellectualise My Blackness, que servían de anticipo al terremoto que supuso Charlie Big Potato, evidenciando lo bien que suena el bajo históricamente en este grupo y lo camaleónica que es el timbre de Skin, tanto como su vestimenta en un escenario.

 

Después de hora y media llegaba un descanso formado por un homenaje a sempiterno Highway To Hell de AC/DC al que le habría precedido esa preciosidad llamada Brazen (Weep), triste en su letra pero hermosa en su ejecución, como las tardes lluviosas en Madrid, que dejan grises el asfalto pero dan un tono bonito a esta acogedora ciudad, especialmente si recibe visitas como estas.

jueves, 22 de agosto de 2019

Baño de masas en Madrid para rendir culto a Astbury y Duffy

The Cult es una banda británica ochentera de hard rock que ha sabido influenciarse de diversas fuentes a lo largo de su existencia, tanto de la música folk de la Norteamérica indígena a grandes mitos setenteros como The Doors o Led Zeppelin. Para ello contaba con dos pilares claves que se han mantenido inmutables en la formación: la extraordinaria voz de Ian Astbury -de hecho pudo ser el Jim Morrison que buscaba Oliver Stone para su película- y la clase de Billy Duffy a las seis cuerdas. Junto a ellos han desfilado multitud de artistas ocupando otros roles en la banda, como Matt Sorum o John Tempesta, quien lleva desde 2006 dirigiendo la percusión de este gran grupo que siempre ha podido ser más de lo que es y ha sido.


Porque The Cult ha tenido ingredientes para haber triunfado más de lo que lo hizo. Empezando por su evolución musical constante, con aderezos de música gótica en sus inicios, para posteriormente verse influenciado tanto por la estética como sonido de los indígenas norteamericanos, dándole un sello personal a ese rock potente que ya era suficiente argumento para tener éxito, como demuestran sus grandes discos, siendo el póker formado por 'Dreamtime', 'Love', 'Electric', 'Sonic Temple' y 'Ceremony' indispensables para cualquier melómano enamorado de los sonidos algo más duros. Para terminar, el magnetismo que irradiaban desde los escenarios la dupla Astbury y Duffy era rotundo. Tan rotundo como el mal ambiente que han vivido en muchas ocasiones entre varios exmiembros de la formación.

Nunca subieron al escalón más alto del rock, al de las bandas que llenaban estadios por sí solas, como sí podían presumir Queen, U2, Kiss, Guns N’ Roses, Metallica, Rolling Stones, AC/DC o Bon Jovi. Es cierto que los 80 y 90 es el nacimiento y consagración de tantas formaciones que era casi imposible sacar la cabeza para sobresalir. Si bien fue una gran época para ser escuchado, por el peso que entonces tenía el rock y que tendría casi su colofón hasta el grunge, para después dejar el rock la popularidad justo antes del relevo del milenio.

The Cult es consciente que el terreno que no se labró no se va a recuperar en estos años, pero sí saben que la nostalgia pude seguir enganchando emocionalmente a los antiguos seguidores. En 2009 interpretaron en una gira el ‘Love’ al completo, el disco que significó el mejor resultado comercial con 2,5 millones de unidades vendidas. Un álbum oscuro y brillante, oscuro por su sonido con ramalazos góticos y también brillante por la genialidad compositiva de muchos momentos.


The Cult, Love, Sonic Temple,

Ahora, y coincidiendo con el trigésimo aniversario, repiten la fórmula de hacer una gira basándose con otra de sus aclamadas obras. ‘Sonic Temple’ es, en parte, la cara opuesta al 'Love', con una alegría manifiesta en las guitarras, en los violines o los coros y hasta en la portada, dejando atrás el elegante negro, rojo y plata de la cubierta de ‘Love’ para mostrar una icónica imagen de Duffy tocando la guitarra en una posición que parece el Hombre de Vitruvio del rock. Todo ello sobre varios colores mezclados psicodélicamente. Mostrando así la evolución de The Cult en todas las vertientes, en el continente y en el contenido.

 

The Cult en la Sala La Riviera de Madrid, 21 de agosto de 2019

Ian Astbury saltaba al coqueto recinto de la sala de La Riviera, repleta para la ocasión, con esa pose casi hierática que siempre ha estilado, oculto tras unas gafas de sol y sorprendentemente abrigado. Duffy era la antítesis, buscando con la mirada al público y repitiendo la pose de la portada al comienzo de cada riff. El bajista y la batería, pese a ser de renombre, John Tempesta, permanecían en un discreto segundo plano.



El disco 'Sonic Temple' fue desgranándose en orden distinto a cuando fue publicado en 1989. No era el único cambio respecto a la obra original. Dado que el tempo musical y el tono de voz eran algo distintos, evidenciando que no había partes grabadas ni apoyos a la voz de Astbury, la cual sufrió altibajos durante el concierto. No mucho, pero humanizando su actuación.

Especialmente fue celebrada por la audiencia madrileña la interpretación del Edie (Ciao Baby) y el Fire Woman para pasar a dar un repaso rápido por otras épocas del grupo, como el Rise y el American Gothic, inesperados en este repertorio y una terna más clásica que arrancaba con Spiritwalker y acababa con un himno como She Sells Sanctuary.




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Después del parón y de los agradecimientos de un Astbury que ya había dejado atrás su máscara de aparente frialdad para congratularse con el público, llegaba el bloque final con Wild Flower, Rain -que hubiera venido muy bien sobre la caldera en ebullición que era en esos momentos la Riviera- y como broche final sonaba Love Removal Machine, el cual dejaba a todos con ganas de más, con la sensación de que dos temas extras hubieran llevado al cielo a esta gran e infravalorada banda que, aún así, ha tenido su reconocimiento. Al menos por otra noche más se mantendrá su culto.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Rhapsody entona su último adiós en Madrid

Rhapsody se ha ganado en estas dos décadas de historia un lugar entre los grupos más importantes del metal, no solo por el buen número de discos y temas que dejan para el recuerdo, sino también por poseer un estilo inconfundible y personal, de los que marcan escuela.

El compositor italiano Luca Turilli junto al teclista Alex Staropoli sentaron las bases musicales de una formación que poco a poco iba sumando miembros y que buscaba fusionar la velocidad que ofrecen las guitarras del power metal con la riqueza de otros instrumentos orquestales como pianos o violines. Siempre bajo un ritmo rápido y alegre.

Los referentes del grupo eran tan variados como desde los pioneros del estilo power metal, Helloween, el rock progresivo, las bandas sonoras de las grandes producciones de Hollywood y, en especial, los músicos clásicos Johann Sebastian Bach y Antonio Vivaldi. Todo bañado con una temática de mundos mágicos plagados de guerreros, magos, espadas, dragones y batallas épicas.

Disco y libreto de 'Symphony Of Enchanted Lands' de 1998 (arriba) y la segunda parte de 2004 (abajo).

La llegada a la formación de otro compatriota, Fabio Lione, con una voz envidiable, propia de un tenor, terminó por dar el sello definitivo propio a Rhapsody, que arrancaba su aventura discográfica en 1997 con el 'Legendary Tales' y confirmaba más tarde su brillante comienzo con el indispensable 'Symphony Of Enchanted Lands' de 1998, que seguía la saga argumental de su antecesor, la cual se mantendría durante cinco álbumes.

Precisamente, y pese a la marcha reciente de Fabio Lione del grupo, el vigésimo aniversario del inicio de la banda iba a servir de excusa para interpretar gran parte de sus éxitos en una gira de despedida que iba a contar con Fabio al micrófono, Luca de eterno escudero y sin la presencia de Alex Strapoli, el tercer pilar sobre el que se asentó Rhapsody en su origen.

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Rhapsody Of Fire, en la Sala La Riviera de Madrid, 20 de marzo de 2018

Los rumanos Scarlet Aura y los finlandeses Beast In Black ejercieron su papel de teloneros a la perfección, logrando despertar el interés del público que empezaba a agolparse en La Riviera esperando la descarga de los italianos.

A las 21:15 horas, con una puntualidad digna del mejor reloj suizo, la melodía heroica del In Tenebris de los Rhapsody, renombrados desde 2006 a Rhapsody Of Fire por problemas legales, resonaba sobre el escenario madrileño para dar inicio a un repertorio que trataba de repasar la carrera del grupo, pero centrándose en la 'sinfonía de las tierras encantadas'.

Dawn Of Victory y Wisdom Of The Kings fueron las dos primeras en asomar en la noche, demostrando que la voz de Fabio es capaz de enmudecer cualquier público y manifestando que, pese a los esfuerzos de Luca y demás componentes de la formación por actuar, muchas partes orquestadas de los temas están grabados, restando méritos a la puesta en directo del conjunto.

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La simpatía de Fabio fue otro 'hándicap'. Su interés en dialogar con el público -mezclando el inglés, con el italiano y el español- para explicar ciertos aspectos fue valorado de desigual manera. Se tomó con interés de forma generalizada aunque también se escucharon leves silbidos, mientras el cantante recordaba que Wings Of Destiny fue una de sus primeras baladas o que tocar íntegramente la homónima Symphony Of Encahnted Lands no era habitual.

También trató temas más personales, como dedicar una canción al fallecido actor Christopher Lee, quien hizo migas con la banda al colaborar con ellos tanto como narrador o incluso como cantante, o su encuentro casual en Italia con Andrea Bocelli, discurso previo a la grandiosa interpretación del Con Te Partiró.



Holy Thunderforce supuso el punto y seguido de la actuación para Rhapsody, momento que aprovecharon el resto de compañeros en la carretera, como son los grupos Scarlet Aura y Beast In Black para sumarse a la fiesta y salir todos al escenario, del modo que fuera, daba igual que lo hicieran en ropa interior, con botella en mano o con unas gafas siderales con un mensaje, cualquier forma era válida para dar este primer hasta luego.

El segundo y último hasta luego, que fue un adiós, no tardaría en llegar, por mucho que Fabio contara curiosas anécdotas o que presentara con profundo respeto al resto de sus compañeros en estas dos décadas, para ser luego él que recibiera las alabanzas de Luca, mostrando mucha sintonía entre ambos.

El tiempo se agotaba y el espectáculo daba a su fin a lo grande con un tema en italiano Lamento Eroico y, acto seguido, con el que fuera primer sencillo de estos transalpinos internacionales: Emerald Sword, con el que plantaron batalla hace 20 años en el mundo musical y que ha sido la elegida para decir adiós en esta gira de despedida en la que han echado el telón en Madrid. Esperemos que no sea para siempre.

domingo, 15 de octubre de 2017

Blackie Lawless homenajea su obra maestra en Madrid

Todo melómano debería tener la oportunidad de escuchar su disco favorito en directo al menos una vez en la vida. Y con esa intención la sala La Riviera de Madrid se llenó de apasionados del heavy metal de la década de los 80 y 90, además de fanáticos del 'Crimson Idol', la obra culmen del grupo norteamericano W.A.S.P., que coincidiendo con el 25º aniversario de la publicación del disco iba a ser interpretado en su totalidad.

Blackie Lawless se ha sumado a la tendencia, tan propia de esta década en el cine, la música o la moda, de echar mano de la nostalgia para sacar rentabilidad económica. Es lo que reclama un público que también ha envejecido y no se ha regenerado, al menos en el caso de W.A.S.P., motivando que las giras de este grupo tengan más de una mirada al pasado, un guiño descarado a lo que funcionó. Y el 'Crimson Idol' bien que lo hizo, aunque la crítica no fuera unánime en esas alabanzas.

Proyecto 'hollywoodiense'
No hay duda de que este quinto disco es el 'hijo favorito' de toda la producción discográfica de Lawless. Donde más creatividad desarrolló. Se trataba de un proyecto megalómano de tres años de duración con unas elaboradas letras, para dar forma a un disco conceptual al que le acompañaban vídeo e imágenes. Un resultado final tan completo como cualquier producción 'hollywoodiense'.

El cine y W.A.S.P.
El grupo angelino, y en especial Blackie, han tenido a lo largo de su carrera coqueteos con el séptimo arte. No solo por ese interés de Lawless de hacer una película con su amado 'Crimson Idol', sino también por su colaboración musical en el film de terror Ghoulies II, unos extraños personajes que parecían un diabólico cruce entre los Critters y los Gremlins, donde el cantante empezaba a popularizar los característicos dientes de sierra en el antebrazo que aún luce y son ya parte del logotipo de la banda, y una posterior participación frustrada en Terminator 2, donde incluso optó al papel del T-1000 enemigo de Arnold Schwarzenegger y Edward Furlong, todo ello bañado con música de los también californianos Guns N' Roses.

Crimson Idol, W.A.S.P., 1992, Disco, Blackie Lawless,

W.A.S.P. en La Riviera de Madrid, 3 de noviembre de 2017
El cuarteto regresaba a Madrid con la gira denominada 'ReIdolized Tour', dejando claro que el 'Crimson Idol' sería el plato fuerte de un concierto que empezaba la interpretación completa del disco publicado en 1992. Tocando los diez temas en el mismo orden, para así no romper la línea argumental, el contexto y hasta el equilibrio musical, arrancando de forma brusca para manejar varios registros a lo largo de la hora de duración de la gran obra maestra del colosal Lawless, en todos los aspectos, y no solo por su imagen impactante de casi dos metros de altura.

Una hora con el 'Crimson Idol'

La Riviera se silenciaba con el atronador inicio del 'Crimson Idol', sumergiéndose en cada pasaje de la historia del personaje ficticio creado por Lawless y que toma por nombre Jonathan Steele. Una vida que comenzaba a ser desgranada canción tras canción, en esta obra de teatro transformada en disco de rock.

Sin tener una temática excesivamente original, la magia de este álbum siempre ha sido la cohesión de cada tema, tanto argumental como instrumentalmente, siendo muchos 'riffs', melodías o golpes de batería recuperados a lo largo del disco, elaborando pequeñas piezas que finalmente forman un gran bloque sonoro con un timbre inconfundible. 

Empezando con el tema instrumental de apertura (The Titanic Overture), con título premonitorio por el desenlace final, donde las afiladas guitarras y la contundente percusión, otro de los sellos de este disco, anuncian el viaje que va a realizar Jonathan Steele desde su casa, maltratado y castigado por su padre e incomprendido por su madre, en especial, tras perder a su hermano 'Little Red' en un trágico accidente, (The Invisible Boy) pasando por la huida del 'hogar' hacia un ficticio paraíso de luces de neón (Arena Of Pleasure), un lugar donde cae en las garras de un hambriento caza-talentos musical que intenta exprimir sus cualidades y destrozar sus sueños, (Chainsaw Charlie), que a veces parecen dictadas por el destino o por la suerte de las cartas, que le avisan de su trágico destino (The Gypsy Meets The Boy).

Crimson Idol, W.A.S.P., 1992, Disco, Blackie Lawless, Riviera, Reidolized Tour,

Jonathan entra en la dinámica de ver pasar los días sedado bajo cualquier tipo de fármaco o droga, (Doctor Rockter) que le permite seguir tocando y siendo, pese a todo, el mejor artista sobre el escenario, (I Am The One), hasta darse cuenta que se ha convertido en un ídolo de barro con un ego muy grande, por lo que recapacita y pide perdón a su madre, como un hijo pródigo (The Idol), y al público que tanto le ha idolatrado (Hold On To My Heart). A todos ellos escribe su última confesión antes de convertirse en otro mártir del rock, a modo de epitafio y despedida. (The Great Misconceptions Of Me).


Blackie Lawless y sus compañeros de fatiga, cuya formación se ha estabilizado en los últimos años merced a la dupla Blair y Duda al mando de las cuerdas, y quienes ahora cuentan con la calidad en las baquetas de Aquiles Priester, se llevaban en este punto una buena ración de aplausos con el que cerraban este homenaje al disco más emblemático de la banda, salpicado constantemente con imágenes de la película que pretendía haber acompañado siempre al disco y que se proyectaron en las tres gigantescas pantallas situadas en la parte trasera del escenario.



Aún había más, al 'Crimson Idol' le siguieron varios de los temas más representativos de la extensa carrera del grupo, como L.O.V.E. Machine, Wild Child y I Wanna Be Somebody, especialmente celebrados por el público y tocados con un punto de alegría y más dinamismo, todos ellos intercalados con Golgotha, perteneciente al último álbum, donde se evidencia el nuevo bautismo personal que ha sufrido Lawless, alejado ahora de las polémicas tras abrazar el cristianismo, exorcizando los antiguos demonios, viviendo una confesión pública muy similar a la escenificada en el personaje Jonathan Steele, el alter ego de Blackie Lawless que sigue más vivo que nunca 25 años después, aunque se nota que ha madurado. 

sábado, 11 de febrero de 2017

Skunk Anansie vuelven a dejarse la 'piel' en Madrid

Skunk Anansie se ha sumado a la moda de regresar en este milenio tras haberse hecho un nombre anteriormente en el mundo de la música. La formación londinense fue durante muchos momentos una de las innumerables grandes esperanzas del rock británico. Una etiqueta que les acompañaría durante sus primeros siete exitosos años de existencia y tres álbumes. Un periodo que ahora vive su segunda parte con otra trilogía de discos, tan sobresaliente o más que sus primeras tres entregas.

El batería Robbie France, recientemente fallecido precisamente en España, fue el responsable del nacimiento de Skunk Anansie. El polifacético France, que además de músico era productor y periodista, participó en la creación del disco de debut  'Paranoid & Sunburnt' (1995), para luego abandonar la formación, siendo el único miembro que ha dejado el combo inglés.

Skunk Anansie, logo, band,

Skin, Skunk Anansie, Madrid, Riviera, 2017,
Skin, cantante de Skunk Anansie
Skunk Anansie, además de mantener los mismos miembros desde el inicio, exceptuando el paso fugaz de Robbie France, destaca por la elegante y potente voz de Skin, acompañada de su aspecto agresivo ausente de pelo, pasando por el exotismo que aporta tanto el nombre del grupo como el bajista Richard Keith Lewis “Cass” o la propia Skin, y terminando con un trasfondo de eterna disconformidad, plasmada en unas letras plagadas de reivindicaciones político-sociales. Rabia. Mucha rabia contra el sistema y las desigualdades raciales y sexuales, evidenciadas al tener dos miembros de raza negra y una mujer al frente.

Rock en estado puro y a la vez renovado por las nuevas influencias tanto exteriores como internas, dada la creciente labor de la cantante también como DJ.

La mayor parte de los grupos que regresan lo hacen más por un brindis al sol que por la necesidad de ofrecer algo nuevo. Ese no ha sido el caso de Skunk Anansie. El combo inglés ha vuelto en buena parte por la presión de los seguidores, y también, restando romanticismo, por seguir haciendo negocio en una industria a la que cuesta ofrecer ideas, especialmente por parte de los grupos noveles.

Skunk Anansie había publicado tres maravillosos álbumes en la década de los noventa que dejaron huella y adeptos. Incluso el cine espoleó muchas de sus canciones, al incluir algunos de los temas en bandas sonoras de películas del momento, como el 'Arte de morir' o la futurista 'Días extraños'.
Cass, Skunk Anansie, Madrid, Riviera, 2017,
'Cass', bajista.

Justo antes de que entrara el siglo XXI, Skunk Anansie se había convertido en un bonito recuerdo que era recuperado con la aparición de un recopilatorio en 2009, antesala de una esperada segunda etapa, tan brillante o más que la anterior, y constituida con otra terna de trabajos: 'Wonderlustre' (2010), 'Black Traffic' (2012) y 'Anarchytecture' (2016), recién sacado del horno y presto para ser presentado en una nueva gira.


Skunk Anansie en la Sala La Riviera, el 10 de febrero de 2017
Una dupla formada por dos mujeres -guitarra y kit de batería- amenizaron la espera de la descarga principal de la noche. The Pearl Harts, que así se llamaba esta mínima expresión de grupo musical, cumplió con su cometido, máxime las limitaciones que supone no tener más variedad de instrumentos.

La Riviera asistía expectante ante el regreso de Skunk Anansie. Un público rejuvenecido y con mayoría femenina respondió de forma estruendosa a la entrada al escenario del quinteto inglés, liderado por una inquieta Skin, tan rebelde y sensual como siempre, tan dicharachera y pizpireta como hace dos décadas.


La química de la lenguaraz cantante londinense con el público fue inmediata, como una reunión de viejos amigos que llevan tiempo sin verse y que solo necesitan una pequeña chispa para recuperar sensaciones pasadas. Así fue el paso de Skin y los suyos por la ribera del Manzanares.

Todo funcionaba a la perfección. El sonido surgía tremendamente limpio, mención especial a la notoriedad del bajo de Cass en cada tema, uno de los sellos personales, una de las marcas de la casa. Por su parte la voz de Skin no sufría altibajos; es más, se exhibía, pese a lo inquieta que se mostraba durante las tablas. Tanto, que hasta llegó varias veces a saltar la valla para mezclarse con la audiencia, generando el delirio en las masas y el recelo de su personal de seguridad, mientras ella volaba literalmente sobre la sala madrileña.



El grupo seguía desgranando los temas con una aplastante seguridad: alternando la etapa primera con la actual, mezclando temas más tradicionales con otros experimentales, incluso extraídos de las pistas de baile, combinándolo con el ska y el rock alternativo, demostrando que el mestizaje no solo es racial sino también musical.

Because Of You, Weak, Twisted (Everyday Hurts), Hedonism (Just Because You Feel Good), God Loves Only You o la reivindicativas Little Baby Swastikkka y Yes It's Fucking Political se hacían notar en el variado repertorio elegido.

Tras casi una veintena de canciones se llegaba al obligado receso que daba paso a un bis donde reinaban Tracy's Flaw y Charlie Big Potato. Dos de los cortes más significativos de la trayectoria de la banda. El colofón más obvio a una noche que se iba a resistir a acabar.


Si algo ha caracterizado siempre a Skunk Anansie es por la rebeldía y por una relación muy directa con los fans. Por ello, presos de la emoción del momento y de la calurosa acogida, la formación repitió con otro bis no planeado y fuera de guión, tanto que hasta recibieron la advertencia de que estaban fuera de hora, con 100 Ways To Be A Good Girl y Charity como regalos añadidos, detalles que estrechan el vínculo entre público y grupo. De los que convierten a Skunk Anansie en uno de los favoritos de la capital, porque siempre se dejan la piel en cada actuación.

martes, 24 de junio de 2014

Rob Zombie sumerge a Madrid dentro de sus pesadillas

La capacidad creativa del norteamericano Robert Bartleh Cummings parece no tener límites. Hijo de unos feriantes heredó de ellos el carácter nómada, el del artista sin hogar que busca fortuna y provenir en cualquier punto.

El fundador del grupo de metal White Zombie, en 1985, siempre se decantó por la carrera artística en su amplio sentido de la palabra: música, animación, cómics y cine son parte de la producción de este norteamericano ajeno a los convencionalismos y que abraza un universo personal que bebe las influencias del cine de terror, el espectáculo circense y los personajes extravagantes.

De White Zombie a Rob Zombie
Los 13 años de convivencia de la formación neoyorquina fueron moldeando el futuro proyecto personal del cantante. Si a White Zombie, como banda de renombre, le había costado sacar la cabeza de la madriguera, el primer trabajo en solitario de Rob Zombie recogía los éxitos del combo anterior para llegar al mayor número de público posible. Sin cambiar mucho del estilo, sólo modernizando su sonido, e incluso conservando a alguno de sus miembros.

Hellbilly Deluxe, Rob Zombie

'Hellbilly Deluxe' (1998) aunó todas las ideas de Rob Zombie en un solo producto. Metal industrial con ramalazos electrónicos como concepto musical, un libreto interior propio de una obra de culto de la mejor muestra de novela gráfica y una serie de videoclips que exhibían el lado más socarrón y burlesco de Rob; actuando y dirigiendo con el sello marca de la casa.




El cantante que quiso ser director o el director que siempre quiso ser cantante
El paso de los años intensificaron los trabajos de Rob Zombie. La nueva banda, con John Tempesta como fiel escudero y único componente que quedaba desde White Zombie, desgranaba discos con algo de dificultad, bajando el gran nivel musical situado con el debut de 1998. La explicación era sencilla, Zombie se encontraba en la encrucijada de continuar con la música o emprender el camino de director de cine, donde había dejado su huella con la 'Casa de los 1000 cadáveres'.

Zombie siempre ha sabido añadir con estilo su condimento a platos ya preparados. Estéticamente bebe de la escenografía de Alice Cooper y musicalmente de Ozzy y Black Sabbath. Lo mismo se podría decir del cine, donde los 70 son su década de referencia, colocando en un cóctel a John Carpenter con toques del Tarantino más gamberro, con quien coincide en el gusto por los filmes menos conocidos, la infravalorada serie B.

Zombie sabe perfectamente a qué público se dirige. Ninguna de sus obras ha sido fácil de digerir. Lo que no quiere decir que no sea aplaudido o reconocido, como ha quedado demostrado con el reciente premio honorífico en el festival de cine fantástico de Sitges. Y es que la perturbadora, pero genial, 'Renegados del Diablo' no deja indiferente a nadie, con ese estilo insano que repugna o atrapa

Aquel fue el punto de inflexión para que Zombie asumiera el reto de relanzar el mito de 'Halloween', presentando un Michael Myers paradójicamente más humano, extraño viniendo de un apasionado de caricaturizar a los personajes y de crear iconos inesperados, como el Capitán Spaulding.


Rob Zombie, en directo, 23 de junio de 2014 en la Riviera (Madrid)
La importancia de los teloneros es casi tan clave como un repertorio adecuado. La presencia del grupo de nu-metal Powerman 5000, cuyo líder es hermano de Rob Zombie, y de los incombustibles Def Con Dos garantizaron que la audiencia calentara motores, máxime si el 'Día de la Bestia' sonaba atronador, anunciando que el despertar de los muertos de George A. Romero iba a tomar Madrid.

El cuarteto de Rob Zombie salió confiado al escenario de La Riviera que apareció engalanada con imágenes de iconos del terror clásico -King Kong, Frankestein, el Hombre Lobo...-, incluso la forma del micrófono era la de Nosferatu, guiños constantes del de Massachusetts al horror en el séptimo arte.

Rob Zombie, Madrid, La Riviera

El homenaje al vampiro más clásico del celuloide prosiguió con la apertura del concierto a través de Teenage Nosferatu Pussy y una continuación arrolladora formada por Superbeast y Living Dead Girl, dos de las piezas angulares de su aclamado 'Hellbilly Deluxe'.

Todo encajaba dentro de la escaleta planeada por Zombie. A la que se sumaba el guitarrista John 5, robando protagonismo a través de sus multitudes cambios de look, siempre espectaculares y sorprendentes, un recurso ya utilizado en su etapa compartida con Marilyn Manson, de donde también ha desembarcado el gran batería Ginger Fish, cuya integridad física no peligra como junto al Reverendo.  

John 5 y Rob Zombie, Madrid

El set list forzó pequeños altibajos, en parte paliados porque la implicación de Zombie fue de menos a más, de casi no dirigirse al público hasta mezclarse con él, de un modo que nadie recuerda en La Riviera con ningún artista, llegando a aparecer entre las palmeras que están situadas en el centro de la sala como un soldado que toma una ensenada. Todo un acierto por su parte.

La parte negativa la ofreció un detalle que acompaña a Zombie a la hora de crear. Tiene arte, estilo y personalidad propia, pero le falta a veces enganchar y mantener el ritmo de forma constante, tanto en la música como en sus películas, donde su maestría a la hora de dirigir compite con algunas lagunas en los guiones.

El recuerdo a White Zombie estuvo patente con More Human Than Human y Thunder Kiss'65 como también a uno de sus referentes musicales, Alice Cooper, con la versión del School's Out dentro de una vorágine de temas que iban y venían, perdiendo y recuperando a la vez a parte del público que se debatía entre saltar de forma diabólica o evadirse entre los juegos de luces que manaban de los trajes de John 5.

Todo ello cambió con el sprint final compuesto por Dragula, el 'cover' setentero de Grand Funk Railroad con We're An American Band y como colofón un postrimero Scum Of The Earth que dejó con un buen sabor de boca a Madrid, pero con algo de apetito, con la sensación de que esta pesadilla visual y musical podría haber inquietado más.

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