domingo, 3 de septiembre de 2023

Helloween: las calabazas no tienen fecha de caducidad

Hay conciertos que se hacen desear por ser únicos o por ser una nueva oportunidad para ver a un grupo en un momento excepcional. La banda alemana Helloween ha logrado reunir a los tres cantantes que hicieron de esta formación un referente, en gran parte por ser los padres del power metal, un estilo que conjuga velocidad con melodía, y por otro por firmar algunos de los mejores discos del metal. Lo que le convierte en únicos.

La pandemia y diversas causas, entre ellas la enfermedad de Michael Kiske, hicieron que el concierto inicialmente programado para 2020 se dilatara en el tiempo hasta 2023. Una situación insólita que provocaba que este concierto de Helloween fuera especial ya sin producirse.

Hammefall y Helloween en el WiZink Center de Madrid, 2 de septiembre de 2023

Nadie mejor que Hammerfall, con una gran relación personal con Helloween, y a los que profesionalmente les une muchos vínculos, para servir de teloneros. Los suecos, que estéticamente también deben mucho a Manowar y musicalmente a Judas Priest y los propios Helloween, tienen una dilatada carrera musical que arrancó en 1997 y que abarca hasta la actualidad.

Bajo su simbología nórdica, en forma de martillos y de alfabeto rúnico, ofrecieron una descarga de mucha calidad donde alternaron temas de todas las épocas y de todos los estilos, desde la sentida balada Glory To The Brave a temas vibrantes como Brotherhood, pasando por un medley o apostando por himnos como Let The Hammer Fall. Sonaron contundentes como un martillo sobre el hierro frío. Haciendo honor a su nombre y a su nacionalidad.

El idilio de Helloween con España es digno de estudio. En su día los alemanes, en la década de los 80, grabaron el que a la postre sería su sencillo más exitoso, I Want Out, en el Café Iruña de Pamplona. Sí, el mismo lugar al que solía acudir Hemingway. 

La casa del cantante Andi Deris en Tenerife, que además sirve de estudio de grabación, junto al concierto editado en DVD, United Alive, y en el que el público de Madrid ejercía de aliado de los germanos. Tres detalles que estrechan los vínculos entre España y Helloween.

Con todos estos ingredientes no es de extrañar que los conciertos de Helloween en España sean de los que cuelgan el cartel de "no hay billetes".

Al igual que en la gira del United Alive, Helloween regresaba a la capital con todos los miembros activos sobre el escenario y con el aliciente extra de un disco fruto de este reencuentro. Un disco que no es cualquier trabajo, sino el álbum más redondo desde la etapa de los Keeper. Palabras mayores para una formación que ha escrito páginas importantes en la historia del rock y del metal.

 Arrancar con Skyfall era una gran idea. El tema cuenta con la voz de los tres cantantes, los 'Tres Tenores' del Metal, Andi Deris, Michael Kiske y Kai Hansen, y pertenece al último disco, de título homónimo. Esta aparente declaración de intenciones no se produjo, dado que solo Best Time y Mass Polution fueron las elegidas del trabajo más reciente para asomarse por el set list

El resto del repertorio fue un viaje temporal, de días de futuro pasado, como Future World o How Many Tears, cuando estos alemanes nos avisaban preocupados por el devenir de la humanidad y angustiados por una hipotética III Guerra Mundial entre rusos y estadounidenses. Letras sobre el mañana que ya son parte del ayer.


El show era el triunfo de la nostalgia y una exhibición de lo fueron y de lo que son. Kai Hansen sorprendió al rescatar y desempolvar viejos temas del 'Walls Of Jericho', los que había escrito entre 1984 y 1985 junto a Michael Weikath y Markus Grosskopf, únicos miembros perpetuos de Helloween. Su voz rasgada y su afilada guitarra tomaron el mando del espectáculo.

Tampoco faltaron a la cita himnos de la formación como el Dr.Stein o el Keeper Of The Seven Keys, esa pequeña epopeya de casi un cuarto de hora que habría compuesto Vivaldi si hubiera nacido en el siglo XX y en Alemania. Velocidad, melodía, técnica y virtuosismo: Helloween. Y mucho más, también delicadeza y ternura, como demostraron Deris y Kiske al interpretar como dueto esa preciosidad llamada Forever And One.

Después de varias lluvias de confetis y con Andi Deris como excelente maestro de ceremonias, siendo gran parte de sus discursos en español y siendo en su totalidad un torrente de humor, se acababa el espectáculo con I Want Out. Mientras sonaban los acordes de esta canción, varios globos en forma de calabazas caían sobre la marea humana para deleite de unos seguidores, que han vuelto a arropar a los padres del 'power metal', los cuales no parecen tener fecha de caducidad.

viernes, 28 de julio de 2023

Placebo homenajea a Sinead O'Connor en Madrid

Según el diccionario, placebo es una "sustancia que carece de acción curativa pero produce un efecto terapéutico". El grupo británico fundado en 1994 bajo el nombre de Placebo ejerce el mismo efecto en sus oyentes. No curará, pero es tremendamente terapéutico.

Placebo, convertido ahora en un dúo, llegaba otra vez a Madrid para presentar su octavo disco. Un álbum que es una amalgama de sonidos y que viene a ser un resumen de ese estilo alternativo y ecléctico que han ido mostrando en estos años, unas veces llevados por las guitarras y otras por los sintetizadores. Distintos destinos bajo un mismo origen.

'Never Let Me Go' (2022) es el nombre de este último trabajo. Hay discos que funcionan mejor en directo, otros cuando vas conduciendo y otros con el paso del tiempo. Algunos también funcionan bien en el coche tras un directo y cuando ha pasado un año desde que se presentó.


Placebo en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de Madrid, 27 de julio de 2023

El Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid era el lugar donde Placebo iba a mostrar su trabajo más reciente, cuya portada es un llamamiento al ecologismo. De ahí que el lugar pareciera tan apropiado, tan bucólico y tan aparentemente alejado de Madrid. 

A todos los que nos gusta el fútbol, tenemos una alineación de nuestro equipo favorito, y en nuestra cabeza tenemos los recambios que usaríamos en distintos momentos del partido. Lo mismo pasa con la música. Todos tenemos un repertorio idóneo de nuestros cantantes favoritos, solo que a veces no sale como uno piensa.

Arrancaba Placebo el concierto con Forever Chemicals bajo la advertencia no grabar nada con el móvil. Se trata de un corte muy oscuro de su último álbum con el que daban la bienvenida a la noche madrileña el dúo: Brian Molko y el sueco Stefan Olsdal, aunque estaban acompañados de varios músicos de apoyo para la gira, así como un batería.

Beautiful James es musicalmente alegre y movido, muy en la línea del sonido de los últimos discos. Una alegría que parece fingida y mostrada por una careta, escondiendo el verdadero rostro detrás. Estaba claro que el guion que iba a seguir la jornada era repasar el 'Never Let Me Go', que no es ni el mejor ni el peor disco, pero iba a romper la alineación de temas que alguno tendría en su cabeza.

Scene Of The Crime se va desmelenando y volviendo más compleja a cada segundo que pasa, parece un adolescente que grita enrabietado al mundo. Y ese mismo mundo era el que coreaba el estribillo de Hugz para satisfacción de los que traían aprendido el disco más reciente.

 Happy Birthday In The Sky es desgarradora y rezuma melancolía, por eso fue la escogida para hacer el homenaje a la fallecida cantante irlandesa Sinead O' Connor, a quien iba dirigido todo el set de la noche, como reconoció Brian tras leer un texto en español -seguramente escrito por Stefan- a modo de panegírico. Por el contrario, Bionic es más directa y representa los inicios de la formación, más guitarrera e incluso con toques punks y alternativo, acorde a la época de la década de la que viene. Por momentos es muy 'grunge', con ecos a Sonic Youth y Smashing Pumpkins.

A estas alturas ya solo se podía repasar viejos temas o seguir repasando nuevas canciones. Se tiró por la segunda vía con Surrounded By Spies, Sad White Reggae, Try Better Nex Time, muy pop, por lo tanto festivalera y veraniega, como si nos tomáramos un helado mientras vemos una puesta de sol. Luminoso, pero sabiendo que detrás viene la oscuridad.

Una pena que se cayera de la lista This Is What You Wanted, tan delicada y a la vez tan firme. Con Went Missing, Brian Molko se disfrazaba de Leonard Cohen y parecía recitar y susurrar hasta encontrar el clímax musical en el que todos los instrumentos y su voz danzan alrededor. 

 

Era el momento de sacar la artillería y lo hacían tras hacer vibrar a todos con Too Many Friends. El tiempo se agotaba y algunos de los clásicos no habían asomado la patita. For What It's Worth daban paso a Slave To The Wage, Song To Say Goodbye y The Bitter End. Como si fuera una etapa del Tour y tras pasar puertos de segunda y de primera nos encontráramos con tres puertos fuera de categoría. El Tourmalet se quedaba corto.

Infra-red, ese tema que en su inicio para hacer un guiño a Depeche Mode para más tarde mostrar trazas de The Cure y The Pixies, era el postre que nos tenían reservados los dos chefs justo antes de marcharse, justo cuando el show estaba cogiendo su ritmo y cadencia adecuados.

Tras una breve despedida volvían con un desenlace a la vez esperado y no. Stefan, tras haber pasado de las cuatro a las seis cuerdas, mostraba sus dotes como voz principal para ofrecer una versión del Shout de Tears For Fears muy similar a la original, al contrario de lo que hizo el grupo Disturbed en su día. Aprovechando la situación, bien habría encajado la excelente versión que hicieron de Jackie de la propia Sinead O'Connor en lugar del Shout, pero es que cada uno tenemos una alineación en nuestra cabeza.

Fix Yourself era la siguiente y penúltima de la cita. Un corte demasiado íntimo para estas alturas de noche, porque irremediablemente se agolpaban las notas de otro tema versionado, este sí transformado en algo propio, y que es el Running Up That Hill de Kate Bush. El colofón habitual con el que homenajear a Sinead, allá donde esté.

domingo, 25 de junio de 2023

Mötley Crüe y Def Leppard devuelven a Madrid a los 80

 La nostalgia vende. La música, el cine y la moda han descubierto que las generaciones que vivieron ciertas épocas, y las que no, ansían con disfrutar de detalles que evoquen aquellos momentos, muchas veces idealizados y otras veces justamente alabados. La década de los 80 está siendo una de las favoritas a nivel de marketing. 

Mötley Crüe y Def Leppard vivieron su mejor etapa musical en los 80 y 90. Unos eran los chicos malos del hard-rock californiano y los otros la sofisticación y el vanguardismo de la primera hornada de la denominada New Wave of British Heavy Metal, la nueva ola del 'heavy metal' británico, donde compartían espacio con Iron Maiden, Venom, Motorhead o Saxon, entre otros.

Cuando Mötley Crüe y Def Leppard anunciaron una gira juntos por el planeta, los aficionados fantasearon con la posibilidad de su llegada a España. Algo que finalmente se produjo. Una única visita a nuestro país. Una única y esperada visita.


Los Sex, Mötley Crüe y Def Leppard en el Auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid, 24 de junio de 2023

La acústica que proporciona el Auditorio Miguel Ríos perdona su distancia a la capital. Por un lado ganas y por otro pierdes, como la vida misma. Los Sex fueron los primeros en salir al escenario. Un nombre premonitorio para lo que vendría después. La banda madrileña cumplió con su papel a la perfección. Bajo el incesante sol, practicaron un rock con toques clásicos para una formación moderna y joven.

La simpática película 'Jacuzzi al pasado' (2010) habla de varias personas cansadas de su día a día en pleno siglo XXI y que, tras meterse en un jacuzzi, aparecen en 1986, en un festival. La pasión por Crüe en la película está patente en uno de los protagonistas. Una pasión contagiosa.

Anoche fueron muchas más personas las que entraron a ese jacuzzi, incluyendo el grupo californiano: Vince Niel, desmejorado físicamente y fantástico a nivel de voz, Nikki Sixx, con su magnetismo intacto, y Tommy Lee, todo carisma y alegría desbordada. A ellos, ante la ausencia en el tour de Mick Mars por temas de salud, se ha juntado John 5. Como si a los más malos del colegio se les juntara el nuevo, el que fue expulsado de otra escuela. Una acertada decisión dado el poder visual que tiene el guitarrista ex Marilyn Manson y Rob Zombie, quien usó, como es habitual en él, guitarras inimaginables y recursos varios. El equilibrio perfecto entre una banda nostálgica de los 80 y un guitarrista contemporáneo.

Mötley Crüe fue Mötley Crüe. Su espectáculo fue crudo, directo y atronador, casi garajero. También incluyó dos atractivas y esculturales coristas con poca ropa y cuando los integrantes del grupo se dirigieron al público fue para pedir que las seguidoras mostraran sus pechos y hablar de alcohol. Durante dos horas el reloj retrocedió 40 años. Era un gusano temporal previsible y esperado. Hasta deseado. Un tigre siempre es un tigre.

Musicalmente los Crüe fueron directos y sin concesiones. Empezar con Wild Side es toda una declaración de intenciones y toda una metáfora de su manera de entender la vida y la música. Cualquier canción era celebrada y aclamada, cualquier miembro del grupo era vitoreado y aclamado.

Incluso se atrevieron con algún tema más 'moderno', como ese Saints Of Los Angeles o el propio The Dirt, extraído de una de las biografías más directas y sinceras hechas en el rock. Cero edulcorante. 

Tommy Lee dejó momentáneamente su papel secundario, que nunca ha sido así, para pasar de la batería al piano, previa conversación con el público. Es un niño encerrado en el cuerpo de un adulto y ahí reside su encanto. Home Sweet Home sonó deliciosa y dulce.

Kickstart My Heart fue la última elegida para sonar. El tema que explica la sobredosis de Sixx y que pasó de un suceso que pudo ser mortal a una canción exitosa e inmortal. Puro Crüe. Es su tema que explica lo que son y cómo son, porque pocas personas habrían compartido con tanto arte sus desgracias. Ahí reside su gracia.

Casi sin tiempo para renovar el escenario, apenas 20 minutos, sirvieron para que Def Leppard tomaran el relevo en el Miguel Ríos. Son de la misma quinta, pero mucho más maduros en todos los aspectos. Si Crüe es descarado, Def Leppard es sofisticado. Unos son muy estadounidenses y los otros muy británicos, británicos en su versión de té con pastas a las cinco de la tarde.

El show de los de Sheffield fue tremendamente profesional y serio, con Joe Elliot impecable. Supieron alternar grandes clásicos con temas menos conocidos para sus no incondicionales, que poblaban las dos pistas del recinto madrileño.

Let's Get Rocked, con ese sonido tan vanguardista y barroco propio de algunos grupos en los 90 que querían aparentar modernidad, asomó pronto, como un Gordo de Navidad madrugador. El disco 'Hysteria' fue el gran homenajeado de la noche, tanto como Rick Allen, quien mostró su gran habilidad en la batería pese a tener solo un brazo por un accidente automovilístico. 

La capacidad de Allen de manejar su kit de batería con los pies junto al set acústico en mitad del concierto, donde mostraron Savage, Collen y Campbell sus habilidades, fueron dos de los grandes aciertos de los británicos, quienes también tiraron de nostalgia para mostrar sus imágenes en los videomarcadores. Fotos de color sepia que han perdido el color, pelos rubios que ahora son canos. Tempus fugit.

Rocket, Hysteria y Pour Some Sugar On Me fueron las más aplaudidas. Rock Of Ages y Photograph las últimas en ser tocadas. Un show que se quedó algo corto y al que le faltó algún colofón extra.

Pasada la medianoche, las luces se apagaban en el escenario y el público miraba sus móviles para ver las fotografías sacadas. El viaje por la década de lo 80 había terminado y se iniciaba su vuelta a casa. A su dulce hogar tras más de 4 horas de buen rock.

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