domingo, 23 de junio de 2019

Madrid mima la versión más íntima de Eddie Vedder

Eddie Vedder se ha convertido en la voz superviviente del 'grunge'. Un movimiento musical surgido en Seattle en los 90 en el que el nihilismo y la desesperación ponían la letra a una generación desencantada. Aquella atmósfera depresiva cumplió su maldito propósito al llevarse a todos los máximos exponentes de aquel sonido tan propio, arrancando con Andrew Wood (Mother Love Bone) y Kurt Cobain (Nirvana) para seguir con Scott Weiland (Stone Temple Pilots), Layne Staley (Alice In Chains) y Chris Cornell (Soundgarden). Cinco grandes cantantes idolatrados y alabados que llenaban estadios, pero incapaces de seguir viviendo a causa de las adicciones y de un vacío existencial.

Vedder es, hasta el momento, el gran superviviente de esta fatalidad que ha asolado al 'grunge'. El cantante de Illinois llegó para colaborar en el disco póstumo de Andrew Wood, haciendo duetos con Chris Cornell. Aquella fue su carta de presentación, la cual sirvió para tomar las riendas de Pearl Jam, junto a Stone Gossard y Jeff Ament, otras dos piedras angulares de este estilo musical.


El sobresaliente éxito comercial de Pearl Jam hizo que el grupo se embarcara en extenuantes giras que, pese a visitar España, terminaban por sortear Madrid por distintos motivos, empezando porque la capital ha adolecido durante décadas de tener un gran local donde albergar este tipo de eventos.

En 2006 Pearl Jam visitaba Madrid en uno de los conciertos más maravillosos que se han ofrecido nunca en la capital por parte de cualquier grupo de rock. Eddie Vedder y compañía, conscientes de que su anterior actuación databa de 1992, ofrecieron un repertorio distinto a lo ofrecido en el resto de ciudades, como queriendo compensar al público madrileño por tantas ausencias. Aquel espectáculo hechizó a propios y extraños, estrechando los lazos entre grupo y ciudad.

Ahora, trece años después de aquel grandioso show y veintisiete desde su primera aparición, era Vedder el que se asomaba de nuevo por el Palacio de los Deportes, en una versión más íntima y sin sus compañeros habituales de fatigas.

Eddie Vedder en el WiZink Center de Madrid, 22 de junio de 2019

Pocas veces el pabellón madrileño había sentido cómo una sola voz y un solo instrumento eran capaces de sonar con tanta energía. Lo curioso es que lo vivió dos veces: primero, cuando el oscarizado Glen Hansard hizo de solitario telonero, logrando levantar al público en varias ocasiones. Y segundo, cuando Eddie Vedder tomó el relevo del guitarrista irlandés.



El show de Vedder fue sobrio en su puesta en escena y enérgico en su ejecución. Sobre una alfombra y alumbrado por varios puntos de luz, tomando casi de prestado dos de los elementos característicos de los acústicos de Nirvana y Alice In Chains-, el líder de Pearl Jam hizo una particular lectura de su carrera musical, interpretando unas veces grandes éxitos de la banda de Seattle, véase Better Man, como temas que han pasado más de puntillas, e incluso algunos de su cosecha propia, como dos fragmentos de la BSO 'Into the Wild'.



También hubo lugar para las versiones, en especial un sentido Wildflowers como homenaje póstumo a Tom Petty.

La cercanía de Vedder y el entusiasmo del público ya habían alcanzado cotas altas, superadas definitivamente cuando Vedder dejó las seis cuerdas a Hansard para interpretar una gran versión de Black, más tierna aún con los violines sonando de fondo y los coros tarareados por todo el pabellón, en perfecta armonía.



El punto final lo puso la habitual versión del Rockin' In The Free World de Neil Young, tan habitual como colofón en los conciertos de Pearl Jam y también en esta versión más íntima de Vedder, sin sus compañeros habituales de viajes y solo con la compañía de cuatro violines, la voz y guitarra de Hansard y un montón de fans, que adoran y miman a uno de los mitos del 'grunge'.

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