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domingo, 6 de julio de 2025

Iron Maiden celebra 50 años muy heavys en el Metropolitano

 Dicen que a los 50 años llega la madurez de una persona, su plenitud personal y profesional, la estabilidad que siempre se desea. También aparecen los primeros achaques de edad y, a veces, una crisis psicológica por no haber logrado ciertos objetivos.

El grupo británico Iron Maiden nació en 1975. Por lo tanto, cumple medio siglo desde su creación. Son referentes absolutos del heavy-metal y de numerosos grupos. Junto a Steve Harris, sempiterno bajista y fundador de la banda londinense, han desfilado multitud de músicos y hasta 17 discos de estudio.

 El público ha ido a la par que la 'Doncella', a excepción de un pequeño porcentaje de relevo generacional. Es una afición fiel que ha crecido y va envejeciendo con Iron Maiden, con sus achaques de identidad, con sus crisis de edad, pero siempre escuchando buena música.

Aprovechando la cifra redonda, con las 50 velas en la tarta, el grupo ha querido hacer una de esas giras en las que rememorar tiempos pasados, donde parece que el tiempo se detiene al son de la misma melodía. Desde 'Iron Maiden', primer álbum, al 'Fear Of The Dark'. Es decir, solo iban a sonar temas compuestos hasta 1992. Un baño de juventud en el Metropolitano ante una audiencia madura. 

Iron Maiden + Avatar en el Estadio Metropolitano de Madrid, 5 de julio de 2025

El Estadio Metropolitano de Madrid abría sus puertas para una nueva cita con la 'Doncella', tan habituado ya al feudo del Atlético de Madrid como el propio Conor Gallagher. Antes de que los ingleses realizaran su particular aquelarre musical, el escenario saludaba a los suecos Avatar.

Avatar parece vivir en una contante actuación circense, con maquillaje, mimos y un aire a alegre cabaret. Es un cruce visual entre el personaje de 'El Cuervo', popularizado por Brandon Lee, KISS, King Diamond, Ghost o Marilyn Manson. Agitado, no mezclado. Musicalmente también beben de Machine Head, Sepultura e incluso fogonazos de Gamma Ray. 

Unas veces con un tono melódico y otra más gutural. Heavy metal con ramalazos de death, procedentes de la inagotable cantera musical de Göteborg, desde Ace Of Base hasta los propios Avatar, pasando por At The Gates, Dark Tranquility, Evergrey, In Flames o Hammerfall, entre otros. La formación escandinava arrancó con un pepino como Dance Devil Dance, sorprendieron con The Dirt I'm Buried In, tan heredera del pop sueco como un Ikea, y Madrid danzó con ellos hasta el Apocalipsis, mientras atronaba el Hail The Apocalypse.

Avatar Madrid
 La fórmula de Iron Maiden volvía a ser sencilla, y efectiva, como si el mundo volviera a estar en 1992 debatiéndose si disfrutar del Tour del Fear Of The Dark o de los Juegos Olímpicos de Barcelona, algo parecido a lo que le pasó al bueno de Bruce Dickinson cuando pudo ser olímpico como esgrimista. Y es que este hombre del Renacimiento moderno acumula habilidades como maestro cervecero, piloto de avión, historiador, esgrimista y... ¡cantante!

Bruce Dickinson ha sido el segundo, cuarto y es el primer cantante de Iron Maiden. Un galimatías numérico que se explica por el hecho de que Bruce sucedió a Paul Di' Anno, fallecido en 2024, y después relevó a Blaze Bayley, quien había reemplazado previamente a Bruce, en una etapa incomprendida por muchos fans con más luces que sombras, y eso que fue una fase oscura a nivel musical. Después de esos vaivenes como la voz de la 'Doncella', Bruce siempre ha demostrado ser el mejor, el hombre idóneo para cantar para Iron Maiden. 

 Y con esa voz tan personal, los Maiden empezaban a desempolvar los primeros temas del concierto, rescatados del fondo del armario, porque tanto Murders In The Rue Morgue, Wrathchild, Killers, con la primera aparición de la mascota Eddie sobre el escenario, o Phamtom Of The Opera son tan antiguas como poco habituales en los últimos repertorios de la 'Doncella'. Vieja escuela. Un buen epílogo donde Simon Dawson, batería sustituto de Nicko McBrain, pudiera mostrar las habilidades y ser examinado.


The Number Of The Beast asomaba en quinto lugar, o sexto si incluimos los acordes de The Ides Of March como apertura. Un número diabólico, el seis, para exhibir la interminable lista de éxitos de los británicos. El público movía las manos al unísono, creando un mar de brazos, y otras acompasaba con palmas. Entrega total. Comunión absoluta entre grupo y seguidores.

La música, la puesta en escena, con tres pantallas gigantes, el carisma de sus integrantes, empezando por el bajista Steve Harris, cuya adoración por el West Ham siempre está presente, máxime habiendo tocado en su estadio unos días antes, hacen de este grupo uno de los más grandes de la historia. ¿O es el más grande realmente?

La terna formada por The Clairvoyant, Powerslave, con una proyección de pirámides que casi nos llevaban al Calderón en metro, 2 Minutes To Midnight daban paso a otra de las sorpresas de esta gira, porque Rime Of The Ancient Mariner es compleja. Compleja por su extensión, por su texto de corte clásico y por los cambios de ritmo marca de la casa y cortesía de las cuerdas de Gers, Smith y Murray. Trece minutos de épica y megalomanía. Trece minutos de grandiosidad.


Si los jugadores de cartas siempre tienen un jugada maestra esperando, las grandes bandas tienen sus ases, aunque el resto de cartas estén a la altura. Run To The Hills, que da nombre a esta gira, Seventh Son Of A Seventh Son, The Trooper, con Bruce ondeando una bandera de España tras haber paseado la Union Jack, Hallowed Be Thy Name e Iron Maiden eran el repóquer decisivo, que no definitivo, pese a ser una jugada redonda.


Iron Maiden Madrid
Fotos publicadas por Iron Maiden en su cuenta @ironmaiden

La voz de Winston Churchill en su célebre discurso de la II Guerra Mundial anticipaba el único bis y un final de altos vuelos con Aces High y la imagen de un Spitfire sobrevolando los cielos, que no los del Metropolitano. La teatralidad alcanzaba máximas cotas con Fear Of The Dark, donde la oscuridad -con Bruce iluminando el escenario con un farol como si fuera un solitario personaje surgido de la pluma de Charles Dickens-  y una sola voz ahuyentaban al silencio en Madrid.

Fotos publicadas por Iron Maiden en su cuenta @ironmaiden

Ya solo quedaba Wasted Years como colofón, evidenciando que Iron Maiden no ha malgastado ninguno de sus 50 años recién cumplidos y que el medio siglo le sienta realmente bien, más maduro y siempre en lo alto de la cima.

lunes, 7 de abril de 2025

El rock es más hermoso con Lenny Kravitz al frente

 Dicen que las personas atractivas lo tienen todo más fácil en la vida. Lenny Kravitz es uno de ellos. Un músico que ha superado modas, épocas y tendencias. Él ha triunfado como solista en el mundo del rock. Algo no muy habitual, como tampoco es muy habitual por su raza, como él mismo afirmaba en 2023: “He sido ese sueño y ejemplo de lo que puede hacer un artista negro. No estoy aquí por los elogios. Estoy aquí por la experiencia".

Al final la experiencia y los elogios le han llevado a enamorar y engatusar a distintas generaciones. Porque además de buen músico, tiene carisma y magnetismo, tan importante en este mundo actual donde la imagen vende mucho. De hecho, suyo fue el espectáculo musical en el previo de la final de la Champions entre el Borussia Dortmund y el Real Madrid en 2024. Y es que si hubiera un título entre las estrellas individuales del rock, estaría jugando la final porque es casi el último solista del rock, donde prima lo colectivo.

El artista neoyorquino tiene 60 años pero podría pasar por un cuarentón, hasta en este apartado ha sido agraciado con el don de parecer eternamente joven. Heredero de Prince, bebe musicalmente de muchas y variadas influencias, jazz y blues, rock y soul. Suma 12 discos e innumerables giras que arrancaron en 1990. Es multiinstrumentista y fotógrafo, también actor y reclamo publicitario. Un hombre del renacimiento en pleno siglo XXI al que parece que nada se le dé mal.


Lenny Kravitz + Estrella Morente en el Movistar Arena de Madrid, 6 de abril de 2025

La gente se acostumbra a los nombres, por extraños que parezcan, y cuesta sacarlos de sus cabezas. Por mucho tiempo que pase habrá gente que llamará Wanda al Metropolitano y Wizink al Movistar Arena, aunque el patrocinador haya cambiado. El imaginario colectivo es así de sorprendente. Pese a ser domingo, un día para ver la tarde pasar desde una ventana, el público se desprendió de su pijama y se desplazó al Palacio de los Deportes para ver y escuchar a Estrella Morente y después a Leonard Albert Kravitz, en ese orden.

Estrella Morente, hija del cantaor Enrique Morente y de la bailaora Aurora Carbonell, lleva el arte y Andalucía en las venas. Lenny Kravitz es fan de la granadina. Su show fue corto, apenas de 25 minutos, y amenizado por la aparición de la bailaora Belén López. Una explosión artística visual y sonora.

Si variopinto era el público, en gran parte femenino, variopinto iba a ser el repertorio del norteamericano, quien tocó buena parte de su discografía y mostró lo versátil que es. Empezando por ese Brig It On que rezuma a Led Zeppelin por los cuatro costados, siguiendo con el guitarreo más ecléctico de Minister Of Rock 'n Roll o el funky popero de TK421, con reminiscencias a los desparecidos australianos INXS. Pronto llegó uno de sus grandes temas, de Lenny, con ese Always On The Run que te invita a vibrar, saltar y cantar, todo ello bajo el sello de calidad del guitarrista Slash, coautor de este sencillo.

Cuatro canciones y se podía decir que ya todo el pabellón estaba a sus pies, pero no nos engañemos, ya se habían rendido desde el primer instante, y más si no paraba de sonreír, de contornearse o de chapurrear español. Todo a la vez y en todas partes. Con esa chulería que tiene, haciendo abanicar a más de una persona, aunque no hiciera calor, porque este señor provoca cambios de temperaturas.

Posiblemente Believe tiene el cambio de ritmo más espectacular de la discografía de Lenny Kravitz. Un desenlace épico para un tema que le vuelve a acercar a Prince, el espejo al que muchos quisieron reflejar, aunque cada uno tuviera su rumbo.

Porque Stillness Of Heart y Believe funcionan genial solapadas. Son medio tiempos con almas de balada, con estribillos muy reconocibles y sensuales. Un adjetivo que encaja perfectamente en este estadounidense sexagenario que parece que se haya quedado en la década de los cuarenta tras encontrar el elixir de la juventud.

Volviendo al concierto, Honey, perteneciente al último disco, es puro soul y parece rescatado del pasado, mientras que Paralyzed es psicodelia absoluta. Low bajaba una imaginaria bola de discoteca y The Chamber ponía el toque canalla a la escena. Todo bajo la atenta mirada de Lenny, quien asistía como maestro de ceremonias, reflejándose todo en sus perennes gafas de sol. Faltaba la certera cámara de Oliver Stone o de Francis Ford Coppola inmortalizándolo todo.

La espera para los más grandes éxitos había llegado a su fin. El piano de I'll Be Waiting lo atestiguaba. Es una canción tremendamente elegante. Al igual que It Ain't Over 'Til It's Over, solo que esta es incluso más bailable, de las que te pueden servir como último suspiro en un local para que las parejas dancen pegadas. 

Again seguía dejándonos con un buen sabor en la boca: dulce y acaramelado. American Woman, que pese a ser una versión, reivindicaba el hueco todavía para las guitarras, que ya comenzaban a volar con el Fly Away, otro de esos temas explotados con las campañas publicitarias, en este caso del Peugeot 206.

Y es que el señor Kravitz siempre ha sido un gran reclamo comercial. Are You Gonna Go My Way huele a perfume - concretamente a YSL- y sabe a última copa en un bar: es todo energía y ritmo reinando en el ambiente. Pero no solo él, sino toda la banda con la que ya suman muchos años de carretera, destacando a su guitarrista Graig Ross y la baterista Cindy Blackman.

Algo más pausado, pero igualmente icónico, es el Let Love Rule, que se alargaba como la noche madrileña, mientras Lenny se desplazaba por todos los rincones del pabellón sorprendiendo como si fuera el tren de la bruja, incluso llegando hasta el graderío hasta abrazar a los oscarizados actores Javier Bardem y Penélope Cruz, para después continuar con esta liturgia musical tan sexy como su cantante, quien no deja de expandir su amor por el aire allá donde pase. Y es que la arruga es bella también en el rock.

martes, 4 de marzo de 2025

Skin desata la tormenta perfecta con Skunk Anansie

 Si hay que volver, que sea con estilo. Eso mismo debió de pensar el grupo británico Skunk Anansie, que había triunfado con tres discos a finales de los 90, cuando regresaron en 2009 para firmar otros tres álbumes, con un nivel igual de alto que en su anterior etapa.

Encuadrados con la etiqueta de britrock, Skunk Anansie siempre ha mantenido su denominación de origen propia, tanto por la estética, el origen de sus miembros y por el impacto visual de sus directos. Musicalmente poseen una destreza innata con los cambios de ritmo y una habilidad para dar presencia al bajo, cortesía de Richard "Cass" Lewis, otro genio en las bambalinas.

Otro secreto de la formación es haber mantenido a sus miembros originales, lo que da mucha complicidad musical y una colección de extraordinarias canciones que en la voz de Skin se engrandecen algún más. Si a eso le sumas su carisma y explosividad, ya tienes lo que significa Skunk Anansie en el rock.

Tras casi una década sin estrenar un nuevo trabajo, el cuartero volvía a los escenarios en este 2025 con 'The Painful Truth' casi a punto de salir del horno.

 
Skunk Anansie + So Good en la Sala But de Madrid, 3 de marzo de 2025

Si Skunk Anansie es un terremoto, So Good, los teloneros de esta noche, son los primeros temblores. Se trata de un quinteto formado por tres mujeres al micrófono y solo un instrumento de cuerda, además de la batería. Sonido y estética muy urbana para un grupo muy joven y reivindicativo. Un punto en lo que coinciden con Skunk Anansie, quienes nunca han considerado tabú hablar de la libertad sexual, de la religión o el racismo.

Con algo de retraso, Skunk Anansie tocaba los primeros acordes de This Mean War. Un inicio eléctrico para ese torbellino llamado Skin. Y es que el repertorio proponía temazos en su primer tramo, como si fuera un cocido maragato y empezaran al revés, de más a menos.

Charlie Big Potato, que aparecía en la BSO de la película española 'El Arte de Morir' de 2000, es un corte que resucita a cualquiera, como un coche que va acelerando hasta alcanzar su velocidad más alta para terminar derrapando.  

Skin, Skunk Anansie, Sala Changó, Madrid

El repertorio se asemejaba en este momento a un grandes éxitos, con un repaso exhaustivo de himnos generacionales. Because Of You, que ya se ha convertido en habitual en el setlist, Love Someone Else, I Can Dream, I Believed In You, God Loves Only You, Secretly y Weak. El ritmo se encontraba con la sensibilidad y le tendía la mano.

El punto de inflexión lo marcaba An Artist Is an Artist, adelanto de lo que será un nuevo single, con un estilo más indefinido y menos guitarrero, más innovador y menos en la línea de los antiguos temas. En directo luce más, pero a simple vista no parece que vaya a ser de las más reclamadas en un futuro.

Skin Skunk Anansie Richard Lewis Sala Changó, Madrid

Antes del primer parón, alternaron clásicos, como Twisted (Everyday Hurts) o My Ugly Boy, con nuevas propuestas, lo que rebajaba algo la intensidad del comienzo, aunque Skin se seguía mostrando tan enérgica como de costumbre, no parando de bailar, de sonreír, de engatusar al público, de seducirlo e incluso de caminar por encima de ellos o de lanzarse sobre una infinita piscina de manos que la hacían levitar. Una encantadora de serpientes humanas que caían rendidos ante su voz.

El primer bis vino con Hedonism (Just Because You Feel Good) y Cheers, otro de los cortes de su próximo lanzamiento y que sí huele a futuro nuevo himno de la banda, con un aire tranquilo y sosegado para esta tormenta de verano que empieza a descargar rayos y truenos y que tiene por nombre Skin, la líder de Skunk Anansie. Un grupo que nunca aburre y que siempre tiene algo que decir.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Bonnie Tyler eclipsa Madrid con su elegancia y rasgada voz

 Cuando uno piensa en grandes voces femeninas de la música, nombres como Nina Simone, Edith Piaf o Aretha Franklin, entre otras, pueden venirte a la cabeza, y a los oídos. Si uno piensa en las voces de mujeres que dominaron la década de los 80 es cuando asoman solistas como Madonna, Tina Turner, Withney Houston, entre otras. Si metemos el rock en esta ecuación es cuando nos viene a la mente Janis Joplin, Patti Smith o Bonnie Tyler.

Gaynor Hopkins​, mundialmente famosa por su nombre artístico Bonnie Tyler, es también conocida por el apodo de ser la 'primera Dama del Rock', un apelativo muy estadounidense para una cantante galesa con un tono particular de voz, áspero y rasgado, que se ha mantenido en lo más alto durante varias décadas, incluyendo la actualidad, participando como representante del Reino Unido en la edición de Eurovisión en 2013, sin mucho impacto en la clasificación, eso sí, o conquistando las listas de éxitos estadounidenses en pleno siglo XXI. 


Ese timbre de voz tan característico vino tras una operación en la década de los 70 para extirpar los nódulos de sus cuerdas vocales, que bien pudo acabar con la carrera profesional de la cantante británica, pero que afortunadamente no fue así.

En cuanto a su vida personal, Tyler es filántropa activa y está casada desde hace más de medio siglo con Robert Sullivan, exjudoca olímpico británico en los JJ.OO. de Munich 1972 y con lazos familiares con otra ilustre galesa, Catherine Zeta Jones.

Bonnie Tyler en el CaixaBank Madrid Live Experience 2024, 28 de septiembre de 2024.

Hay artistas que tienen un aura especial. Bonnie Tyler es una de ellas. El coqueto escenario que esconde la Estación de Príncipe Pío, y antigua Estación del Norte, se mostraba como un cofre secreto dentro de un gran cajón. Semioculto al exterior pero con tesoros en su interior, similar a su actuación de esta noche.

En un lugar tan británico como una estación de tren, cuyo nacimiento se debe a la minería, tan galés como la extracción de metales, asomaba la poblada melena color platino de Bonnie Tyler. La cantante galesa iniciaba su repertorio con un elegante atuendo y una amplia sonrisa. Dos bonitas cartas de presentación.

 

El primer tramo fueron versiones de temas que los propios artistas no usan últimamente en sus conciertos: empezando por el Have You Ever Seen The Rain?, de la Creedence Clearwater Revival, esa joya pocas veces usada por los Kiss como es el Hide You Heart o finalizando con el To Love Somebody de los Bee Gees. Variado y con estilo, como el público que había acudido al teatro esta noche.

Entre medias se colaba el primer hit propio de la cosecha de Bonnie Tyler, como es el Lost In France, siempre tan folk y tan positivo, como es ella. Y es que la británica se arrancaba ya a tirar de sus propios éxitos, que son muchos y algunos son parte del sonido del imaginario colectivo, de esa banda sonora que ya abarca varias generaciones. It's A Heartache es un gran ejemplo, cuyo sencillo tuvo ventas millonarias, el cual era interpretado entre junto a The Best Is Yet To Come y Notes From America. La voz llegaba hasta las notas que podía, mientras su simpatía no paraba de aumentar.

 Porque si por algo también se conoce a la Tyler es por ser la reina del karaoke, esa palabra japonesa que define una forma universal de divertirse cantando en grupo. Muy cinematográfico, ya sea con Scarlett Johansson y Bill Murray, con tus compañeros de trabajo o tus amigos de la infancia. En ese cóctel está también Bonnie Tyler como silenciosa invitada en un listado de grandes éxitos.

 

Seguro que a Bryan Adams le gusta la versión de su Straight From The Heart. En Madrid gustó, y mucho. También gusta Bryan Adams, pero él no estaba y ella sí, por lo que los aplausos fueron para la británica. Y es que los sonidos de las palmas no paraban, porque When the Lights Go Down y Faster Than The Speed Of Night son muy buenos temas, pero Total Eclipse Of the Heart y The Best, son mejores, como dice el título.

Curiosamente todo el mundo identifica Total Eclipse Of The Heart con Bonnie Tyler, aunque cuentan que fue inicialmente ofrecida a Meat Loaf, al que le hubiera encajado plenamente por ser una balada con un toque épico, pero pocos lo hacen con The Best, inicialmente interpretada para Tyler pero popularizada solo un año después por Tina Turner y un solo de saxofón que hacía mover las caderas de cualquier ser vivo, incluyendo las de la Turner. 

Aunque el concierto apenas había rebasado la hora, el timbre de Bonnie Tyler pedía un pequeño receso para el tramo final, porque 73 años no los tiene cualquiera y menos a ese ritmo, donde aprovechó para presentar a su banda, que son unos músicos de estudio extraordinarios, y a su marido, que también está de gira y también da una apariencia de extraordinario.

El bis final se compuso del 'blues de la tortuga' y otro de los temas más reconocibles de su carrera: Holding Out For A Hero, donde su voz ya no llegaba a una canción que siempre ha llegado a todo el mundo. Poco importaba al público, rendido ante la diva. Enorme final para una artista única marcada por su peculiar voz y que sigue luchando desde los escenarios como una gran heroína.

miércoles, 10 de mayo de 2023

Geoff Tate conserva su corona de voz privilegiada

 La década de los 80 y 90 dejó una incontable lista de grupos en el rock. La banda Queensrÿche, surgida oficialmente en Seattle, pero ajena al 'grunge' que estaba empezando a poblar la ciudad de la lluvia, se convertía en otra de esas formaciones que luchaba por hacerse un hueco en las listas de ventas de discos.

Queensrÿche optó por un metal progresivo que también practicaba Dream Theater. Ambas formaciones se convirtieron en pioneros y responsables del éxito de este sonido. Virtuosismo en las guitarras, canciones largas y melodías que se revuelven sobre sí mismas. A ello se sumaba otros instrumentos más extraños en el metal, como orquestaciones, y una voz casi operística, de barítono, en este caso.

Geoff Tate ponía la voz en Queensrÿche y fue el responsable desde 1983 hasta 2012, cuando distintas desavenencias con otros miembros del grupo hizo que Tate se marchara. Su privilegiado timbre era uno de los sellos de identidad de la banda, además de una trilogía de discos que supusieron la mejor etapa de los estadounidenses.

 

El triángulo que forma 'Rage For Order' (1986), 'Operation: Mindcrime' (1988) -álbum conceptual con ese guiño constante a la obra 1984 de Orwell- y 'Empire' (1990), que contenía la joya que fue exhibida hasta la saciedad por la MTV: la balada Silent Lucidity, abrió las puertas a la banda de los mejores estadios y bañaba sus discos de platino y oro por Estados Unidos y Canadá.

Aunque la carrera de Queensrÿche y Tate se separó abruptamente desde 2012, Tate ha querido hacer suya la época que vivió al frente del micrófono, haciendo de sus giras un repaso a sus inicios ochenteros, a los tres pilares sobre los que descansó los mejores momentos personales y también del grupo.

 

Geoff Tate en el Changó Club, 9 de mayo de 2023

Con una puntualidad de reloj suizo salía el quinteto al escenario del Changó Club en el corazón del madrileño distrito de Chamberí. Tate salía con una americana con reflejos dorados que le daba un aire de mago, de ilusionista de las palabras. Un curioso cruce entre un presentador de programa nocturno de máxima audiencia y un personaje surgido de la película 'Casino' de Martin Scorsese.

El cantante de origen alemán, y nacionalidad estadounidense, comenzaba su repaso al disco 'Rage For Order'. Canción a canción. Es un disco que empieza potente, con los temas que más destacaron y que tiene un tono más oscuro, adelantado al tiempo en el que se produjo. Difícil de apreciar de primeras. Desde Walk In The Shadows hasta I Will Remember. El grupo sonaba espectacularmente bien, con algún fragmento pregrabado pero sin excederse.

 Después de un paréntesis de descanso, el combo regresaba para ejecutar 'Empire'. Más luminoso que el anterior disco y más comprensible. Algo que pareció evidenciar Tate con su cambio de ropa. Sustituyendo su lucido blazer por una camisa hawaiana. También su cercanía con el público iba en aumento. Aunque seguía eludiendo el contacto físico, pese a que algunas manos desde el foso buscaban la suya, su sonrisa iba creciendo y hasta aportaba anécdotas.

Jet City Woman, Another Rainy Night (Without You) y Empire conquistaban la coqueta Sala Changó. De la conquista se pasaba al flechazo con la preciosa balada Silent Lucidity. Es el tema más importante de su carrera musical. Una canción que le persigue y ha sido parte de la banda sonora de finales del siglo XX. Con Anybody Listening? se cerraba el bloque de este álbum para dar paso a un solo bis.

Pese a que estaba programado otro temazo como Eyes Of A Stranger, Tate se lo saltó para culminar con Queen Of The Reich, el himno más heavy de Queensrÿche, el que daba nombre y con el que se inició el camino de este grupo y de este gran cantante quien, sin sus compañeros del pasado, se ha buscado otros camaradas para pasear su voz privilegiada por todo el planeta.

jueves, 27 de abril de 2023

Wayne Hussey deja a medias el 'deja-vu' de The Mission

 La pandemia impidió que The Mission tocaran en 2020 en Madrid y, posteriormente, un año más tarde. Hoy ha sido el propio líder de la banda, Wayne Hussey, el que ha medio impedido que The Mission ofreciera la totalidad de su repertorio, del denominado 'Deja-Vu' Tour.

The Mission surgió a mediados de los 80 como una escisión de The Sisters Of Mercy. Wayne Hussey y Craig Adams crearon este grupo que seguía la línea marcada con los Sisters, en cuanto al sonido oscuro, pero al que ofrecían un nuevo giro de tuerca a la música gótica, con más presencia de las guitarras y alargando las melodías.

La carrera del grupo, con algunas idas y venidas, con algunos largos paréntesis, siempre fue exitosa, teniendo una colección de himnos muy fáciles de disfrutar, con un sonido ameno y virtuoso con el que conquistar cualquier oído.


The Mission + Sigmund Wilder en la Sala la Mon, 26 de abril de 2023

Sigmund Wilder hizo lo que todo telonero ha de hacer: preparar un buen concierto e ir calentando motores. Sonaron compactos instrumentalmente hablando. Solo el micrófono no estuvo a la altura de los barceloneses.

Como si fueran un gregario que prepara a su líder para subir el primer puerto, Sigmund Wilder dejó al público preparado para The Mission, solo que The Mission no parecía preparado para este público.

La entrada de Wayne Hussey, Craig Adams y Simon Hinkler mostraban una fatal mezcla de cansancio, apatía y hasta ebriedad, o eso es lo que parecía. Los tres desfilaron torpes por el escenario para arrancar con Beyond The Pale, casi irreconocible, como el reflejo de una imagen mal revelada.


 

Si Felipe II se quejó de luchar contra los elementos en aguas británicas, ahora era el inglés Hussey el que libraba una batalla contra el calor, ante la imposibilidad de conectar el ventilador que asomaba por el techo de la sala y, en especial, contra el técnico de sonido, al que señalaba como responsable de los problemas con el micro y la guitarra.

Las canciones iban cayendo sin remisión y con leves mejoras en el sonido en cada tema, pero sin lograr una sonrisa del maestro Hussey. Like A Child Again y Butterfly On A Wheel representaron los mejores  momentos de la noche representando a la mejor época de la formación. Y ahí es cuando Hussey, como si sufriera una pájara, una indisposición, o una mezcla de muchas sensaciones, decidió dejar desangelado el escenario para ir al camerino zigzagueando.

Sus compañeros trataron de cubrir su vacío de la mejor manera y, en parte, lo consiguieron. Tras unos minutos largos de espera salía de nuevo Hussey, quien seguía oculto bajo unas gafas oscuras, para tratar de cantar Tower Of Strength tras un simple "Thank You" al que no le acompañó una disculpa. Era la última canción pactada de la noche, aunque por el camino se había dejado unas cuantas. Algo imperdonable.

De este modo tan abrupto concluía este 'Deja-vu' de The Missión que ha acabado como una misión fallida. El público sin respuestas, y con muchas preguntas, iba abandonando la Sala Mon.

lunes, 4 de julio de 2022

KISS, un eterno beso de despedida con sabor a rock

Uno no está preparado para las despedidas, tampoco los grupos de rock. El público no quiere desprenderse de ellos y a los artistas les cuesta dejar de hacer giras y ser el centro de atención. KISS lleva un tiempo coqueteando con el adiós. El nombre de este tour así lo atestigua, como si fuera la última actuación de uno de los grandes dinosaurios del rock.

La influencia de KISS en la música es enorme. Muchos artistas han reconocido que fue tras ver a los neoyorquinos cuando supieron que querían ser estrellas de la música, como si fuera fácil llegar al firmamento, como si fuera fácil emular a tus ídolos.

El maquillaje, la puesta en escena, el espectáculo de luz y sonido, amén de su música y esa capacidad de seducir al público, no hay más que ver la devoción que tienen sus seguidores (la KISS Army), hacen de este grupo unos dioses del rock, espejos en los que mirarse y una referencia para cualquier banda surgida desde los 80 hasta la actualidad.

KISS, The Final Tour Ever

KISS en el WiZink Center, 3 de julio de 2022 

Como si fuera un lugar habitual de peregrinaje, no en vano los últimos conciertos de Kiss han sido en el WiZink Center, antiguo Palacio de los Deportes, el público con congregaba en los alrededores del pabellón madrileño con sus camisetas y negras y el maquillaje imitando a los componentes de la banda. Bajo el característico lema: "You wanted the best, you got the best. The hottest band in the world", los cuatro integrantes, cual jinetes del apocalipsis, arrancaban su descarga final en la capital, la séptima de su trayectoria.

No defraudaron. Nunca lo han hecho y nunca lo harán. Su rock tiene denominación de origen; su espectáculo, también. Esta especie de Circo del Rock volvió a dejar los números habituales. Da igual cuantas veces los hayas visto, son como un mago con varios trucos muy buenos e infalibles. Y tras la caída del telón, el cuarteto descendía de plataformas individuales evidenciando que proceden del Olimpo, de los mismos cielos que los Dioses de la música.

Detroit Rock City inició el viaje entre juegos de luces y de artificios, siempre eficientes y espectaculares. Shout It Loud, Deuce, War Machine Heaven's On Fire brillaban entre tanto láser y traca de pólvora. Todo estaba envuelto en llamas y calor, pero nadie se abrasaba. Y mientras sonaba el grupo a las mil maravillas, con un Paul Stanley haciendo notar que su voz se mantenía viva y casi intacta, como demostró con Say Yeah.

Lick It Up revolucionó el pabellón y Calling Dr. Love y la sorprendente Tears Are Falling precedieron al Psycho Circus y al número especial de Gene Simmons, el 'Dios del Trueno', actuando estupendamente en su propio espectáculo carnavalesco y siniestro, manando sangre de la boca mientras convulsionaba, en una imagen terrorífica digna de las mejores pesadillas propuestas por Carpenter, Argento o Craven. 

Si algo no ocurre en un concierto de Kiss es que no ha ocurrido nunca en un escenario. El kit de batería se movía como una montaña rusa, elevándose en una grúa, y la tirolina del 'chico estrella' le llevó a mitad del WiZink para interpretar desde ahí Love Gun y I Was Made For Lovin' You. El grupo llevaba la quinta marcha y buscaba más. Black Diamond cerraba un set perfecto en el que cada miembro había aportado su show particular.

El punto emotivo venía con la preciosa Beth, tocada sutilmente con un piano y a una voz, la de Eric Singer, y Do You Love Me y Rock And Roll All Nite ponían fin a uno de los mayores espectáculos del mundo, a un grupo que no se quiere despedir y que ha influido tanto en público y otros grupos. A un grupo que alarga el adiós porque con su final se va uno de los capítulos más grandes y bellos de la historia del rock.

jueves, 23 de junio de 2022

Simple Minds, vivos y coleando 40 años después

La banda escocesa Simple Minds también se ha sumado a esa moda de celebrar las décadas de aniversarios desde que el grupo diera la luz. Son cuatro ya los que iluminan a este grupo de Glasgow, desde que arrancaran en 1977, con muchas más luces en sus comienzos que en la actualidad, cuya fama ha quedado relegada a los antiguos fans y viejos himnos, como le ocurre a la mayoría de bandas fundadas en los 70 y 80, pese al aparente atractivo que supone esta época.

El éxito para Simple Minds llegó de la mano del cine, cuando la BSO de la película 'El Club de los Cinco' (The Breakfast Club), del año 1985, popularizó su tema Don't You (Forget About Me), escrito precisamente exprofeso para la película y que como ella pasó a ser una obra de culto y tremendamente popular.

Simple Minds, 40 years tour

Simple Minds en el Espacio Ibercajas Delicias, 22 de junio de 2022 

A la espalda de la estación de trenes de Atocha en uno de los días más largos del año, Simple Minds se disponía a desgranar 40 años de carrera musical en dos horas y media en el Espacio Ibercajas Delicias, 40 años de un rock y pop con denominación de origen, muy elegante y con gran apoyo en los sintetizadores y coros femeninos, especialmente en las giras.

El concierto arrancaba con el So May We Start, el mismo tema con el que empieza la película 'Annette' de Leos Carax, una manera muy oportuna para que el guitarrista Charlie Burchill y el cantante Jim Kerr, bien acompañados por Gordy Goudie y Ged Grimes, quien demostró el buen español que tiene heredado de sus andanzas por Andalucía, la gran baterista Cherisse Osei y otras dos mujeres para cerrar la formación Sarah Brown y Bernice Scott, coros y teclados.

Kerr se esforzó en meter al público, quien no había tenido unos teloneros para entrar en calor ni un tema de órdago, uno de estos ases que guarda este combo de escoceses, con el que dar palmas de manera natural y no desde el escenario. 

Simple Minds, Madrid 2022

Ese momento llegó con Promise You A Miracle, Waterfront y luego con Someone Somewhere In Summertime, justo cuando el micrófono parecía conceder una tregua y mejorar su sonido. Algo que agradecimos cuando Kerr dio su mejor versión de sí mismo con una emotiva versión de Belfast Child.

Los temas seguían cayendo sin remisión: See The Lights anunciaban la traca final con un Don't You (Forget About Me), que se hacía innecesariamente largo con tanta interacción con el público, Alive And Kicking y Sanctify Yourself, tres muestras que definen por qué fueron tan grandes como U2 y por qué vendieron tantos discos, más de 60 millones de copias. 

El problema para Simple Minds es que ya no llenan estadios como antes y con una oportunidad como esta, de llamar de nuevo la atención, fallan a la hora de no hacer un repertorio más largo o más corto pero más dinámico. Todo ello supeditado también por el excesivo precio de las entradas, unos 70€, que condicionaba las sensaciones.

Simple Minds, Madrid 2022

Eso sí, Simple Minds siguen vivos y coleando, la cuestión es cómo van a afrontar los años, si viviendo de viejos himnos alargados en el tiempo o vuelven a sorprendernos con un giro de guion y enganchan a nuevas generaciones de adeptos.

lunes, 8 de julio de 2019

Bon Jovi usa viejas canciones para seguir enamorando a Madrid

La carrera musical de Jon Bongiovi nunca habría tenido el mismo desenlace sin la aportación de cuatro grandes músicos, dos de los cuales -el teclista David Bryan y el baterista Tico Torres- todavía siguen siendo parte de la formación de la banda desde 1981. Las cuerdas es donde la formación ha experimentado más cambios en estos años: primero fue el bajista Alec John Such, desde 1994, y más tarde el carismático guitarrista Richie Sambora, tras abandonar el grupo en 2013 por decisión personal. A ellos también habría que añadir el breve paso de Dave Sabo, posteriormente fundador de Skid Row. Otro de los elementos claves del rock de New Jersey, siempre bajo la sombra musical del gran Bruce Springsteen.

Los dos primeros discos de Bon Jovi -dando un nombre más comercial al apellido del cantante- estaban más marcados por el peso del teclado y la excesiva velocidad en la producción. El éxito rotundo para el grupo estadounidense llegaba con el tercer y cuarto trabajo, caracterizados por el sonido de las guitarras de Sambora y un estilo musical más variado, desde el hard rock más ochentero al country -que le serviría después a Jon para interpretar la BSO de la película Arma Joven II. Un western moderno que demandaba melodías más actuales para seducir a otras generaciones-.

Los álbumes 'Slippery When Wet' y 'New Jersey' elevaron muy alto el listón musical al quinteto, tanto en crítica como en ventas, rozando los 50 millones de discos. Son dos obras indispensables para entender el auge en popularidad del rock de finales de siglo XX. Lo que explica que Bon Jovi fuera un pionero en cruzar el telón de acero y encabezar un concierto de vanguardia de la URSS, además de liderar un cartel del Monster Of Rock de 1987, incluso por delante de W.A.S.P. y Metallica.


Las fronteras musicales también se derribaban con 'Keep The Faith' en 1992, en lo que fue el último gran impacto en ventas. Posteriormente 'These Days' suponían en 1995 un pequeño giro musical que fue bien recibido por el público y la prensa especializada, por oscurecer algo el sonido y otorgarle una madurez al trabajo. El último halo de esperanza a una gran carrera que amenazaba con difuminarse entre temas intrascendentes y canciones lentas sin sustancia.

Desde 2000 la producción discográfica ha continuado, sin la brillantez del pasado ni la magia del principio, pese a algún interesante fogonazo. Además de no contar ya con la guitarra de Richie Sambora. Ahora regresaban a Madrid con el reciente 'This House Is Not For Sale'. tras dejar huella en 2013 con un concierto en el que rebajaron el precio de las entradas por la situación económica del país.

Bon Jovi en el Wanda Metropolitano de Madrid, 7 de julio de 2019

Con una extraordinaria puntualidad, casi británica, el combo estadounidense salía ante un público mayoritariamente femenino que llenaba el coliseo rojiblanco -aproximadamente 50.000 personas-, bajo un escenario formado por varios paneles gigantescos que permitía mostrar las evoluciones de los músicos sobre el escenario. Un muro luminoso que acapararía la mirada de todos durante las siguientes dos horas y media.

Bon Jovi, Madrid, 2019, This House Is Not For Sale,

Arrancaron con el tema que da nombre al último disco, This House Is Not For Sale, para después hilar tres clásicos de golpe -Raise Your Hands, You Give Love A Bad Name y Born To Be My Baby-. . Y es que la noche pedía más temas antiguos que nuevos. Una noche para pocos experimentos y ofrecer las fórmulas que funcionan y han funcionado.

Por mucho que pases los años, la música de Bon Jovi de la década de los 80 y 90 sigue teniendo magnetismo, tanto como su cantante, quien no dejaba de brincar y sonreír al público, rendido ante uno de los grandes sex-symbols del mundo del rock, quien no ha perdido ni una pizca de su atractivo, ni siquiera de su forma física. Un estado envidiable que también parecen compartir, a su manera, David Bryan y Tico Torres.

Bon Jovi, Madrid, 2019, This House Is Not For Sale,

Uno de los grandes peros del concierto fue la acústica del recinto, además de la dificultad de Jon para llegar a ciertas notas más exigentes -todo ello con la lupa encima suya tras la polémica sobre el uso de playback en esta gira-. Por otro lado, el resto de miembros del grupo permanecían en un discretísimo segundo plano, exceptuando a David Bryan. Algunos de ellos en sus grises, y prácticos, papeles de músicos de estudio a los que cuesta cuajar en directo, porque no hay que olvidarse que sustituir a Sambora y hacer sombra a Jon Bon Jovi es complicado en todos los aspectos.

Amen y Bed Of Roses, con estribillos en español, fueron las baladas marca de la casa escogidas para la ocasión, para acaramelar a un público que lleva tiempo enamorado de su figura, y que sirvió de preámbulo para mostrar nuevos temas que pronto eran devorados por viejos himnos.


Los seis últimos temas no se movieron de la década dorada del grupo, de los 80 y 90, de la época que el público mayoritariamente quería escuchar. Desde Wanted Dead Or Alive hasta Bad Medicine. Justo la medicina que reclamaba la afición madrileña que rebosaba el estadio y no dejaba de cantar o corear, especialmente cuando I'll Be There For You y Livin' On Prayer terminaron por coronar una gran noche de viejas canciones y músicos que parecen ser conservados en formol, aunque la voz y las canas evidencien que los años pasan incluso para las grandes estrellas del rock.

sábado, 11 de febrero de 2017

Skunk Anansie vuelven a dejarse la 'piel' en Madrid

Skunk Anansie se ha sumado a la moda de regresar en este milenio tras haberse hecho un nombre anteriormente en el mundo de la música. La formación londinense fue durante muchos momentos una de las innumerables grandes esperanzas del rock británico. Una etiqueta que les acompañaría durante sus primeros siete exitosos años de existencia y tres álbumes. Un periodo que ahora vive su segunda parte con otra trilogía de discos, tan sobresaliente o más que sus primeras tres entregas.

El batería Robbie France, recientemente fallecido precisamente en España, fue el responsable del nacimiento de Skunk Anansie. El polifacético France, que además de músico era productor y periodista, participó en la creación del disco de debut  'Paranoid & Sunburnt' (1995), para luego abandonar la formación, siendo el único miembro que ha dejado el combo inglés.

Skunk Anansie, logo, band,

Skin, Skunk Anansie, Madrid, Riviera, 2017,
Skin, cantante de Skunk Anansie
Skunk Anansie, además de mantener los mismos miembros desde el inicio, exceptuando el paso fugaz de Robbie France, destaca por la elegante y potente voz de Skin, acompañada de su aspecto agresivo ausente de pelo, pasando por el exotismo que aporta tanto el nombre del grupo como el bajista Richard Keith Lewis “Cass” o la propia Skin, y terminando con un trasfondo de eterna disconformidad, plasmada en unas letras plagadas de reivindicaciones político-sociales. Rabia. Mucha rabia contra el sistema y las desigualdades raciales y sexuales, evidenciadas al tener dos miembros de raza negra y una mujer al frente.

Rock en estado puro y a la vez renovado por las nuevas influencias tanto exteriores como internas, dada la creciente labor de la cantante también como DJ.

La mayor parte de los grupos que regresan lo hacen más por un brindis al sol que por la necesidad de ofrecer algo nuevo. Ese no ha sido el caso de Skunk Anansie. El combo inglés ha vuelto en buena parte por la presión de los seguidores, y también, restando romanticismo, por seguir haciendo negocio en una industria a la que cuesta ofrecer ideas, especialmente por parte de los grupos noveles.

Skunk Anansie había publicado tres maravillosos álbumes en la década de los noventa que dejaron huella y adeptos. Incluso el cine espoleó muchas de sus canciones, al incluir algunos de los temas en bandas sonoras de películas del momento, como el 'Arte de morir' o la futurista 'Días extraños'.
Cass, Skunk Anansie, Madrid, Riviera, 2017,
'Cass', bajista.

Justo antes de que entrara el siglo XXI, Skunk Anansie se había convertido en un bonito recuerdo que era recuperado con la aparición de un recopilatorio en 2009, antesala de una esperada segunda etapa, tan brillante o más que la anterior, y constituida con otra terna de trabajos: 'Wonderlustre' (2010), 'Black Traffic' (2012) y 'Anarchytecture' (2016), recién sacado del horno y presto para ser presentado en una nueva gira.


Skunk Anansie en la Sala La Riviera, el 10 de febrero de 2017
Una dupla formada por dos mujeres -guitarra y kit de batería- amenizaron la espera de la descarga principal de la noche. The Pearl Harts, que así se llamaba esta mínima expresión de grupo musical, cumplió con su cometido, máxime las limitaciones que supone no tener más variedad de instrumentos.

La Riviera asistía expectante ante el regreso de Skunk Anansie. Un público rejuvenecido y con mayoría femenina respondió de forma estruendosa a la entrada al escenario del quinteto inglés, liderado por una inquieta Skin, tan rebelde y sensual como siempre, tan dicharachera y pizpireta como hace dos décadas.


La química de la lenguaraz cantante londinense con el público fue inmediata, como una reunión de viejos amigos que llevan tiempo sin verse y que solo necesitan una pequeña chispa para recuperar sensaciones pasadas. Así fue el paso de Skin y los suyos por la ribera del Manzanares.

Todo funcionaba a la perfección. El sonido surgía tremendamente limpio, mención especial a la notoriedad del bajo de Cass en cada tema, uno de los sellos personales, una de las marcas de la casa. Por su parte la voz de Skin no sufría altibajos; es más, se exhibía, pese a lo inquieta que se mostraba durante las tablas. Tanto, que hasta llegó varias veces a saltar la valla para mezclarse con la audiencia, generando el delirio en las masas y el recelo de su personal de seguridad, mientras ella volaba literalmente sobre la sala madrileña.



El grupo seguía desgranando los temas con una aplastante seguridad: alternando la etapa primera con la actual, mezclando temas más tradicionales con otros experimentales, incluso extraídos de las pistas de baile, combinándolo con el ska y el rock alternativo, demostrando que el mestizaje no solo es racial sino también musical.

Because Of You, Weak, Twisted (Everyday Hurts), Hedonism (Just Because You Feel Good), God Loves Only You o la reivindicativas Little Baby Swastikkka y Yes It's Fucking Political se hacían notar en el variado repertorio elegido.

Tras casi una veintena de canciones se llegaba al obligado receso que daba paso a un bis donde reinaban Tracy's Flaw y Charlie Big Potato. Dos de los cortes más significativos de la trayectoria de la banda. El colofón más obvio a una noche que se iba a resistir a acabar.


Si algo ha caracterizado siempre a Skunk Anansie es por la rebeldía y por una relación muy directa con los fans. Por ello, presos de la emoción del momento y de la calurosa acogida, la formación repitió con otro bis no planeado y fuera de guión, tanto que hasta recibieron la advertencia de que estaban fuera de hora, con 100 Ways To Be A Good Girl y Charity como regalos añadidos, detalles que estrechan el vínculo entre público y grupo. De los que convierten a Skunk Anansie en uno de los favoritos de la capital, porque siempre se dejan la piel en cada actuación.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Tarja Turunen: Los ángeles vienen de Finlandia

Pocas voces femeninas en la historia del rock han llegado a la perfección que siempre ha desprendido Tarja Turunen al cantar. Estuvo durante casi una década tras el micrófono de Nightwish, haciendo del grupo finlandés uno de los grandes referentes del metal sinfónico en el planeta.

Los registros vocales como soprano siempre han situado a la nacida en Karelia en un espacio entre la música clásica, permitiéndose hacer un álbum solo con versiones del Ave Maria de distintos compositores, hasta el metal sinfónico, practicado con Nightwish, moviéndose en ambos campos con idéntica soltura y buscando el equilibrio entre dos estilos tan aparentemente dispares.

Tarja Turunen, Madrid, Tarja,
Tarja Turunen, durante su actuación en la Joy Eslava de Madrid
Justo en el momento en el que la formación estaba alcanzando su cénit musical y comercial, tras la publicación del aclamado disco 'Once' (2004), llegó la expulsión de Tarja por grandes diferencias personales entre ellas y el resto de la banda, argumentos recogidos en una carta que servía de epitafio a una aparente bonita relación que tenía demasiadas espinas en su interior y en la que se señalaba, además del ego de Tarja como causante, también como culpable a Marcelo Cabuli, pareja de Tarja, quien contraatacó acusando a otro de los fundadores del grupo, Tuomas Holopainen, de tomar tal decisión por una cuestión de celos con la propia cantante.

Nightwish, logo, t-shirt, Finland, Suomi,

Este culebrón nórdico provocó el inicio de la carrera en solitario de Tarja y la búsqueda en Nightwish de una sustituta que luego a la postre volvería a ser revelada cinco años después. 

Tarja Turunen en la Sala Joy Eslava de Madrid, el 5 de noviembre de 2016 

La Sala Joy Eslava de Madrid era el recinto elegido para que Tarja presentara su nuevo disco, cerca del Teatro Real, un lugar muy acorde para esta reina a la que han abarrotado la corona y que ahora se pasea por recintos más coquetos, dejándose abrigar por el calor del público, su público de siempre, el cual no le ha dejado de lado y echa de menos.

Un grupo tan apropiado como los italianos Sinheresy, quienes comenzaron haciendo versiones de Nightwish en sus comienzos, fueron los encargados de hacer tiempo para Tarja. El juego de voces masculino y femenino de los transalpinos junto a la propuesta cercana al heavy metal y metal sinfónico convenció al abarrotado teatro, donde ya no cabía un alfiler, expectantes ante el regreso de su sirena escandinava.

Hubo que esperar más de media hora para que la intensidad de las luces anunciara la llegada de los músicos que acompañan a Tarja en esta nueva aventura en solitario. Un quinteto que fue desfilando para dejar los últimos aplausos para ella, el primero de los muchos que se llevaría.

Tarja Turunen, Tarja, Nightwish, Madrid, Joy Eslava,

Y es que la abarrotada Joy Eslava estaba entregada casi desde el inicio, ensimismada ante la eterna sonrisa de Tarja, quien intentaba hablar en castellano entre tema y tema, mientras desgranaba el último trabajo 'The Shadow Self', donde se alternan canciones más melódicas con otras con más ritmo, evidenciando que Tarja se mueve igual de bien con cualquier tipo de música mientras encuentra su rumbo musical, algo más esclarecido tras escuchar este álbum.

Si la letra de Eagle Eye pudo ser considerada la primera referencia velada a su etapa de Nightwish, de un modo metafórico. El recuerdo a su paso por el grupo finés fue completo cuando arrancó un 'medley' compuesto por varios cortes, desde el archiconocido Ever Dream siguiendo con The Riddler y finalizando con Slaying The Dreamer.


Tarja no quiso abusar del recurso fácil de cualquier excantante de reinterpretar todos los éxitos del pasado, sino que fue fiel a sí misma y siguió repasando su carrera en solitario, que sin ser tan brillante como cuando era parte de Nightwish termina siendo resultón, máxime si ofrece sus mejores éxitos en acústico, en una versión más íntima, donde Until Silence, The Reign y I Walk Alone sonaron majestuosas, acompañada de un cello y una guitarra española.

Tarja, Joy Eslava, Madrid,

La comunión entre la audiencia y Tarja era perfecta y completa, casi de sumisión, perdonando que incluso partes del show estuvieran grabados, disculpando que su español no haya mejorado con los años y queriendo olvidar que no hubiera tocado ningún tema más de Nightwish, que ya habría elevado a antológico el nivel del espectáculo ofrecido.

Love To Hate y Too Many, cuya influencia del Ghost Love Score en el coro resulta innegable, subieron la intensidad del último tramo antes del consabido descanso, el cual cedió paso a los tres últimos cortes de la noche: Innocence, Die Alive y Until My Last Breathe, donde la complaciente Tarja hacía honor al título del tema, dando hasta la última gota, hasta su último aliento entre brincos y palmas.


Con ello se cerraba el repertorio, reviviendo los viejos tiempos y el sabor de la victoria, provocando que Tarja no dejara de dar las gracias, de emocionarse, la que fue tachada como fría y diva por sus excompañeros de Nightwish se mostraba cercana y sincera, quitando la razón a sus detractores y asintiendo a sus seguidores, pletóricos ante el regreso de su reina.

El cielo debe ser un sitio tranquilo donde Tarja Turunen canta en todos los rincones y esta noche la Sala Joy Eslava ha descubierto que los ángeles vienen de Finlandia.

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