sábado, 12 de julio de 2025

Mad Cool, un parque de atracciones musical con noria incluida

 El Mad Cool es un parque de atracciones musical para adultos. Con su noria, sus puestos de comida, sus carpas con promociones y varios escenarios, tres principales, en los que disfrutar de los distintos artistas con muchos decibelios. El Festival nació en 2016, en Madrid, y arrancó en la Caja Mágica, como primera sede, para después vivir tres ediciones en Valdebebas, al norte de la capital. Desde 2023 se realiza en Villaverde Alto, casi en el límite de Madrid con Getafe, de hecho hasta se pueden ver las torres de iluminación del Estadio Coliseum.

El Mad Cool es en cierto modo heredero del Festimad, en el sentido de ser un festival musical para grandes masas en Madrid dedicado al pop, rock y metal. Aunque en esencia fueran distintos, dado que el Festimad, nacido en 1994, buscaba por un lado la promoción de nuevos artistas, además de la difusión de otros más consagrados.


Nine Inch Nails, Alanis Morissette, Kaiser Chiefs, Benson Boone y Hermanos Rodríguez en el Festival Mad Cool de Madrid, 11 de julio de 2025

"Y el mundo me parece más amable, más humano, menos raro", cantaba La Cabra Mecánica y María Jiménez. Esa es la sensación que tiene uno cuando está en el Mad Cool. Público internacional con ganas de divertirse y de mantener una conversación. Porque es un festival musical, pero también da tiempo a perderse por el resto de actividades, o perderse porque sí, mientras se va de un escenario a otro. O perderse con la gente, que cada vez viene de más distintos puntos del mundo: Reino Unido, Italia, Estados Unidos o Francia, principalmente.

El viernes destacaba la actuación de dos artistas muy distintos pero con lazos en común: Trent Reznor y Alanis Morissette. Ambos son norteamericanos, el primero de Estados Unidos y ella de Canadá, los dos vivieron sus mejores momentos en la década de los 90 y el cine es una parte importante de sus biografías. Para Trent, por sus BSO junto a Atticus Ross, y para ella por sus apariciones, como su divino papel en Dogma, de Kevin Smith.


Pero antes de ellos, como si fuera una comida de picoteo, se podía probar de otros platos. Hermanos Gutierrez hicieron lo más complicado, que es abrir a las 18:00h con poca audiencia y el sol de cara. Muy acorde con el sonido que generan con sus guitarras y que teletransporta al desierto o a un película de Quentin Tarantino.

Benson Boone tiene aparentemente todo en la vida. Es un chico con suerte: tiene una familia que le adora, dedicó a sus padres uno de los temas, tiene una extraordinaria voz, juventud, vitalidad -ojo con sus acrobacias, saltos y volteretas-, simpatía, belleza, es el Paul Mescal de la música. Y tiene también un ramillete de buenas canciones, con mucha sensibilidad, como In The Stars o potentes como Sorry I'm Here for Someone Else. Terminó el show mezclándose con el público. Más de uno o una se lo hubiera llevado a casa.

Alanis Morissette empezó pronto a recibir la atención del público, para poco después perder ese gran interés. Su tercer trabajo, 'Jagged Little Pill' (1995), es reivindicativo, es un grito de rabia ante la sociedad, por parte de una mujer joven, contaba con 21 años en aquel entonces, que reclama igualdad, su papel, su rol y su espacio en la vida. El álbum cumple 30 años y su mensaje sigue intacto y su importancia musical, también.

Aquel disco contó con el apoyo de Flea, de Red Hot Chili Peppers, y de Madonna, quienes vieron potencial en este trabajo que caminaba con mucho estilo entre el pop y rock, en su variante más 'grunge'. Y quienes somos el resto de humanos para llevar la contraria a Madonna. Si ella vio algo, nosotros también. Y, además, no se equivocó.

Tiró de clásicos y otros menos clásicos. Son temas que tienen algo especial. Se lanzó con Hands In My Pocket para tener al público en los bolsillos y ya de ahí no se movieron, menos para contornearse al ritmo de sus melodías. Head Over Feet, You Learn e Ironic, con todo el mundo cantando, sonaron deliciosas.

Acabó con You Oughta Know, Uninvited, tan potente y maravillosa como siempre, y ese alegato de gratitud que desprende Thank U.

Kaiser Chiefs tiene ese alma de grupo musical de estadio, de Elland Road concretamente. El grupo de Leeds juega con los estribillos y los coros de sus seguidores. En su setlist no podía faltar Ruby o I Predict A Riot. Todo ello intercalado con un homenaje a The Ramones en forma de Blitzkrieg Bop.

 La vida te lleva por muchos caminos y los escenarios del Mad Cool te transportan a distintos viajes. El nuestro era ver a NIN. Nunca se sabe cuándo es la última vez que uno va a ver a Trent Reznor cantando como líder de Nine Inch Nails. El artista estadounidense es posiblemente uno de los grandes genios de la música contemporánea. Multiinstrumentalista, compositor, productor musical, bajo cuyo paraguas Marilyn Manson cosechó su mayor éxito. En los últimos años compone bandas sonoras para películas junto a Atticus Ross, siendo galardonados con los mayores premios existentes: Grammy, Globos de Oro y Oscars de Hollywood.

El estilo de NIN, acrónimo de la formación, es difícil y a la vez fácil de definir. Es metal fusionado con electrónica, música industrial que incita a moverse, a bailar, a vibrar mientras el ritmo corre por tus venas a través de distintos elementos: guitarras, samplers, teclados, saxofones, pianos, mesas de mezclas, baterías convencionales y/o electrónicas. 

Reznor no es el más simpático del panorama musical, tampoco el más dicharachero, él se aferra al micrófono, como si fuera un salvavidas en mitad de la inmensidad, para contornearse y desnudarse con palabras. 

Empezó con un repertorio y potente, conocidos para todos. ¡Brutal! The Beginning Of The End, Wish, March Of The Pigs o Piggy. Todo ello con un escenario minimalista, en lo estético que no en lo luminoso, para ofrecer dosis de música compleja. Gastar las balas al principio es arriesgado y ese, puede, el punto negativo a la actuación.

Bajo esa atmósfera maravillosa, oscura, asfixiante que genera Atticus Ross, la actuación seguía su trazada. Closer te conecta con otra dimensión a base de pulsos mientras todos los instrumentos se recrean entre sí. Copy A provoca electricidad. Mientas que Every Day Is Exactly the Same es una mentira, porque desgraciadamente ningún día es igual si hoy tenemos a Nine Inch Nails y mañana no. 

El desenlace era épico, como una subida al Mont Ventoux en el Tour de Francia. Escarpado, sin vegetación, exhausto y mágico. Donde el cielo y la tierra se juntan. Burn, The Perfect Drug y The Hand That Feeds. El preludio del final lo formaban la siempre vibrante Head Like A Hole, es como una descarga de energía, y esa maravilla de confesión personal llamada Hurt, la cual es desgarradoramente bella, duele y sana al escucharla, es un marchitar y una primavera a la vez, y que susurrada por Reznor te abre las puertas del paraíso. No hay mejor forma de terminar un concierto ni una jornada de festival. Ni la habrá.

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